Todo inició el 30 de julio del 68: el día que el Ejército derribó la puerta de la prepa 1 de la UNAM

La destrucción de la puerta de la Prepa 1 marcó la primera intervención militar ordenada por el entonces presidente Díaz Ordaz en contra de los estudiantes. Tras estas acciones, la UNAM y el IPN cerraron sus puertas dando inició a las acciones más álgidas del movimiento estudiantil de 1968.

 

La madrugada del 30 de julio ocurrió un hecho sin precedentes en la historia de México, un hecho que marcaría la antesala de una herida que permanece abierta 50 años después: la matanza perpetrada el 2 de octubre de ese mismo año, en contra de estudiantes mexicanos que se congregaban en un mitin en la Plaza de las Tres Culturas.

El lunes 29 de julio del 68, las autoridades capitalinas disolvieron un mitin estudiantil que se realizaba en la plancha del Zócalo de la Ciudad de México, frente a Palacio Nacional. Los estudiantes de la UNAM y del Instituto Politécnico Nacional (IPN) exigían justicia por la represión en contra de los alumnos de las vocacionales 2 y 5 que tuvieron lugar el 23 de julio de ese fatídico año.

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La Puerta de San Ildefonso

Lo que hasta entonces se había perfilado como una protesta pacífica de estudiantes, escaló a un nivel de represión sin precedentes de parte del gobierno de Gustavo Díaz Ordaz. La noche del 29, estudiantes se enfrentaron con policías que impedían la llegada de manifestantes al Zócalo capitalino.

Los choques entre jóvenes estudiantes y autoridades se extendieron hasta la madrugada del 30 de julio, momento en que varios alumnos y protestantes se refugiaron en la Preparatoria 1 de la UNAM, que en ese entonces se ubicaba en San Ildefonso.

Durante las primeras horas de ese día, varios soldados comandados por el general José Hernández Toledo llegaron al Centro Histórico: se trató de una orden directa del entonces secretario de Gobernación, Luis Echeverría, quien a la postre sería el sucesor de Ordaz, bajo el argumento de que la policía preventiva del DF no era capaz de someter a los jóvenes.

Los estudiantes pensaron que estarían a salvo dentro de la Preparatoria Nacional, después de todo, no había ocurrido antes un ejemplo de represión violenta de parte del gobierno en contra de los estudiantes. Se equivocaban. Díaz Ordaz autorizó la movilización del Ejército y entonces ocurrió lo impensable.

A bordo de jeeps militares, con tanques ligeros y armas largas, los solados salieron de sus cuarteles y en la madrugada del 30 de julio, irrumpieron de forma violenta en las preparatorias, 1,2 y 3. En San Ildefonso, ocurrió una escena siniestra que quizá pronosticó lo que sucedería meses más tarde: los solados derribaron de un bazucazo la puerta colonial, ornamento de la época barroca y labrada en el siglo XVIII, de la Preparatoria 1.

El bazucazo, los muertos

La destrucción de la puerta de la Prepa 1 marcó la primera intervención militar ordena por el entonces presidente Díaz Ordaz en contra de los estudiantes. Tras estas acciones, la UNAM y el IPN cerraron sus puertas dando inició a las acciones más álgidas del movimiento estudiantil de 1968.

“La puerta por donde miles de estudiantes universitarios habíamos cruzado durante muchas generaciones, para escuchar y aprender de los mejores maestros que ha dado México, estaba convertida en astillas. Y así la moral de los viejos y nuevos universitarios. La escena era simbólica, significativa: el conflicto había rebasado los límites de la prudencia y tomaba perfiles catastróficos”, dijo entonces Jacobo Zabludovsky, uno de los primeros reportes en llegar al lugar de los hechos.

Poco sospechaban él y cientos de mexicanos que en menos de dos meses a partir de esa fecha, se escribiría una de las páginas más sangrientas en la historia moderna de México. Una historia que 50 años después sigue sin aclararse del todo.

¿Cuántas personas murieron el 2 de octubre de 1968? Parece imposible saberlo. El Consejo Nacional de Huelga informaba el 6 de octubre que se contabilizaban hasta ese momento cerca de 100 muertos, pero sólo se referían a las muertes de las que tenía conocimiento. Se contabilizaban los heridos, decía, por miles.

Más tarde, el CNH anunció que no realizarían nuevas manifestaciones o mítines, no después de que las “fuerzas represivas” provocaran la muerte de 150 civiles y 40 militares. Para el gobierno de Díaz Ordaz, sin embargo, la cifra oficial que dio a la prensa mexicana y extranjera fue de 26 muertos, mil 43 personas detenidas y 100 heridos.

Para la Embajada de Estados Unidos en México, según documentos desclasificados, la cifra de víctimas mortales estaría entre los 150 y las 200 personas. Algunas fuentes hablan de más, otras de menos. Octavio Paz, en su libro “Posdata”, cita a la prensa inglesa que cifra los muertos en 325.

“¿Cuántos murieron?… -El periódico inglés The Guardian, tras una investigación cuidadosa, considera como la más probable: 325 muertos.– Los heridos deben haber sido miles, lo mismo que las personas aprehendidas. El 2 de octubre de 1968 terminó el movimiento estudiantil. También terminó una época de la historia de México… La actitud gubernamental. ¿Cómo explicarla?… La matanza de Tlatelolco nos revela que un pasado que creíamos enterrado está vivo e irrumpe entre nosotros”, escribió Paz.

Este año se conmemora en México el 50 aniversario del movimiento estudiantil de 1968. Las verdades, las certezas, parece, serán muy difíciles de esclarecer sin importar los años que pasen.

La herida, sin embargo, permanece abierta, latente, siempre dispuesta a recordarnos que la represión del 68 marcó una historia trágica, pero también el despertar político, de golpe e inesperado, de una generación que sería fundamental en los cambios que se producirían en la capital del país en los años por venir.

Con información de Gaceta Unam

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