Uno de los desafíos más importantes que tiene el profesional de Mercadotecnia es mejorar la percepción de un producto en el menor tiempo posible.
Hay increíbles historias de éxito en el sector de productos de consumo. Recuerdo a la crema Ponds, que pasó de ser un producto mainstream de bajo precio en competencia vs. Teatrical y el Jabón del Tío Nacho, a una marca aspiracional. La inversión fue importante, y parte del éxito fue la creación de un contexto un tanto médico y cosmético llamado en su momento el “Instituto Ponds”. En el sector turístico hemos presenciado la construcción de percepciones a partir de un desconocimiento total por tratarse de nuevos destinos. Pero lo que ahora veremos como el intento de rescatar Acapulco será un ejercicio interesante.
Resulta que por temas de inseguridad, el puerto de Acapulco necesita su propio “instituto Ponds”. Ha sido impactado particularmente en sus centros de consumo: Restaurantes, bares, antros, discos, etc. Inclusive el tianguis turístico que se celebraba ahí cada año cambió de sede, señal alarmante de la situación que afecta al puerto.
Ahora bien, ante información sobre la ausencia de “Spring Breakers” este año, estamos presenciando una reacción por parte de empresarios de la zona para rápidamente romper la maldición, sin embargo no han dejado frutos. Múltiples entrevistas a empresarios del sector restaurantero, políticos y habitantes de la zona, en las que se invita al público a visitar y disfrutar sin miedo la plaza.
Posicionamiento es una metodología para colocar a una marca o producto de manera única y relevante en la mente del consumidor. Nosotros tendemos a etiquetar productos en categorías o en una especie de “casilleros mentales”. Si hablamos de Shampoos existen espacios mentales para cada marca: Si pensamos en caspa hay una marca en nuestra mente, lo mismo ocurre en shampoo para cabello graso, y así sucesivamente.
Cuando pensamos en vacaciones, aparecen diversos destinos en nuestra mente. Recientemente se inauguró el casillero mental llamado “vacaciones seguras” al cuál Acapulco tiene un riesgo de salir.
Es notable el esfuerzo de Relaciones Públicas que algunos medios efectúan para evitar un abandono del puerto, pero quizás es momento de pensar en un nuevo posicionamiento y apoyarlo con empuje mediático, y esto se debería lograr con un estudio a profundidad sobre los hábitos actuales de las personas que normalmente acuden a la playa guerrerense.
Estoy seguro que si mapeáramos las nuevas etiquetas o casilleros mentales hacia Acapulco, se encontrarían nuevos espacios a ocupar, que con el poder de nuestras conocidas herramientas de medios publicitarios y digitales podríamos desviar el discurso de la seguridad hacia otros más asertivos.
Los esfuerzos actuales pueden quedar limitados si no existe una visión del posible diferenciador de Acapulco con otros destinos de playa o turismo, considerando además que el mismo puerto está claramente segmentado en 3 o más productos diferentes: Diamante, Costera y Acapulco clásico, antiguo o Caleta. Esto hace aún más importante visualizar con ojos de estratega la mejor forma de retomar el rumbo.