Ese complejo órgano que te trae problemas cada vez que te saltas una comida y se agita cuando miras a tu crush ¿Es el estómago más inteligente de lo que piensas?
Desde siempre ha habido, en todas las culturas, una estrecha relación entre el estómago y todo lo que es propio del humano. Ya los chinos pensaban en este como el productor y receptor de todas las emociones humanas y es por eso que ellos, sienten con el estómago más que con cualquier otro órgano -de hecho, ellos te aman con sus vísceras y no con su corazón-.
Lo sabía también Napoleón al declarar “un ejército pelea con su estómago”. No por nada los nervios, el amor, el miedo o la ira se generan en el centro mismo de nuestro cuerpo y, en general, las personas confían en su instinto. Instinto que les dicta que cuando está bien el estómago, todo está bien.
Una de las consecuencias más importantes del hecho de ser animales es que tenemos ese pozo sin fondo llamado estómago y poseemos también la obligación -y la franca necesidad- de llenar ese pozo, sin embargo, en el curso de la historia humana el estómago ha servido como catalizador para millones de sensaciones, emociones y lamentos que van más allá del hambre.

Cuando la ciencia decidió analizar este hecho descubrió que la causa más probable apuntaba a una simple respuesta: nuestro estómago tiene cerebro propio. Muchas de las células que existen en el cerebro, existen también en el estómago y este posee una especie de inteligencia premonitoria que se asemeja a la capacidad intelectual de un gato – ambos comparten cien millones de neuronas-.
Aunque el pequeño cerebro en nuestros intestinos no realiza un complejo trabajo de razonamiento si cumple con las funciones esenciales de digerir nuestra comida -acto que conlleva mucha labor de mezcla, contracción y absorción que logra al final extraer los nutrientes de la comida-. De hecho, es el estómago el órgano que cuenta con línea directa al cerebro y le manda señales más rápidamente, el cuerpo le ha dado un lugar tan privilegiado que incluso tiene la capacidad de protestar ante los nervios o el miedo haciendo que la sangre con la que funciona se desvié a los músculos y respondan a su antojo ¿Por qué? cuenta con una conexión hacia el nervio vago, encargado de regular todas las emociones en nuestro sistema.
Giovanni Cizza, jefe del departamento de Neuroendocrinología de la Obesidad en el National Institute of Diabetes and Digestive and Kidney Diseases, en EstadosUnidos, asegura que la comida tiene la capacidad para afectar nuestro humor y emociones. Y aunque por años se pensó que esto era un acto de rememoransa meramente psicologico, hoy se plantea la posibilidad de la comida como un potencializador de las neurohormonas que se encuentran en el estómago y envian señales al cerebro.
Las comidas que reconfortan no son un mito, Cizza ha encontrado que los ácidos grasos en los alimentos reducen a la mitad las emociones de tristeza y el hambre, las regiones del cerebro conocidas por moderar las emociones se activan al contacto con los alimentos. Es de hecho tu estómago el que dicta al cerebro qué buscar cuando de comer y sentirse mejor se trata.

Por Diana Caballero