Un acercamiento al suicidio y sus múltiples manifestaciones.
El suicidio, del latín sui– sí mismo- y caedĕre -matar- es literalmente el acto de matarse a sí mismo.
La muerte provocada deliberadamente por un individuo siempre ha sido un motivo de controversia social, aunque en la concepcion actual representa un acto que deviene de la desesperación, enfermedades mentales o de diversos estresores, a lo largo de la historia el suicidio ha sido considerado un pecado – las religiones abrahámicas lo consideran así debido a su creencia en la santidad de la vida-, una forma de resarcir un fracaso o como protesta -el harakiri japones es un acto sumamente respetado-, o bien, una exigencia -el satí obliga a la inmolación de las mujeres que han quedado viudas de su recién fallecido marido-.
Desde la perspectiva de Anna Freud, el suicidio es la máxima consecuencia de la Vuelta Contra Sí Mismo, un mecanismo de defensa que incluye el desplazamiento de la agresión, la cual será dirigida hacia el propio self, haciendo que la persona se vuelva su propio blanco sustitutivo de impulsos de rabia, irritabilidad y agresión.
Las personas con tendencias suicidas suelen ser personas que acostumbran lastimarse ‘sin querer’ -aunque internamente conservan un verdadero deseo por hacerse daño-. Mantienen comportamientos que indirectamente les llevan a lograr su cometido o llevan un historial de accidentes cada vez más graves o constantes.

Suicidas en territorio nacional
De acuerdo con cifras del INEGI, en México mueren más de 80 mil personas a causa del suicidio. Esto significa que 1 persona comete suicidio cada 40 segundos. Representa la segunda causa de muerte entre adolescentes -antecedido únicamente por accidentes de tránsito-.
En la antigua Atenas los suicidas no recibían honores ni entierros normales, eran confinados a las afueras de la ciudad sin sepultura ni lapida. En Roma el suicidio comenzó a ser un crimen debido a que su práctica (generalmente por parte de esclavos) conllevaba un alto costo económico al estado. En la Europa Cristiana el suicidio comenzó a ser visto como un pecado, en Francia el cuerpo del suicida era arrastrado por las calles y posteriormente colgado en la basura.
Fue hasta el Renacimiento y el año de la luz cuando el suicidio comenzó a modificar el estigma social que había mantenido hasta entonces y autores como David Hume -en sus ensayos sobre el Suicidio y la Inmortalidad del Alma- argumentaron que:
Un hombre que se retira de la vida no hace daño alguno a la sociedad; lo único que hace es dejar de producirle bien. Y si esto es una ofensa, es, ciertamente, de la más modesta especie”

¿Qué sucede en una mente suicida?
Aún cuando en ocasiones puede llegar a ser un acto impulsivo, el suicidio, nunca es improvisado. El sujeto puede haber mantenido una ideación suicida e incluso un elaborado plan para su realización desde años antes de cometer el acto.
Estos individuos poseen un sentido de indefensión y desesperanza ante las situaciones que los afectan. Las personas suicidas exhiben algunas características tales como impulsividad, baja tolerancia a la frustración y son personas de poca resiliencia. Suelen ser pacientes más agresivos, exigentes, dependientes e insatisfechos que los demás y a menudo presentan alguna patología psíquica relacionada a los problemas de ansiedad, depresión o psicosis.
Los indicadores y comportamientos suicidas varían en cada persona aunque a menudo existe:
- Aislamiento, soledad, perdida de apoyo social
- Fantasía, amenaza, intentos o ideación suicida (muchas veces llegan a comentarla con alguien)
- Heteroagresividad
- Estados depresivos en los cuales se pierde el interes por las cosas, existen cambios en la alimentación y el sueño o perdida de conexión con vínculos familiares y sociales
- Aún cuando el sujeto se ha mantenido notablemente decaído durante un largo período de tiempo, un día y ‘de la nada’, comienza a comportarse más feliz o relajado y parece no tener preocupaciones -esto indica que posiblemente ya ha tomado la decisión de cometer suicidio y solo esta esperando el momento para hacerlo-
La Asociación Internacional para la Prevención del Suicidio (IASP) y la OMS conmemoran cada 10 de septiembre el Día Internacional para Prevenir el Suicidio,
Tender la mano y salvar vidas”.
Es el tema elegido para este 2015 y de acurdo con las organizaciones este es un intento por concienciar a la sociedad e invitarla a un trabajo activo en la lucha del suicidio:
es difícil imaginar el dolor psicológico extremo que lleva a alguien a decidir que el suicidio es el único recurso. Tender la mano a quien están luchando con ese sufrimiento salvará vidas.”
Una de las claves de la prevención está en interés y preocupación por las personas vulnerables. Esto implica:
- Preguntarles por su estado de ánimo
- Escuchar activamente, eludiendo cualquier enjuiciamiento
- Mostrar interés por ellos
- Romper el aislamiento, propiciando la creación de lazos sociales
- Ayudar a las personas a re conectar con la vida a través de nuestra presencia
