Los hábitos son como la ropa interior, son mejores cuando los cambias regularmente… ¿no sabes cómo? ¡Los expertos te enseñan los secretos para el cambio definitivo!
Comencemos por definir un hábito que, de acuerdo con la Real Academia de la Lengua Española, es un modo especial de proceder o conducirse adquirido por repetición de actos iguales o semejantes, u originado por tendencias instintivas. La mayoría de las personas los tenemos… quizás prefieras comerte los crutones antes que la sopa, lavar tu ropa por las noches o llamar a tu mamá el quince de cada mes; y todas tus ‘particularidades’ -no las llamaremos deliberadamente actos excéntricos- son algo ya instaurado en ti y probablemente seguirán siendo cosas que se presenten a lo largo de tu vida pero hay de hábitos… a hábitos.

Si bien existen algunos que no lastiman a nadie -porque algo como salir a andar en bici todos los domingos puede ser realmente un hábito genial- los hay también nefastos -el hábito de arruinar buenos trabajos o el hábito de consumir heroína podrían resultar ser muy malas decisiones- y estos aprendizajes de vida, rituales inconscientes o rutinas cotidianas sí que resultan dañinos para la propia integridad física y, en algunos casos, perjudiciales para la salud anímica e interpersonal.
El movimiento no existe fuera de las cosas, pues todo lo que cambia, o cambia en orden de la sustancia o en la cantidad, o en la calidad, o en el lugar.”
Cuando Freud acuño esta frase, se refería al proceso de cambio que existe en las terapias psicoanalíticas, y más específicamente, se refería a la esencia misma del cambio que no puede devenir de otro lugar otro que no sea el propio interior de la persona. Ahora bien, del dicho al hecho … pues el camino debería de ser derecho ¿qué más? Después de todo tu cerebro tiene la capacidad de hacerlo porque aún cuando popularmente se piensa que un perro viejo no aprende nuevos trucos, lo cierto es que existe dentro de nuestro poderoso aparato psíquico algo llamado plasticidad, nombre asignado a la capacidad que tienen nuestras neuronas para interconectarse, formar más canales y adquirir nueva información o cambiar las estructuras y procesamientos existentes.
El cerebro es una esponja moldeable, no obstante, cambiar de hábitos no es algo sencillo pues usualmente se relaciona con algo más psíquico que orgánico. Algunos factores que influyen en el deseo -o la falta de este- de cambiar de hábitos son aspectos como la motivación, la actitud o la comodidad y recompensas que nuestro habito nos proporcione.
Hasta hace poco se pensaba que modificar y automatizar hábitos requería de un periodo de aproximadamente 21 días pero un estudio realizado por la University College en Londres encontró que convertir un nuevo objetivo o actividad en algo automático -sin que nos conlleve un esfuerzo de voluntad casi intolerable- nos toma alrededor de 66 días. Jane Wardle, autora del estudio, afirma que este es el tiempo real que nuestras conexiones sinápticas tardan en aceptar una constante y logran adaptarla a la rutina vital del sujeto.

James Prochaska y Carlo Diclemente crearon un modelo de estudio que buscaba rastrear los procesos por los que pasa una persona antes de llegar al cambio, notaron que todos ellos necesitan ser cumplidos antes de que el sujeto alcance su meta final e identificaron algunos aspectos importantes para llegar al cambio:
PRE-CONTEMPLACIÓN
Esta es la fase en la cual las personas no están interesadas en cambiar o tomar acciones en el futuro cercano. Puede que se encuentren desinformadas acerca de las consecuencias de sus comportamientos y que hayan intentado cambiar en diversas oportunidades, entonces se han desmoralizado en sus habilidades para lograrlo. También pueden estar defensivos o negados a que existe el problema.
CONTEMPLACIÓN
El primer inicio en el proceso de cambio, en este momento la persona se encuentra consciente de los pro del cambio y también de los contra. Encontrar el equilibrio entre ambas situaciones puede provocar una ambivalencia profunda y puede inmovilizar a la persona en esta etapa durante un largo periodo.
PREPARACIÓN
Estos individuos cuentan ya con un plan de acción y han logrado un cambio significativo durante ese año. Las personas en la fase de preparación, hacen justo eso; y a través de materiales de lectura, cursos, grupos o un enfoque de auto-cambio se plantean las bases para continuar con su meta.
ACCIÓN
Momento en el cual la persona ha logrado modificaciones observables en su estilo de vida. Aún cuando un cambio conductual es importante, no todas las modificaciones del comportamiento son acción pues para ella, se debe entrar a un proceso de reestructuración psíquica y luchar contra todas aquellas cosas que nos mantienen aferrados al habito que se desea cambiar.
MANTENCIÓN
Aquí, las personas trabajan para impedir la recaída, pero no aplican los procesos de cambio como lo hace con frecuencia las personas en la fase de acción. Están menos tentados a las recaídas y se confían más en que pueden continuar con el cambio. Una razón común para las personas que recaen tempranamente en la fase de mantención es que no están bien preparados para prolongar los esfuerzos necesarios para avanzar en la mantención. Muchos piensan que lo peor ocurrirá dentro de unas pocas semanas o unos pocos meses. Si ellos cesan muy temprano en sus esfuerzos, tienen un gran riesgo de recaída.
Es importante recalcar que el cambio es un proceso que se desarrolla a través del tiempo, esto implica una progresión hacia las fases. Y después de todo, como Michel Foucault solía decir:
No siento que sea necesario saber exactamente lo que soy. El principal interés en la vida y obra es convertirse en alguien que no se era al principio.”