El fin de semana pasado, familia completa y auto lleno hasta el cepillo–como escena de Mecánica Nacional, pero censurada y en auto compacto-, buscando un territorio limpio, una región más transparente –como aquella relatada por Alfonso Reyes en Visión de Anáhuac: “viajero: has llegado a la región más transparente del aire”; y que sirvió de inspiración a Carlos Fuentes para su libro La región más transparente-,un lugar en donde nuestro destino próximo –digamos, a un kilómetro de distancia- pudiéramos ver y percibir en toda su dimensión y experiencia –un destino antípoda de la mal llamada, a la fecha,la región más transparente-;agarramos camino en busca de un lugar en el que fuese perceptible el medio físico –natural o urbano- que nos abrazaba y acogía, en busca de un sitio que nos permitiera vernos y percibirnos completamente, en la totalidad dimensional del ecosistema en el que nos encontrábamos –buscábamos lo opuesto a la ciudad con ‘contingencia’ ambiental, en donde resultaba difícil orientarnos visualmente: era como andar entre las ‘nubes’, pero sin lo idílico y lumínico de dicha experiencia-, estábamos buscando un lugar no ocupado por la mal llamada contingencia ambiental –y decimos mal llamada, porque la idea de contingencia refiere a un suceso o evento con posibilidad de existir, no algo que ya está presente- y deshabitada de sus progenitores principales: los autos…muchos y congestionados!
La tarea no fue sencilla, al menos al interior de la región centro -menos transparente del- país, conformada por el Distrito Federal y los Estados de México, Hidalgo, Morelos, Puebla, Querétaro y Tlaxcala, y resultó poco fructífera por el objetivo planteado: en busca de la región más transparente…pero, dentro de los límites de la región centro país!
Nos dirigimos, como buenos chilangos, al estado de Morelos –renegando, de origen, de los sitios de preferencia chilanga de los Estados de México y, de los de reciente inclusión, de Hidalgo y Querétaro-, a Cuernavaca –o, como le nombran sus moradores: cuernabaches, morelhoyos: la ciudad de la eterna brincadera!-, esperando la famosa eterna primavera, sin embargo no corrimos con suerte, en su lugar estuvimos embotellados en el tránsito de la ciudad –de la eterna atoradera-, haciéndonos sentir como en casa, como si nunca hubiésemos salido de la ciudad de México.
Pero si la ida tuvo sus infortunios, el regreso estuvo de efemérides. De regreso a la autopista, domingo por la tarde, familia todavía completa y el auto considerablemente menos lleno –ya sin cepillo de ningún tipo-, en el tramo que los guayabos llaman, con cariño y con cierta esquizofrenia, el libramiento –y uno se pregunta ¿libramiento de qué?-, la misma escena que a nuestra llegada, pero en sentido opuesto, los mismos autos con sus ocupantes que el sábado por la mañana transitaban para entrar a la ciudad o atravesarla, el domingo estábamos partiendo, curiosamente, con las mismas expresiones de fastidio, de desazón por lo que, bien sabíamos, nos estaba esperando adelante.
El primer obstáculo, que originó el primer congestionamiento vehicular y que era dequizás 5 kilómetros -o de 20 ó 30 ó 100 kilómetros…en este punto, recuerdo una escena de la películalos lunes al sol, de Fernando León de Aranoa, en la que Javier Bardem, actuando de Santiago –Santa, para los cuates-, les pregunta a sus compañeros, en el bar:
SANTA: Las ocho mil pesetas, por ejemplo. ¿Cuánto valen ocho mil pesetas?
[Lino lo mira sin entender]
LINO: ¿En euros?
SANTA: En pesetas. ¿Cuánto valen ocho mil pesetas?
LINO: [Se encoge de hombros] Ocho mil pesetas.
SANTA: Pues no. Pues no. ¿Lo ves? Para mí ahora, moralmente valen mucho más.
RICO: [Duda] ¿Diez mil?
SANTA: Mucho más. Diez millones. Más. Cien mil.
