La batalla de las telecomunicaciones ha comenzado

Tras la aprobación de la reforma en Telecomunicaciones, que fortalece los poderes del regulador IFT, sólo era cuestión de tiempo antes de que las grandes compañías que controlan este sector iniciaran un conflicto ante la posibilidad de ver reducido su control de mercado.

En esta semana, la compañía de televisión satelital Dish solicitó que se declarara como preponderante a Grupo Televisa, y a todas las firmas que lo integran, dentro de los sectores de radiodifusión y telecomunicaciones, al argumentar que esta empresa cuenta con más del 50% de participación en ambos rubros, tanto en audiencia en televisión abierta como en suscriptores en señales de paga.

La respuesta no se hizo esperar, aunque la encargada de hacerlo sería TV Azteca, quien a través de su unidad de Cumplimiento Regulatorio indicó que también solicitará que Dish se incluya en la declaración de preponderancia que muy probablemente se le otorgará a Teléfonos de México (Telmex).

Ésta no es más que la primera de muchas ofensivas que los actores del sector lanzarán en estos días hacia sus competidores, ante la inminente resolución del Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) en la que se declarará a los agentes económicos preponderantes en esta industria, estimada para antes del 9 de marzo del año en curso.

¿Pero qué representará para estas compañías en el sector telecomunicaciones recibir la declaración de preponderancia o dominancia? De acuerdo al análisis “Declaratorias de Dominancia”, elaborado por The Competitive Intelligence Unit (The CIU), el concepto de dominancia se refiera al poder económico “que permite al agente comportarse de manera independiente de sus competidores y de sus consumidores en un mercado”.

Detalla que esta evaluación se definía si el agente económico tenía una participación de 25% dentro de su mercado, pero que actualmente el análisis para determinar esto se amplió dentro del denominado poder sustancial de un operador, mediante el cual se toman en cuenta elementos como el tamaño del operador, flexibilidad de réplica de su infraestructura, acceso a mercados de capital, ventajas tecnológicas, integración vertical posible y la ausencia de capital potencial, entre otros factores.

En la respuesta emitida por Televisa, la compañía destacó que la preponderancia se mide por sectores, es decir, por radiodifusión y telecomunicaciones, pero no así por los servicios que una empresa ofrece. Sin embargo, hasta la resolución de la IFT, esta definición adquirirá un verdadero sentido al observar cuáles serán los actores de esta lucrativa industria que serán declarados como preponderantes.

The CIU precisa además que experiencias internacionales indican diferentes mecanismos de control para limitar el poder del operador dominante.

Entre éstos se encuentran la desincorporación de activos del operador o desintegración vertical, restricciones a la operación, regulación de tarifas mayoristas, y separación contable. Es aquí donde radica la verdadera trascendencia de este planteamiento. Una empresa declarada dominante o preponderante podría ser sujeta a medidas regulatorias que incluirían la venta de algunos de sus activos a fin de reducir el tamaño de la compañía.

En general, la reforma en Telecomunicaciones, aprobada el año pasado, se lograron avances, como lo fue trasladar el poder de otorgamiento de concesiones al IFT en lugar del presidente de la República, así como evitar la subasta de los mismos, a fin de evitar discrecionalidad en las decisiones y criterios que privilegien aspectos meramente económicos.

Le brinda no sólo autonomía, sino una verdadera fortaleza a la institución reguladora, al darle herramientas para ejercer su autoridad, además de ser independiente del Poder Ejecutivo. Otro aspecto importante fue la obligación de que en el mercado se ofrezcan la mayor cantidad de servicios que permitirían las redes de operadores, esto con la finalidad de que, siendo todos los servicios de carácter público y sujetos a concesión, deben beneficiar a todos los mexicanos, y no sólo a los que viven en las localidades que se consideren mejores mercados.

Los grandes competidores como Telmex, Televisa, TV Azteca y las diversas subsidiarias que ostentan en diferentes rubros, verían amenazada su dominancia.

Pero el punto más importante, y en el que gira el conflicto entre compañías que se ha difundido en los medios, es la autoridad de declarar, sin la intervención de organismos ajenos, la preponderancia de un agente económico, así como el tipo de reglas asimétricas que puede aplicar. Dicha regulación se aplicaría hasta alcanzar un estado de competencia efectiva, con un especial énfasis en las sanciones a las empresas que se consideren monopólicas.

Se permite la participación de inversión extranjera directa en el sector, la cual detonaría la creación de nuevos competidores en telecomunicaciones y comunicación vía satélite –incluidas señales de televisión-. Sin duda, los grandes competidores como Telmex, Televisa, TV Azteca y las diversas subsidiarias que ostentan en diferentes rubros, verían amenazada su dominancia.

Ante esto, sólo queda esperar a que el IFT concluya su evaluación, y de esta manera, México se encarrile apenas hacia el camino de la verdadera competencia en un mercado que por varias décadas ha estado sometido a los intereses de unos cuantos actores, a expensas de un mayor desarrollo en el sector mismo y de millones de usuarios que sólo tienen un par de opciones de comunicación.

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