Desde tiempos inmemorables la civilización ha luchado fuertemente por no reproducirse, pero, ¿sabías que todos los anticonceptivos que conoces actualmente tuvieron un rudimentario origen?
De entre las múltiples razones que las personas encuentran para tener relaciones sexuales, los hijos son el motivo menos mencionado. Aunque estos resultados son arrojados por la mayoría de los estudios actuales, tal parece que en todas las épocas pudo haber sido igual y es que, desde el comienzo de la historia, hombres y mujeres han deseado poder decidir si querían o no tener descendencia y en qué momento deseaban hacerlo.
De algún modo u otro, los métodos anticonceptivos siempre han sido empleados -¡incluso desde la prehistoria!- y la planificación familiar ha sido practicada ampliamente incluso en sociedades dominadas por códigos sociales, políticos o religiosos que requieren que las personas sean prolíferas y se multipliquen.
Sin embargo, la ventaja que mantienen los anticonceptivos hoy en día no tiene precedentes y éstos resultan seguros y eficaces. Mientras que en la actualidad se maneja un sinfín de formulas químicas y de barrera que impide el paso a la fecundación no deseada, en otras épocas la gente solía usar herramientas poco efectivas y en muchos casos poco saludables.
Como ejemplos tenemos el remedio de mercurio y plomo usado por las mujeres en China para controlar la fertilidad -el cual muchas veces tenía consecuencias poco favorables como la infertilidad o la muerte-, era común durante la Edad Media que las mujeres ataran a su cuello testículos de comadreja, coronas de hierbas en su cabeza o llevaran pequeños costales con el hígado de un gato negro disecado. En Canadá, las mujeres acostumbraban beber una poción de testículos de castor macerados en una solución alcohólica muy fuerte y la desinformación del control natal todavía se presentó hasta 1990 cuando diversas comunidades de adolescentes en Australia utilizaban envoltorios de golosinas como condón.
Si bien los métodos más eficaces para el control natal siempre han sido los conductuales, es decir, la abstinencia total, también es sabido que todos los productos anticonceptivos que conocemos hoy en día -¡en serio todos!- tuvieron un origen rudimentario que fue perfeccionándose y apoyándose de mejores materiales y formas en orden a evolucionar hacia la modernidad
Métodos de Barrera
La representación más antigua que se tiene de un hombre usando condón esta pintada en la pared de una cueva en Francia con antigüedad de 15 mil años. En Egipto también se han hallado ilustraciones de este método anticonceptivo con una antigüedad de 3 mil años.
Los historiadores no han llegado a un acuerdo sobre el origen de la palabra, algunos piensan que fue acuñada en el siglo XVIII cuando el Dr. Conton abastecía las gavetas del rey con fundas hechas de tejido animal para evitar que tuviera hijos ilegítimos o contrajera enfermedades de las prostitutas. Algunos otros proclaman que la palabra deviene del Coronel Condum de la Guardia Real Inglesa quien incitó su uso para proteger a sus hombres de las enfermedades venéreas mientras estaban en Francia, sin embargo, es más probable que la palabra tenga su origen en el latín condon que significa receptáculo.
Esponja Vaginal
Las primeras versiones del condón femenino tienen su origen en las esponjas vaginales, método de barrera que impide al semen producir embarazos. Se sabe que las mujeres empleaban vainas vegetales o tapones de hierbas y raíces machacadas pero fueron las esponjas uno de los métodos antiguos de mayor efectividad cuando de bloquear y absorber el semen se trataba.
Su referencia más antigua se encuentra en el Talmud (escrito de origen judío) que proponía usar mokh -esponjas bañadas en vinagre- cuando la mujer era demasiado joven para sobrevivir a un embarazo, se encontraba preñada (se pensaba que el semen podía matar al bebé) o si estaba amamantando.
Diafragmas
Giovanni Giacomo Casanova solía usar la mitad de un limón semiexprimido como un primitivo capuchón cervical y lo colocaba en el cuello del útero de sus amantes. Métodos similares se han empleado en todo el mundo, en Asia las trabajadoras sexuales se colocaban discos de papel encerado, en la Isla de Pascua se usaban algas marinas, el cuello uterino ha sido cubierto por las mujeres de la historia con pimienta, plata, sal de roca, cera de abeja y hasta bolas de opio con tal de evitar el embarazo.
Fue hasta el año de 1850 cuando Charles Goodyear logró con su tecnología de goma crear pesarios similares a los que podemos encontrar actualmente, estos eran únicamente vendidos a mujeres casadas, con la supuesta necesidad de sostener el útero o mantener un medicamento en su lugar pero nunca como método anticonceptivo.
La Píldora
Cuenta la leyenda que cuando Perséfone -Diosa de la Primavera- fue arrebatada de la compañía de su madre Deméter -Diosa de la Agricultura- y raptada por el Dios de la Muerte hacia el mundo subterráneo, se negó a comer nada excepto semillas de granada. Los historiadores médicos descubrieron que su determinación tiene relación con las propiedades anticonceptivas de la granada.
Este mito griego explica el origen del primer invierno que surge como consecuencia de la decisión de Perséfone por retirar su fertilidad mientras se encontraba presa. Todos los inviernos sucesivos son un eco de sus padecimientos y su negativa de quedar embarazada contra su voluntad.
Durante muchos siglos, las mujeres griegas celebraron el reencuentro de Deméter con su hija en un ritual secreto -al que no entraban los hombres- en el cual se empleaban cuatro plantas esenciales para el festejo: granada, poleo, pino y vitex (o árbol casto). Todas estas plantas son hoy reconocidas por sus cualidades anticonceptivas y el uso de hierbas anticonceptivas fue promovido hasta la Edad Media, cuando se comenzó a pensar en la mujeres que conocían remedios de cualquier tipo como brujas y se les castigaba con la hoguera-. Esta práctica tenía tan buenos resultados que incluso el Silfio -el mejor y más costoso método anticonceptivo de la época- termino por extinguirse en el siglo IV.
Es difícil de creer que uno de los libros de recetas más completos sobre anticoncepción precoital y poscoital fue escrito por un hombre que llegó a ser Papa. Pedro de España, quien había plasmado sus consejos sobre anticonceptivos y sobre cómo inducir la menstruación en su libro inmensamente popular Thesaurus Pauperam (Tesoro de los pobres), fue coronado papa Juan XXI en 1276. Mediante estudios modernos, se ha comprobado que muchas de las recetas de Pedro son realmente eficaces, lo cual es una fuerte razón para creer que las mujeres de la antigüedad tenían más control sobre su reproducción de lo que se creyó por mucho tiempo.
Por Diana Caballero