Breve Historia de… ¿la Copa Menstrual?

Uno pensaría que con los años que llevamos lidiando con este sangriento asunto, habríamos encontrado en pleno siglo XXI una forma más sencilla de hacerlo.

Uno pensaría que con los años que llevamos lidiando con este sangriento asunto, habríamos encontrado en pleno siglo XXI una forma más sencilla de hacerlo. Y es que si bien las herramientas han mejorado, trabajar con todas aquellas compresas de tela y algodón aplastado todavía no es la mejor forma de deshacernos del incomodo visitante que llega cada 28 días.

No, aunque los empaqueten por separado y les adornen con estampados florales. No, aunque prometan una absorción completa y juren que ahora contienen 18% más aroma. No, aunque las empresas se defiendan diciendo que sus productos son seguros y respetuosos para el ambiente.

¿Por qué? Digamos que simplemente no hay forma. Aunque el material sea orgánico, rehusable y vegano; la realidad es que el ambiente sufre por las 12 mil toallas higiénicas que una mujer usará a lo largo de su vida. Si contamos que, al año, cada una de ellas produce 65 kgs tan solo en estos desechos sanitarios podemos deducir -sin miedo a equivocarnos- que las millones de mujeres que existen en el planeta necesitan una mejor opción para lidiar con su menstruación.

Menstrual Cup Patent 1867

Hace más de un siglo, se inventó algo conocido como catamenial sacks. La maquinaria consistía en un cinturón al cual se amarraba un pequeño saco que era introducido a la vagina con el propósito de recolectar cualquier flujo menstrual. No hace falta decir que el procedimiento resultaba complicado y en ocasiones sucio, sin mencionar el detalle del cinturón expuesto que difícilmente podía ser cubierto por completo con la ropa.

Fue entonces cuando en 1937, una actriz de nombre Leona Chalmers aseguró haber hallado la respuesta a “un problema tan viejo como Eva”. Fue la primera persona en patentar y distribuir una copa menstrual de diseño novedoso: pequeña y hecha de látex. Creada especialmente para reducir al mínimo las incomodidades que pudiera causar su presencia en el cuerpo de la mujer.

Chalmers había logrado innovar una empresa enfocada en la higiene femenina a bajo costo y buena con el ambiente. Lamentablemente cuestiones como la episteme de la época, la escaeces de látex que se generó después de la segunda guerra mundial y el lanzamiento de los tampones llevó a la Tassete Company a cerrar su producción y dedicarse, como sus competidores, a la manufactura de productos de higiene femenina desechables.

Hasta ese momento, la idea de un producto rehusable de protección interna sonaba escandaloso y con 81 años de su lanzamiento, no podemos evitar preguntarnos ¿ha cambiado en algo este concepto?

Si bien las ventajas que tienen toallas sanitarias y tampones se encuentra estrechamente ligado a nuestra comodidad, existen aspectos que salen de la limitada comprensión que tenemos sobre lo que resulta mejor para el ambiente, nuestros cuerpos y bolsillos a largo plazo.

De acuerdo con la experta Sabrina Rubli, la copa menstrual es la opción más ecológica, sencilla, económica y dinámica que tienen las mujeres, cuando su periodo llega. Aunque ya es una realidad en los países desarrollados, todavía representa un trabajo en acción para los países en vías de desarrollo pero puede ser una solución capaz de aliviar cargas económicas y abrir puertas hacia una mejor educación sexual.

La copa menstrual es un dispositivo alternativo para la higiene femenina, está hecho regularmente con silicón quirúrgico o elastómero termoplástico y dura entre 6 y 10 años. Su costo es recuperado a los pocos meses de compra por lo que ya representa una amenaza para las empresas productoras de toallas y tampones.

Por Diana Caballero

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