Empresarios defeños también sufren de corrupción y no hacen nada por combatirla

Que tú seas muy abierto en términos del acceso a la información, no significa que estés controlando la frecuencia con la que esa práctica se da en trámites, servicios, verificaciones y otros asuntos.

Ciudad de México (elsemanario.com).- La encuesta sobre la percepción de la corrupción que emitió El Universal hace unos días, sólo confirma lo que se había registrado ya en otros instrumentos. El índice nacional de corrupción y buen gobierno ya colocaba al Distrito Federal en la posición 32 de 32, en estos temas. Así lo confirma para elsemanario.com, Eduardo Bohórquez, director general de Transparencia Mexicana. También está el estudio del INEGI que -en términos de prevalencia y corrupción- coloca al DF en una posición desfavorable, “entre las cinco con mayor prevalencia en el país”, menciona el director de la organización.

Bohórquez contempla dos problemas en este momento en la ciudad de México:

1.- Se han confundido “acceso a la información pública o transparencia” con “control de la corrupción”. “La ciudad de México tiene los índices más altos y más favorables de entrega de información pública a los ciudadanos, a través del infoDF (Instituto de Acceso a la Información Pública y Protección de Datos Personales del Distrito Federal), pero el que tú seas muy abierto en términos del acceso a la información, no significa que estés controlando la frecuencia con la que hay corrupción en trámites, servicios, verificaciones y otros asuntos”.

2.- El segundo problema, menciona el entrevistado, tiene que ver “con la apertura de algunos funcionarios”. Es decir, que hagan publica su declaración patrimonial los miembros del gabinete o el jefe de gobierno, no da veracidad de que los inspectores, supervisores, funcionarios del instituto de verificación o las mismas autoridades delegacionales “estén en el mismo estándar; en realidad lo que nos hemos encontrado en el Distrito Federal es justamente que en los dos casos no salieron bien”. El avance de algunos en el gabinete no puede generalizarse.

Bohórquez explica que hay tres cosas muy sencillas que no están haciendo los empresarios en el Distrito Federal con el objetivo de aportar a la transparencia y eliminar la práctica de corrupción que abruma a nuestra sociedad.

También enfatiza que, por lo regular, las empresas en el DF no tienen políticas anticorrupción y sólo se han adaptado a las condiciones que les establecen las autoridades locales. De esta manera, no diseñan planes ni estrategias para tratar de enfrentar el problema de frente en su operación cotidiana. Por ello, Bohórquez indica que ante estas situaciones:

-Lo primero es tener una estrategia anticorrupción y reconocer que este es un problema que les afecta en términos de su operación y de sus ingresos.

Después, es necesario coordinarse para tratar de enfrentar este problema, cosa que tampoco se hace. “El hecho de que lo denuncien públicamente no significa que hayan iniciado estrategias jurídicas o litigios que de manera colectiva, por ejemplo, a través de una acción coordinada de varias empresas” para poner a un funcionario -realmente- en situación de ser investigado y eventualmente sancionado. Así, las pequeñas y medianas empresas se sienten vulnerables ante la posible extorsión de las autoridades.

-Un tercer punto referiría a “sentarse con las autoridades centrales de la ciudad a definir estrategias de mediano plazo para enfrentar el problema, es decir, también hay que ir cambiando estructuras anquilosadas”.

Con esa claridad, el director de Transparencia Mexicana asegura que “no ha habido un trabajo del sector empresarial por tratar de crear un mejor entorno para hacer negocios en el que este tema sea una prioridad”.

Puntos básicos para una estrategia anticorrupción al interior de las empresas.

Primero, se debe reconocer que la corrupción es un problema y que tiene un costo directo. Se tienen que diseñar mecanismos para “paliar o para mitigar” los efectos que pueda tener.

Después, se tiene que definir y aclarar a todos los funcionarios que “no vas a tolerar prácticas deshonestas y que, en caso de que las hubiera, tienen que notificar a algunos de los funcionarios dentro de la empresa sobre esa posible práctica deshonesta”. Eduardo Bohórquez remata diciendo que “el espejo de la corrupción es el fraude”. Así, el control del fraude es un segundo punto muy importante.

Un tercer punto tiene que ver con que “los contactos entre empresarios y autoridades sean públicos y tengan un registro de lo que se discutió en esas reuniones”. Hacer públicas actividades de este tipo, para que ellos mismos sepan que se va a conocer con quiénes se reunieron y cómo se reunieron.

Lo anterior, nos trae a un cuarto punto, menciona: “ajustar tu modelo de negocios para tratar de fomentar un entorno más ético en el cual te beneficies. Y ahí son pocos los empresarios que están trabajando realmente para generar un entorno de negocios más apegado a la integridad” y menos en el amiguismo o el tráfico de influencias.

Por Alberto Cedeño, con información de Octavio N. Cervantes.

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