Consecuencias económicas tras triunfo de Donald Trump

Además de los limitados beneficios que las propuestas de Donald Trump pudieran generar, dichas propuestas son potencial para desatar un conflicto comercial a nivel internacional.

Washington, EE.UU.– Donald Trump ha ganado la presidencia de Estados Unidos, a pesar de haber perdido el voto popular, ante esto diversos analistas muestra preocupación en  mercados financieros internacionales.

Como resultado, Estados Unidos ha elegido como su próximo presidente a un hombre cuya inexperiencia, carácter, temperamento y conocimiento parecen hacerlo inadecuado para este alto cargo.

Las consecuencias de una presidencia de Trump serán numerosas y diversas.

Sin embargo las económicas no serán las menos importantes, su administración pudiera incluso revertir la globalización, desestabilizar el sistema financiero, debilitar las finanzas públicas estadounidenses y amenazar la confianza en el dólar.

La globalización liderada por EE.UU. ya es frágil. Y es probable que Trump la lleve a la tumba. Después de su victoria, el Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP, por sus siglas en inglés) parece haber muerto.

Eso pudiera dejar una apertura para una alternativa liderada por Beijing: la Asociación Económica Regional Integral (RCEP, por sus siglas en inglés).

Pero es probable que el TPP no sea reemplazado. El Tratado Transatlántico de Comercio e Inversiones (TTIP, por sus siglas en inglés) estaba moribundo y ahora ha fallecido. Trump también ha sugerido la derogación o renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), asegura Economist.

Sobre todo, él ha sugerido la imposición de altos aranceles, especialmente sobre las importaciones provenientes de China y México, para disuadir a las compañías de despedir a sus trabajadores con el fin de trasladarse a otros países y enviar sus productos a EE.UU. libres de impuestos.

Es casi seguro que estas medidas serían contrarias a las normas de la Organización Mundial del Comercio (OMC). Y también crearían el riesgo de generar represalias.

Los costos para EE.UU., para el comercio mundial y para la credibilidad del sistema comercial pudieran resultar ser extremadamente altos.

Un segundo tema de preocupación es la regulación financiera. Trump ha apoyado la derogación de la Ley Dodd-Frank de 2010, la cual fue la respuesta regulatoria a la crisis financiera, concuerda FT.

Si sucede esto último, las posibilidades de ocasionar otra crisis, posiblemente de mayor magnitud, con seguridad se incrementarían.

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Sin embargo, en materia de regulación financiera, a diferencia de en materia de comercio, el populismo de Trump pudiera proteger a EE.UU. de los peores instintos desreguladores de los congresistas republicanos en lugar de lo opuesto.

Trump también desea un significativo aumento de gastos en infraestructura y de recortes de impuestos. Lo primero sería deseable, sobre todo si los proyectos fueran sensatos.

De igual manera, sería increíblemente irónico si Trump llevara a cabo, con el apoyo republicano en el Congreso, precisamente el tipo de estímulo fiscal keynesiano al que los congresistas republicanos rotundamente se opusieron cuando la administración de Barack Obama razonablemente lo sugirió en 2009.

Desafortunadamente, el momento sería mucho menos oportuno, ya que la economía estadounidense de hoy está infinitamente más cerca del pleno empleo de lo que estaba en aquel entonces.

Las propuestas en relación con los impuestos otorgarían enormes beneficios a estadounidenses que ya son ricos, como Trump. Según el Centro de Política Tributaria (TPC, por sus siglas en inglés), el plan más reciente de Trump elevaría los ingresos después de impuestos de aquellos en el tercer quintil de la distribución de ingresos en mil 10 dólares o 1.8 por ciento, estipula Seattle Times.

Sin embargo, el 0.1 por ciento de la población disfrutaría de un recorte tributario medio de casi 1.1 millones de dólares, o más del 14 por ciento de los ingresos después de impuestos. El aumento acumulativo de la deuda federal pudiera alcanzar el 25 por ciento del producto interno bruto (PIB) en 2026, deliniea DW.

Los congresistas republicanos pudieran querer compensar este último punto, al menos parcialmente, reduciendo drásticamente los gastos, incluyendo en el seguro social y en la salud. Pero Trump se opone a esto.

Entonces, la unión del populismo de Trump con la obsesión de recortes fiscales de los republicanos pudiera ocasionar enormes y permanentes aumentos en los déficits fiscales.

Por lo tanto, esto representaría un gran reto para la Reserva Federal (Fed) de EE.UU. La respuesta obvia sería endurecer la política monetaria. Trump ha indicado que está a favor de hacerlo, expresa The Street.

Pero también ha indicado que la economía debiera crecer a cerca de un 4 por ciento al año. Eso parece imposible dado el lento crecimiento de la fuerza laboral.

Lo que realmente suceda dependerá de si Trump hará como presidente lo que declaró como candidato, y de su interacción con el Congreso.

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