En 2014, a 101 años de su existencia, el Ejército Mexicano se posiciona como una de las instituciones más conocidas, admiradas y criticadas de nuestro país.
En su trayectoria se encuentran no sólo conflictos bélicos históricos y asistencia en desastres naturales, sino también casos registrados de abusos y participación en ataques directos a la población civil. Tras varios puntos determinantes en su historia, el contexto actual amerita una observación a profundidad sobre esta institución, a fin de ubicar su lugar en el panorama actual de la vida política y social de México.
La institución castrense mexicana traza su propia historia desde la época prehispánica, cuando las doctrinas y conocimientos se transmitían a los nobles jóvenes a través del Calmecac, el Centro Náhuatl de Educación Superior Militar. El conquistar era parte de la cultura azteca, que estableció las guerras floridas como una forma de culto para obtener prisioneros que eran ofrecidos como sacrificios al Sol, más allá incluso de la voluntad de conquista. Entre las armas que utilizaban destacan la honda, el arco, la flecha con puntas tradicionales o envenenadas, dardos, la macana y el átlatl, un poderoso lanza dardos.
En la época de la Nueva España, se constituyeron cuerpos de seguridad para repeler los ataques de amenazas exteriores y, finalmente, interiores. Entre 1568 y 1789, alrededor de 121 fuerzas militares fueron creadas para proteger al Virreinato español. Tras la guerra de Independencia, en 1822, se creó el Ejército Imperial Mexicano, como parte del fallido intento de implantar una monarquía en el recién liberado territorio.
No obstante, la guerra con Estados Unidos fue un momento de importancia para la consolidación de una verdadera fuerza defensora del territorio mexicano. Este conflicto marcó un parteaguas en la historia de nuestro país, no sólo al dejar una marca indeleble en los libros y las conciencias de los mexicanos, sino también en su institución militar, al crear iconos como los Niños Héroes.
Tras las bases puestas por el liberalismo de Benito Juárez, seguiría el régimen Porfirio Díaz, en el cual –como en varios ámbitos de la vida mexicana- se modernizaría a las fuerzas militares, con nuevo armamento y la industria militar, además de dar mantenimiento a las armas, se promovió la inversión de tecnología militar.
A la guerra de Revolución, resultado del descontento social ante el Porfiriato, seguiría la creación del Estado Mayor Presidencial y la Inspección General del Ejército. Sin embargo, el Ejército Mexicano tal y como lo conocemos nació el 19 de febrero de 1913, cuya designación de Ejército Constitucionalista vendría tras la victoria de las fuerzas revolucionarias y la promulgación de la Constitución de 1917, cuando se convertiría en el Ejército Nacional.
Finalmente, en 1948, adoptaría el nombre de Ejército Mexicano.
Bajo la política de neutralidad y paz que los gobiernos mexicanos del siglo XX y XXI se han desenvuelto en términos de diplomacia externa, el Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos no se ha visto involucrado en conflictos armados con fuerzas de otros países. Sin embargo, su labor no ha sido pasiva, y han estado presentes en eventos de asistencia a la población como catástrofes naturales.
La directriz principal que siguen las fuerzas militares en estas situaciones es el Plan de Auxilio a la Población Civil en Casos de Desastres Plan DN-III-E, que es un anexo a la Planeación de Defensa Nacional que se orienta a actividades de auxilio a la población civil afectada por desastres naturales como volcanes y sismos, tormentas tropicales, huracanes e incendios, entre otros.
Las fuerzas militares también han enfrentado la cada vez más creciente amenaza del crimen organizado y el narcotráfico bajo una nueva estrategia de seguridad. El impacto de la confrontación ha sido tal que actualmente se posiciona como el único conflicto bélico directo que los cuerpos militares mexicanos han librado con un enemigo, en este caso interno.
Modernización, el siguiente paso
La institución militar busca modernizarse ante los nuevos retos del futuro, -incluso- algunos de los cuales ya comienzan a presentarse. El titular de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), el general Salvador Cienfuegos Zepeda, indicó en septiembre pasado que entre los objetivos que se buscan durante este sexenio está fortalecer el perfil profesional, así como tener “un enfoque de vanguardia observado en los ejércitos más modernos”, y consolidar el compromiso con la ciudadanía.
No obstante, de acuerdo a información de Banco Mundial, el presupuesto destinado a la Sedena es de los más reducidos a nivel global, al ubicarse en el 0.5% del Producto Interno Bruto, por debajo de países como Belice, El Salvador, Honduras y las Islas Fiji, entre otros. Sin duda, los pendientes son muchos para el Ejército y la Fuerza Aérea Mexicanos, que más allá de la adoración o la descalificación, representa uno de los pilares de las instituciones que conforman a nuestro país.
Por Gustavo Pérez.