Amigos queridos:
El día que llegué a la ciudad de Oaxaca lo primero que hice fue pasear por el zócalo. Uno de los lugares más acogedores del mundo, con su quiosco en el centro, rodeado de enormes árboles, la periferia conformada por arcos llenos de restaurantes y cafés en los que bulle vida a toda hora.
Tanto propios como extraños se instalan a tomar un cafecito, un chocolatito o bien un mezcalito. No sé ¿por qué? Pero ahí todas las bebidas son en diminutivo. El lugar te invita a instalarte por horas ya sea a platicar, leer o simplemente ver pasar a la gente, a los artesanos, escuchar a los músicos ambulantes y gozar de una bella vista. Es perfecto para hacer nada.
Desde el lugar en el que elegí pasar unas agradables horas de ocio veía el Palacio de Gobierno es un edificio de cantera verde, como casi todas las construcciones en el centro de Oaxaca. En la base tiene arcos guardando la armonía arquitectónica de la plaza, en el segundo piso están los balcones con un hermoso trabajo de herrería, en la parte superior una enorme campana y por supuesto el escudo nacional.
Me apetecía entrar al recinto. Había ido anteriormente y recordaba que me gustaron tanto la construcción como los murales que la decoran; pero sobretodo me agradó la laxa seguridad y la amabilidad de los militares.
Para mi gran sorpresa en esta ocasión no me dejaron entrar por la puerta principal; me indicaron que la entrada estaba en uno de los costados, en donde para mi mayor sorpresa e indignación me cobraban la entrada, pues ahora era un museo. Hice un gran berrinche, pero pagué el boleto.
El interior hermoso como lo recordaba con su enorme patio central, la impresionante escalinata decorada por los hermosos murales de Arturo García Bustos que narran la historia de Oaxaca desde la época prehispánica, pasando por la conquista hasta la conformación de la nación en la que esta ciudad ha jugado un papel central sobre todo en la Reforma.
Y ya que estaba ahí decidí curiosear por las salas del museo. Fue una de las más gratas sorpresas en el viaje.
Se trata de un lugar interactivo diseñado para niños (de cualquier edad) en el que a través de juegos aprendes de geología, microcosmos, macrocosmos y sobre todo de diversidad.
Me pareció una maravillosa lección de humildad. El ubicar a la Tierra como un pequeño planeta, dentro de un Sistema Solar en un Cosmos Infinito. Uno de los juegos es una bicicleta fija en la que pedaleas y vas viendo un video en el que narra las eras de nuestro planeta, las piernas no me dieron para llegar al final así que no vi la aparición del hombre, somos tan recientes.*
Lo que más me gustó fueron las salas dedicadas a mostrar la diversidad tanto de género, raza, cosmovisión y religión. El enfoque de respeto hacia lo distinto, te siembra una semilla por querer conocer y valorar al otro. Lo más importante te crea conciencia, en que para él, tú eres el otro.
A veces creo que no nos damos cuenta de lo intolerantes que somos hacía los demás y hacia nosotros mismos.
Me encanta que estén educando así a las nuevas generaciones, si van a Oaxaca probablemente no lo tengan en el itinerario, pero créanme: vale la pena darse una vuelta.
Por último les deseo un 2012 lleno de luz, paz y plenitud.
Les mando un largo y apretado abrazo.
Claudia.
*Según Carl Sagan en su Calendario Cósmico, si comparáramos la historia
del Universo con un año de nuestra existencia, podríamos establecer
que la aparición y desarrollo del género Homo en el planeta
se correspondería sólo a la última hora y media del 31 de diciembre.