Extrañas manías: devorarnos

En manías se rompen géneros y cada uno de nosotros tiene su perversión ¿qué hay de aquellas personas que se comen las uñas y se arrancan el cabello o la piel? 

Consumir y consumirnos, parece que la vida de todo canibalista moderno se encuentra arraigada en estos dos planos de satisfacción oral inmediata. El ser humano tiene una tendencia innata a la destrucción y a la creación: morder o succionar, desgarrar o unir. Y siguiendo la petición de Alains Resnaisn:

Por favor devórame, defórmame hasta el punto de la fealdad”.

… Están los maníacos de conductas repetitivas centradas en el cuerpo.

Estos personajes, a los que algunos llamarían trastornados, llevan el consumo, la destrucción y la satisfacción al extremo físico corpóreo. Se destacan por realizar conductas lascivas para su cuerpo que no pueden detener y aunque sangren o escorien su piel, no pueden parar. Entre las manías relacionadas se encuentran aquellas en las que el individuo se come las uñas, se arranca el cabello, se desgasta con los dientes la parte interna de las mejillas o pone en práctica su capacidad creativa para pensar en mil formas de sentir placer a través del dolor y reducir con esas conductas la sensación de ansiedad que le ataca.

Les llaman trastornos del control de impulsos y al menos una de cada siete personas los presenta. Lo acostumbrado es que aparezcan entre los 11 y 13 años de edad pero se han dado casos que  inician desde los 9 meses de vida. La mayoría de las manías tienen su origen en un pensamiento o estímulo en extremo perturbador que genera altas dosis de ansiedad que el individuo sólo logra manejar de forma desadaptativa, es decir, a través de acciones que resultan peligrosas para él o los demás. Gracias a éstas el sujeto puede obtener una sensación placentera y liberadora, al final algunas personas pueden arrepentirse o sentirse culpables pero la autoflagelación a la que se someten resulta ser evidente en su cuerpo.

Imagen: Tumblr

¿Qué cosas devoramos?

Nos devoramos a nosotros mismos principalmente, porque ya Spinoza determinaba que “el cuerpo es la extensión existente en acto” y no podríamos hacer otra cosa sino actuar contra lo propio y horrible ¿de que otra forma si no es consumiendo la y aniquilandola?

Entre las principales manías que el trastorno de control de impulsos mantiene -con sus respectivas conductas repetitivas centradas en el cuerpo- se encuentran:

  • Tricotilomanía

O como en latín se traduce, la manía de depilar el cabello. Estas personas comienzan a arrancar el cabello de su cabeza de forma irregular, de tal modo que llega a generar patrones de crecimiento desigual y en muchas ocasiones impiden, debido al desgaste del folículo, que el cabello vuelva a nacer. En casos extremos, especialmente en adultos, el individuo comienza a depilar otras áreas de su cuerpo que tengan vellosidad.

  • Onicofagia 

O comer uña, como literalmente describe el griego onyx phagein. Se trata de una condición en la cual el individuo tiene la necesidad de comer, mordisquear y saborear sus uñas. En ocasiones las personas suelen desgastar también la cutícula y la carne alrededor de los dedos. Se presenta como el más común relajante para todos aquellos ansiosos allá afuera (por ser uno de los trastornos más socialmente aceptados) pero en ocasiones la onicofagia se lleva a puntos tan extremos que las uñas dejan de crecer con normalidad  o dejan de hacerlo en absoluto. Esto sin contar la innumerable carga de enfermedades que acarrea el consumir los desechos que se quedan atrapados debajo de las uñas.

  • Morsicatio Buccarum

¿Notas los pequeños pliegues que tienes dentro de tu boca? ¿lo suave que se sienten tus mejillas? Las personas que sufren de este padecimiento gustan de morder hasta le punto de lacerar todo aquello que se encuentra dentro de la boca, especialmente los gorditos que se forman en las mejillas -por ser sumamente accesibles-. Hacerlo genera erosiones superficiales y desgaste, con el tiempo, llega a hacer heridas tan profundas que dejan al individuo lleno de úlceras bucales que le impiden comer, cepillar sus dientes o incluso hablar sin sentir un inmenso dolor de por medio.

  • Dermatotilomanía
Este rascado compulsivo te llevará a la excoriación pro, las personas que la sufren tienen la necesidad o urgencia de rascar, apretar o excavar la piel a menudo. A veces usando las uñas, en ocasiones empleando otros instrumentos como pinzas o agujas. El daño tisular es moderado o severo dependiendo de las complicaciones que llegue a adquirir la piel debido a esta conducta (infecciones, celulitis o lesiones cicatricales permanentes).
 

Por Diana Caballero

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