La agenda de justicia económica y social que planteó Colosio en su momento es hoy un asunto urgente para México, pues casi 53.3 millones de mexicanos viven en la pobreza y de la paz social depende la gobernabilidad del país.
Ayer se cumplieron 20 años del magnicidio de Luis Donaldo Colosio. Su principal propuesta fue una reforma del poder. Hoy en México seguimos sin lograr un crecimiento económico que permita combatir la desigualdad y la pobreza que sufre la mitad de los mexicanos. Sin embargo, en el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto se han empezado a sentar las bases reformistas para acabar con los privilegios de los poderes fácticos, crecer a tasas cercanas a 5% de manera sostenida y duradera y revertir paulatinamente la grave inequidad social.
Sin duda, 1994 fue un año turbulento que trastocó la estabilidad del régimen del entonces presidente Carlos Salinas de Gortari: la pugna por el poder, el movimiento armado en Chiapas, la galopante corrupción e impunidad y el asesinato del candidato oficial descarrilaron la sucesión presidencial. El magnicidio de Colosio cimbró al Estado mexicano y convulsionó al país, generó una grave crisis política con graves efectos económicos, como una preocupante fuga de capitales, preámbulo de la crisis económica de 1995.
Hoy está vigente el famoso discurso de relanzamiento de la campaña de Colosio en el Monumento a la Revolución: “yo veo un México con hambre y con sed de justicia. Un México de gente agraviada por las distorsiones que imponen a la ley quienes deberían de servirla. De mujeres y hombres afligidos por abuso de las autoridades o por la arrogancia de las oficinas gubernamentales. Veo a ciudadanos angustiados por la falta de seguridad, a ciudadanos que merecen mejores servicios y gobiernos que les cumplan…Tenemos que asumir esta autocrítica y tenemos que romper con las prácticas que nos hicieron una organización rígida. Tenemos que superar las actitudes que debilitan nuestra capacidad de innovación y de cambio. Es la hora del gran combate a la desigualdad, es la hora de la superación de la pobreza extrema, es la hora de la garantía para todos de educación, de salud, de vivienda digna. Esa es la reforma social. Es la hora de cerrarle el paso al influyentismo, a la corrupción y a la impunidad…”.
El magnicidio de Colosio cimbró al Estado mexicano y convulsionó al país, generó una grave crisis política con graves efectos económicos, como una preocupante fuga de capitales, preámbulo de la crisis económica de 1995.
Es evidente que a 20 años del magnicidio la necesidad sigue siendo crecer y distribuir mejor la riqueza. La agenda de justicia económica y social que planteó Colosio en su momento es hoy un asunto urgente para México, pues casi 53.3 millones de mexicanos viven en la pobreza y de la paz social depende la gobernabilidad del país. Es imperativo crecer a mayores tasas anuales y redistribuir mejor la riqueza económica nacional.
Hoy México tiene la gran oportunidad de revertir la situación de rezago y de parálisis que se ha vivido durante los últimos tres sexenios para que a través de la negociación política y los acuerdos se siga avanzando por el proceso de reformas estructurales (educativa, laboral, competencia económica, telecomunicaciones, energía, financiera, hacendaria, etcétera), que permitirá sentar las bases para un crecimiento a tasas anuales de 5% y de manera sostenida y duradera. La inversión privada nacional y extranjera es clave para consolidar ese panorama.