El reto de los ingresos

Uno de los temas que no ha sido tocado por los candidatos es el relacionado con los ingresos públicos. Hasta ahora hemos gozado de la buena suerte de que el precio del petróleo se ubique muy por arriba de lo presupuestado, aunque no el petróleo es para siempre, ni los iraníes seguirán jugando por mucho tiempo su juego suicida de amenazar al mundo con sus rollos nucleares. Si en un descuido sus vecinos les toman la palabra y les van a poner un severo estate quieto, muchos en tierras mexicas van a añorar los tiempos aquellos en que era más fácil prometer, gastar y derrochar, que cobrar.

En reto no es sencillo y podemos mencionar, para empezar, que casi 70% de la población que percibe algún ingreso no gana lo suficiente y no está obligado a declarar. Otro 23% de plano no percibe ingresos o recibe menos de un salario mínimo, dejando sólo a un 9% que gana más de 5 salarios mínimos y desde luego están obligados a declarar. En este pequeño segmento están el hombre más rico del mundo y algunos de los que quieren emularlo, para ver si logran aparecer en la portada de Forbes por lo menos y son quienes sostienen la recaudación del ISR a las personas físicas. No es cuestión de ineficiencia, es simplemente de distribución del ingreso.

Claro que una acción es verificar que todos los que deben pagar lo hagan y lo hagan bien; esto es, trabajar para eliminar la elusión fiscal, aunque debemos considerar el costo- beneficio del asunto y en un descuido se gasta más en cobrar que lo que se aumentan los ingresos.

Del lado del ISR a empresas la estadística ayuda a poner varias cosas en claro. La gran mayoría de las empresas son micro, pequeñas y medianas, que a duras penas cuentan con algunos registros contables, la mayoría no tiene registro fiscal y otra inmensa proporción desaparece en el segundo aniversario de haber iniciado operaciones. A las empresas restantes, las medianas y grandes ya están registradas y pagan impuestos, en especial desde que se instituyó el IETU, que obliga a pagar el impuesto que resulte más elevado, entre el cálculo del ISR y el IETU. Si bien es cierto que existen muchas formas en que las empresas eluden el pago, pagan menos o de plano no declaran, al contar con contadores que resultan muy buenos planificadores fiscales, o por lo menos así se venden, aquí también hay que tener presente que los programas de fiscalización son costosos y peor aún, son un incentivo enorme para que quienes van a fiscalizar soliciten una lana por fuera para hacerse de la vista gorda. Vaya lío.

En estas condiciones los expertos en cuestiones fiscales han establecido desde hace varias décadas, que lo más eficiente ante estos problemas de distribución y cobertura, lo mejor es tener un buen impuesto al gasto, con una buena tasa, uniforme y universal. Aquí sí que hay madera de donde cortar. Primero, una buena idea sería unificar la tasa, de preferencia un poco más elevada y dejar de creer los argumentos guajiros de que la tasa reducida en la frontera fomenta al turismo y les permite vivir dignamente a los habitantes de esas ciudades. Otro de los sueños guajiros tiene que ver con el efecto regresivo del impuesto si es que se decide gravar alimentos y medicinas. Lo mejor sería diseñar una muy pequeña canasta de productos básicos y dejarla fuera. La corrección que esto lograría para balancear las finanzas sería significativo.

Finalmente debemos traer a la mesa el problema de seguir tratando a ciertos sectores y actividades como retrasados mentales, o discapacitados y no atreverse a cobrarles a todos. Así como la gente tuvo que aprender a usar la televisión, el radio o la computadora, así todo el mundo debe ocuparse en aprender a declarar y pagar impuestos como otro ciudadano normal, común y corriente. Otro de los aspectos que ya resulta intolerable en nuestro país, que presume de mucho desarrollo, es que la gente siga presumiendo del ridículo impuesto predial que se paga en casi todo el territorio. Con notables excepciones, por lo general en las zonas ostentosamente ricas, el impuesto es inexistente y hace que la dependencia de los municipios de las participaciones de impuestos federales sea exagerada.

Podemos ver que ante la catástrofe hay opciones; ahora a ver quién es el macho que las ejecuta.

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