Amigos queridos:
Lamento la ausencia, pero tuve exámenes finales, carga laboral, gripe, pero sobretodo melancolía. Les comparto lo que escribió alguien que se parece mucho a mí, pero que en el fondo no soy yo, aunque tal vez sea más yo que yo misma.
La muerte, lloro todas las muertes y ninguna.
Lamento tu partida, ya extraño tu ausencia; sin embargo son mis ausencias, mis vacíos los que irremediablemente se presentan, como un mudo fantasma que acompasa la soledad, como ese cuerpo inerte, que pende.
Cuerpo que se balancea al ritmo de la muerte, ojos salados, lengua sin luz, pueblan mis recuerdos. Imagen que borro a fuerza de plegarias semiológicas, de cantos tibetanos, de escritos, de poemas, de assanas y meditaciones budistas; perseverante vuelve noche a noche, aunque el detalle a veces se me desvanece. ¿De qué color era tu camisa? Clara, sí, pero el tono, ¿cuál era? Tal vez así se irá disolviendo poco a poco, como tú, algunas veces.
Se me escapan tus besos, tus caricias se desdibujan de mi cuerpo, el eco de tu risa no ensordece, tu admirable discurso se convierte en un rumor apenas audible; pero no se borra tu cuerpo pendiente, esa imagen que quisiera borrar y siempre reaparece.
Esa imagen que a veces quiero odiar, pero no puedo; lástima y compasión brotan de mi alma.
A veces la quisiera olvidar, pero no puedo; es lo último que queda de ti y como una gotita de lluvia que se aferra con los dedos para no caer de la cornisa, así el fin es el ancla del principio, del todo, de la fantástica vida que tuvimos juntos.
A veces quisiera amarte incondicionalmente, como aquel que cargó el madero, pero la ira atormenta al alma; otras tantas quisiera arder en ira, pero tampoco puedo, el amor por ti la acalla.
Quisiera no extrañarte y no puedo, tu sentido del humor me hace falta, el cómo adivinabas mis pensamientos con tan sólo una mirada, esa complicidad que nos unía y al mismo tiempo, agradezco tu partida.
Soy por mucho una mejor persona, más completa, independiente, plena. Me descubro fuerte y valiente aún en los momentos más vulnerables; sin embargo añoro ese futuro incierto. Que ¿quién sabe? Tal vez tendía al fracaso más rotundo, no hay nada peor que la duda. Gracias por regalarme la certeza con tu acto, acto color de nube, que me da un blindaje de certidumbre.
La filosofía a través de los siglos se ha preguntado ¿Quién soy? ¿De dónde vengo y a dónde voy? Plurales respuestas se han hallado, unas harto más complejas que otras, dependiendo de la corriente, la mía es simple:
YO SOY
Yo soy: EL AVE FÉNIX,
Ave que emerge de las cenizas de la memoria mezcladas con el llanto,
Renazco en la ciénaga de la duda y de la culpa, para sacudir el fango oscuro de melancolía.
Mientras reinvento este plumaje colorido, alas de fuego que me lanzan por los aires, como Ícaro quiero alcanzar al sol, sobrevuelo con el alma el mismo punto cada vez más alto, contemplando la belleza de horizontes cada vez más amplios.
Llegaré al sol, pese a todo, pese a todos, pese a mí misma, aunque en ocasiones me desvanezca para volver a arder, para renacer de nuevo de mis propias cenizas, una y otra….y otra vez por la eternidad del tiempo infinito, que como la muerte, es todos los tiempos y ninguno.
Les mando un fuerte y apretado abrazo,
Claudia