LINO: Joder, Santa, qué chorradas dices, cómo van a valer ocho mil pesetas cien mil millones–
y estaba materializado, de tal suerte, que podríaubicársele en la programación de pago por evento, pero no porque fuera algo ni trascendente ni importante ni relevante ni aterrador ni misterioso ni atractivo ni aventurero –como suelen ser los programas y series que ubican en esa programación- sino porque, la razón del congestionamiento vehicular, estaba originado por las miradas curiosas fisgonas, indiscretas, entrometidas, impertinentes e intrusas, de los conductores que, en su tránsito por la autopista, miraban –atónitos!, por supuesto- como si nunca, en su maravillosa vida, hubieran presenciado un choque automovilístico –uno, tan insignificante, que el saldo fue: ninguna víctima!- buscando algún indicio de sorpresa oculta, algún detalle prodigioso que atesorar para, luego de su baño matutino del lunes –sólo en aquellos que tocaba-llegar al trabajo y despepitarlo, con el mismo lujo de detalle que lograron en su análisis riguroso del suceso y, de esta forma, romper el tedio suscitado por el congestionamiento –en este punto, generado por ellos mismos- y el infortunio de su experiencia vehicular y de transportación, en el transcurso de su fin de semana familiar.
El segundo obstáculo, el más escandaloso de todos, no sólo por su tamaño y dimensión, sino por sus causas, debiera estar inscrito en los análisis de la antieconomía, del tránsito hacia la entropía, hacia escenarios de lainsustentabilidad territorial, económica, social y ambiental. Muchos kilómetros de por medio, familia aún completa –pero disgustada y agobiada-y auto en mismo estado de ocupación, preguntándonos qué pudo pasar –más allá de que somos, como diría el momflas: la muchedumbre!-, qué eventualidad, exótica y extraña ala emocionante vivencia de transitar por nuestras autopistas, ha acontecido para que nos encontremos a la mitad del recorrido observando con lujo de detalle lo único que en ese momento se encontraba en movimiento: los árboles atravesados y frotados por el aire, por ese estado de la materia que desobedece a la gravedad y obedece a la temperatura y a los gases!Gases que, en nuestro embotellamiento vehicular, alimentábamos frenéticamente, sin percibir el eureka! que el viento nos pedía a gritos observáramos. Cuál fue nuestra mayor pesadumbre y disgusto al comprender que la causa del embotellamiento era el proceso de pago que realizamos en las casetas de cobro –supuestamente pagamos para transitar con cierta velocidad y comodidad, bueno, supuestamente!-, el sistema de pago manual y en efectivo que hacemos ante al cobrador –o cobrones, como en antaño les decían- quien, en el mejor de los casos, realiza su trabajo de la manera más humanamente eficiente –en los peores casos, de la manera menos exigente posible- con los recursos y la tecnología con los que cuenta para ello.
La situación, del todo delirante, lleva años en el mismo estado –y en el mismo lugar, bueno, la caseta la van alejando de la ciudad, la mueven más hacia fuera…seguramente llegará el momento en el que la tendrán que ponerla en Cuernavaca o, como veremos, de plano quitarla-, con la misma idea, con el mismo sistema –un poquito con más caché, pero la misma idea-, quizás sólo podemos puntualizar como componente de modernización y mejoramiento la incorporación del sistema IAVE que, de todas formas obliga que los autos se detengan, al menos por unos segundos –fenómeno que ocasiona más o menos congestionamiento, pero al fin al cabo, lo ocasiona-, porque requiere de cierta pericia del conductor para dar en el clavo del lector y que la puerta se abra. El desincentivo es de tal magnitud que uno imaginaría que la gente, con el tiempo,tendería a ir desistiendode los fines de semana en Cuernavaca, en la ciudad florida –en la Florencia mexicana, la cittá dei fiori-, pero parece ser que, para el chilaquil, más vale ‘escaparse’ de los malestares de la ciudad, aún pasando por los mismos fenómenos vehiculares –o peores- que quedarse en la jungla de asfalto.
El fenómeno del cobro por el uso de las autopistas en México y, en particular, en aquellas ubicadas dentro de la región centro del país –dejando al margen, al menos por ahora, la discusión sobre las demandas ciudadanas sobre la doble tributación que supuestamente representan y los beneficios que, también supuestamente, nos brindan-,si lo analizamos desde una perspectiva fundada en los supuestos y criterios de la sustentabilidad, obedecen a un modelo que desconoce los efectos y externalidades –negativas- que genera y, por lo tanto, se ubica en los modelos del subdesarrollo, la ineficiencia e insustentabilidad de las sociedades y sus territorios. La gracia, más bien, la desgracia del modelo radica en su externalidad directa y en la indirecta, la primera, su externalidad directa es la congestión vehicular, el embotellamiento de cientos y miles de vehículos en tramos de varios kilómetros, y que tiene como progenitor el pagoque realiza cada uno de los automovilistas en su paso por la caseta (en este punto, deseo hacer un paréntesis que más adelante desarrollaré: claro está que la ineficiencia del modelo tiene su origen en la apuesta, social e histórica, que hemos hecho por la transportación particular vs la transportación masificada, como sucede con los trenes, por mencionar los menos contaminantes de todos los medios de transporte masivos). La segunda, es la externalidad de la externalidad, es la que se produce por el congestionamiento de cientos y miles de autos: la contaminación del aire y atmosférica de caseta de cobro!
