¿Es posible la reconstrucción plena de extremidades amputadas? Austria dice si, y presenta al mundo las prótesis sensibles capaces de generar sensaciones y enviarlas a tiempo real al cerebro.
Ciudad de México (elsemanario.com).- El paso de las nuevas tecnologías en el mundo, nos ha llevado también a desarrollar nuevas formas de tratar los antiguos problemas de la humanidad. El uso de inteligencia artificial permite que varios campos que competen al área humana sean revolucionados y la medicina es uno de los más beneficiados.
Científicos austriacos lanzan uno de los más novedosos inventos en materia de reconstrucción y readaptación orgánica: una prótesis sensible. Hasta el momento, las prótesis convencionales servían únicamente para cuestiones estéticas -en su gran mayoría- y para lograr mantener las funciones básicas de la extremidad que fue amputada. Aún cuando llegaban a estar construidas de los mejores materiales y ser altamente dinámicas, éstas, jamás podían llegar a sustituir el miembro de carne y hueso que la persona había perdido; pero eso es, para Austria, cosa del pasado.
El doctor Huber Egger, director de investigación en tecnología médica de la Universidad de Ciencias Aplicadas de Alta Austria, desarrolló la primera prótesis sensible que permite a su portador recuperar todos los mensajes que una extremidad saludable transmitiría normalmente a una persona como impresiones, temperatura o magnitud.

“Son los receptores de la piel los que cumplen éstas funciones. Un imputado no tiene estos receptores, por supuesto. Pero los transmisores de información, que son los nervios, siguen existiendo. Sólo hace falta estimularlos”, resume Egger.
Su primer usuario, Wolfgang Rangger -profesor de 54 años que perdió su pierna derecha después de una complicación cardíaca- afirma que, ésta prótesis, le ha permitido recuperar todas las sensaciones que perdió durante siete años. No solo es capaz de diferenciar nuevamente entre grava, arena y pasto sino que también puede realizar muchos más ejercicios que antes, entre los cuales se incluyen caminata, bicicleta y escalada, y afirma haber terminado con los dolores de síndrome del miembro fantasma que presentaba, los cuales le impedían dormir y solo podía calmar con morfina.

Por su parte, la pierna artificial incluye unos sensores bajo la planta del pie unidos a otras células, llamadas simuladores, que están en contacto con el muñón. La información transferida entre los sensores y los simuladores permite imitar, y finalmente reproducir, la sensación del miembro perdido. Con cada paso, cada vez que ejerce presión sobre el suelo, el pie artificial de Rangger envía una señal precisa a su cerebro.
Esta tecnología implica un avance gigantesco en materia de medicina reconstructiva pues ahora se perfila un futuro en el cual las personas podrán mantener la misma calidad de vida que tenían antes del accidente que los llevo a perder uno de sus miembros, no solo en cuestión de practicidad y funcionalidad, sino también, en el sentido de adaptación a su medio y recuperación plena de las sensaciones.