Amigos queridos:
En días pasados fui con mi querido amigo Alberto Juárez a caminar por la Plaza de Santa Catarina, una de las más pintorescas de Coyoacán. Te invita a sentarte con un café en la mano, a disfrutar bajo la sombra de los árboles y admirar la fachada barroca de la capilla franciscana.
Justo enfrente de la misma se encuentra el Teatro Santa Catarina en donde actualmente se presenta El Dragón Dorado, de Roland Schimmelpfennig, bajo la dirección de Daniel Giménez Cacho.
En la cocina de un pequeño restaurante chino, cinco cocineros nos narran historias diferentes de manera intercalada. Al principio el único vínculo aparente es el Dragón Dorado, pero conforme se van desarrollando, todas se entrelazan con pequeños roces tangenciales que pueden cambiar la vida en un segundo.
Me parece un texto de lo más creativo. A partir de un dolor de muelas refleja la miseria humana tristemente tan común y globalizada.
La dirección escénica es asombrosa, todo gira en torno a un rectángulo. Cada actor representa al menos tres personajes y alguno hasta cinco, nunca pierden el balance, un verdadero trabajo en equipo.
Juegan en escena con los cambios algunos drásticos al representar personajes diametralmente opuestos a la fisonomía del actor, otros más sutiles; pero todos bien logrados. Me llevaron a imaginar en todo momento y mediante un juego de matriuskas me fueron envolviendo en una trama compleja y abrumadora.
Es una propuesta que vale mucho la pena, al menos Betito y yo salimos encantados y dispuestos a cenar en el tradicional merendero Las Lupitas.
Si aún te quedan ganas puedes pasear por el temido Callejón del Aguacate.
Espero que lo disfruten.
Les mando un largo y apretado abrazo,
Claudia