Al ser está una externalidad derivada del sistema o modelo de cobro, ya sea CAPUFE o sus concesionarios no están considerando los costos ambientales que se generan, ni mucho menos el gasto y pérdida, por ineficiencia, de recursos y materias primas, como lo es el petróleo, susceptibles de ser utilizadas con mayor eficiencia para el desarrollo y mejoramiento de la industria y la tecnología.Ahorrar energéticos y, en particular, ahorrar petróleo promueve y garantiza, en cierto grado, el compromiso intergeneracional asumido por la sustentabilidad, sobretodo por el manejo responsable de los recursos no renovables y, al mismo tiempo, mejora las condiciones de su aprovechamiento, en particular, para usos relacionados con el desarrollo tecnológico, como sucede con el valor añadido que ha supuesto la incorporación de los polímeros en la industria aeronáutica y en el desarrollo de la industria médica, entre otras.
Sabemos bien que, el escenario ideal sería contar con un modelo de transportación masiva en lugar de nuestro modelo de transportación particular e ineficiente –lo cual, como veremos, no implica pérdida de calidad de vida, sino todo lo contrario!-, como sucede, por ejemplo,con el tren AVE –de alta velocidad- que conecta la ciudad de Madrid con Barcelona; un sistema de transportación ferroviaria de muy alta eficiencia y calidad, que tiene, entre otras virtudes y a diferencia del avión, que sus puertos o terminales se encuentran en el centro o en las zonas céntricas de las ciudades y, por si fuera poco, los tiempos de embarque o abordaje se pueden reducir a sólo 5 ó 10 minutos antes de la hora de salida.Asimismo, las grandes ventajas del tren es, primero, que no compite por el espacio de rodamiento de los autos, como sí lo hacen los autobuses –y la bola de camiones de transporte que siguen haciéndolo en cualquier horario sin que exista política ni político que los ordene-, segundo, una vez iniciado su viaje, no hay nada que los detenga –por supuesto, no tiene que detenerse en ninguna caseta de cobro a perder tiempo y energía y generar contaminación, como sucede con los autos particulares y las casetas de cobro- y, tercero, saca de circulación, según los datos que a continuación mostramos, y tomando como base la distancia que existe entre la Ciudad de México y Cuernavaca y los datos de ocupación vehicular promedio vigentes, aproximadamente a71 mil autos al día, entre semana y 43 mil autos al día, en fin de semana; lo que a su vez reduciría las emisiones de CO2 a la atmosfera y, desde una perspectiva de incentivo y financiamiento de actividades ‘verdes’ o ‘ecológicas’, debería suponer un beneficio al costo de este tipo de transportación.
Para ejemplificar, de manera artificial pero lúdica y didáctica, tomemos las características del viaje que existe entre la Ciudad de México y Cuernavaca. Tiene una distancia en ruta de 86.40 km y un costo promedio de viaje redondo –o de ida y vueltatío!- de aproximadamente 200 pesos; es decir, el precio por kilómetro por pasajero es de 1.16 pesos. Ahora bien, en el viaje entre Madrid y Barcelona en AVE, cada pasajero, en clase turista, paga 96.30€ por un recorrido de 1,318km, o sea 0.074 €/km, si consideramos que el Euro está actualmente en 16.40 pesos, entonces el precio por kilómetro en un tren AVE entre Madrid y Barcelona es de 1.22 pesos/km ó 210 pesos viaje redondo –prácticamente igual que el costo en autobús-, en clase preferente es de 0.109 €/km -1.80 pesos/km ó 311 pesos viaje redondo- y, por último, en la Clase –que todos merecemos- Club es de 0.132 €/km -2.17 pesos/km ó 374 pesos viaje redondo-; y, entonces uno se pregunta ¿y qué esperamos?, pues lo de siempre: voluntad –y capacidad e inteligencia y honestidad y financiamiento y muchas cosas que promoverían un manejo racional y eficiente de los recursos de la Nación- política.
Todos los datos y las curiosidades sobre el AVE Madrid – Barcelona
¿Cuándo se ha inaugurado?
El 20 de febrero de 2008, a las seis de la mañana, ha salido el primer tren Barcelona-Madrid.
¿Cuántos viajes diarios habrá?
34 al día, 17 en cada sentido.
¿Qué distancia hay entre Madrid y Barcelona?
659 kilómetros.
¿Cuánto tiempo durará el trayecto?
2 horas 38 minutos en los trenes directos.
¿Cuánto cuesta un billete de ida y vuelta en un tren sin paradas?
173,35 euros en Clase Club; 144,50 en preferente; y 96,30 en turista.
¿Habrá indemnizaciones si los trenes tienen retrasos?
Sí. RENFE devolverá el 50% del billete si el tren llega a destino con una demora de entre 16 y 30 minutos y el 100% si el retraso es de más de media hora.
¿Qué velocidad máxima alcanza el tren?
Inicialmente llega a los 300 km/h, a medio plazo podrá ir a 350 km/h.
¿Puede ir más rápido?
Sí. En periodo de pruebas ha logrado los 404 km/h.
¿Cuánto mide de largo un tren AVE?
200 metros.
¿De ancho?
2,59 metros.
¿Y de alto?
3,89 metros.
Los pasajeros de la clase club disfrutan de asientos de piel, comida a la carta y servicio de bar en el asiento
¿Cuánto mide cada vagón?
24,7 metros. Aunque los vagones de clase club y el de cabeza son más largos (25,6 metros).
¿Cuánto pesa un tren Siemens?
463 toneladas con carga normal.
¿Cuál es el ancho de vía internacional?
1,435 mm
¿Cuántos pasajeros pueden viajar un AVE?
En uno de configuración simple, 404.
¿Cómo se divide el tren?
En clase Club, Preferente, Turista y la cafetería.
¿Cuántos pasajeros caben en clase Club?
Es un vagón donde hay 37 plazas.
¿En preferente?
Son dos vagones con capacidad para 103 personas.
¿Y en turista?
Cuatro vagones en los que caben 264 personas en total.
¿Qué ofrece el vagón de cada clase?
En turista, mesa reclinable y el control de los auriculares desde el asiento. En preferente, además, enchufes para dispositivos electrónicos y un menú, y clase club añade asientos de piel, comida a la carta y servicio de bar en el asiento.
¿Cuánto cuesta un café en la cafetería del tren?
1,40 euros.
¿Y un bocadillo y una caña de cerveza?
3 euros.
¿Cuántos baños hay en un tren?
11.
Fuente: 20minutos.es
Una vez bajándonos del sueño que nos produjo el sólo hecho de imaginar la implementación de un sistema de transportación masiva de estas características en la región –menos transparente- del centro del país y regresando a la travesía que supuso la ‘súper’ excursión que realizamos –de solamente 172.8 kilómetros de ida y vuelta- a la ciudad de Cuernavaca y sin negar por completo la embriaguez que deriva de un sueño tan vívido y lúcido como supone la viabilidad de la implementación de trenes al mediano plazo, como una de las apuestas principales de movilidad del gobierno, me pregunto –y les pregunto, claro está!- para mejorar a la brevedad el problema de congestión vehicular en las casetas de cobro, ¿no sería factible -y deseable- que se pudiera implementar un modelo más eficiente de cobro? ¿Un modelo que promueva la circulación de los vehículos y no su congestión y embotellamiento? ¿Un sistema que integre, en sus corridas y presupuestos, los costos –sociales, económicos y ambientales- que se generan con el congestionamiento vial y la contaminación al medio ambiente, entre otros tantos costos que produce?¿No sería posible, echar a andar, en los nuevos autos al menos, un programa de inserción de un dispositivo GPS conectado vía satélite y operado por CAPUFE o la SHCP o los concesionarios de las autopistas –claro que con todos los candados para que no sean susceptibles de violación ni por parte de los particulares ni por parte del gobierno-, que, sin necesidad de detener el tránsito de los vehículos por el paso en las casetas de cobro, registre la incorporación de dichos vehículos a la autopista –y, a futuro, de todos los vehículos que las circulan- y, de manera automática, registre el cobro –vía prepago o postpago o crédito- correspondiente? Claro! Un dispositivo informático, que hoy en día, hasta los teléfonos celulares más sencillos –y desechables, como los que te obsequia Telcel en la inscripción a sus programas de línea telefónica- cuentan con él y que permita, al menos en un plazo prácticamente inmediato, seguir EN BUSCA DE LA REGIÓN MÁS TRANSPARENTE!
La cuestión no es si nosotros creemos o no creemos en Dios. La cuestión es si él cree en nosotros, porque si no cree, estamos jodidos.
Santa, interpretado por Bardem en Los lunes al sol.