Familias Asfixiantes

Muy poco amor puede dañarte, pero demasiado de él… tampoco te hará ningún bien ¿Cuál es la receta secreta para mantener familias equilibradas? 

La familia no se acerca siquiera a ser la película de amor que propios y ajenos se han encargado de proyectar a través de libros de superación, el ideal del ser o las novelas del dos.

Como en toda dinámica humana, los conflictos existen. El problema real se presenta cuando estos conflictos mantienen una sabrosa carga patológica; sabrosa porque resulta apetitivo tanto para la figura que los  incita como para la que los acepta.

En toda interacción -sea del tipo que sea- existen dos vertientes, dos figuras que convergen, que tienen una dinámica y se manejan bajo un principio de acción-reacción. Todo, inclusive la forma en que nos relacionarnos, tiene consecuencias.

Aun cuando nos relacionamos con muchas figuras en nuestra vida, no nos relacionamos de igual manera con cada una de ellas ¿por qué? sencillo, algunos cumplen con nuestro deseo de infringir y otros no -¿haz escuchado aquello de que para cada roto hay un descocido?-.

En el particular caso de las familias, la dinámica se torno particularmente complicada. Factores de tiempo, convivencia, modos de crianza e inclusive el deseo (o la falta de este) por tener descendencia, influyen enormemente en la forma en que te vincularas con cada miembro de la familia. Del mismo modo, tu actuar se relacionará a la forma en la que ellos se vinculen contigo -y, a veces, todo convive perfecta e inquisitoriamente en un hermoso círculo vicioso-.

¿Cuáles son las relaciones más toxicas?

La función materna y paterna, no siempre proviene de las figuras que uno espera. No obstante, la interacción que exista desencadenará una serie de estructuras psíquicas dentro de los individuos, como consecuencia existirán relaciones de amor, celos, culpa, dependencia, odio… que se presentaran, o no, en la dinámica familiar que se mantiene con el padre, la madre, los hermanos o cualquier otra figura relevante.

La madre devoradora 

Hay madres que no soportan la idea de que su dulce terroncito de azúcar se separe de ellas… ¡nunca! Este tipo de madres promueven una simbiosis fusional que sumerge al niño en un goce materno perverso -sí, me provee de todo cuanto necesito e incluso más pero no me deja desarrollar una individualidad ni promueve la independencia-.

En esta situación la madre no puede soportar la angustia que le genera la inexorable separación del hijo. La madre sostiene a través de todos sus actos -ya saben, asear, vestir y ponerle el lunch a su niño de 32 años- la ilusoria recuperación del control sobre el otro y la no separación que se vive en la fusión madre hijo cuando este se encuentra en el vientre. Además del destete físico se debe de hacer uno psíquico y alentar la independencia y funcionalidad el menor.

Hay madres que no soportan la idea de que su dulce terroncito de azúcar se separe de ellas… ¡nunca!/Imagen: Tumblr

La madre narcisista 

Cuando no se compromete con el papel de la madre, no se atienden las necesidades de regulación emocional del niño y se rezaga al infante a un estado de independencia temprana. La angustia en estas personas radica en ver al niño como un indeseable competidor que viene a robarle el control de su cuerpo -sus energías, su tiempo, su dinero-. Se trata de una madre caprichosa y competitiva, que rivaliza con los hijos, empantanada en el amor pasional por su propia imagen, lo que la inhabilita para amar al otro.

Como vemos la madre es siempre la encargada de cubrir las necesidades de supervivencia y afecto intimo que tiene el niño, en ocasiones lo logra y en otras no (cuando da demasiado o no da nada). El padre por otro lado tiene la función de imponer un corte liberador y un limite subjetivo en el niño, cuando su función es deficiente el infante terminara por naufragar en un mundo anómico, sin orden y sin ley que lo llevaran al caos y a la violencia pulsional -¡tus hijos se comportan como animales! ¿lo has escuchado?-.

El Padre Maternizado 

Se trata de un padre que en lugar de sostener la ley, instala un vínculo de intimidad perversa con los hijos, a través de actos de seducción -tranquilo, no es lo que piensas. Se trata de actos atrayentes- y cuidados que debilitan el orden simbólico. Ellos aplican una dosis extra de cuidado amoroso a los hijos, y se desentienden de la imposición de las normas. Este padre resigna su lugar jerárquico dado que se sitúa en un lugar de simetría con el hijo, y actúa como cómplice de las políticas de goce, a las que no sólo no sanciona, sino que además induce.

Ellos aplican una dosis extra de cuidado amoroso a los hijos, y se desentienden de la imposición de las normas/Imagen: Tumblr

El Padre-Ley

Aquel que pretende ser la encarnación mismas de la ley, sin más deseo que obtener el cumplimiento estricto delas normas por parte de los hijos. Se caracteriza por ejercer burocráticamente la imposición de formas vacías de ley, sin establecer excepciones con las situaciones singulares. Busca ser respetado más que amado, y su interés radica en que la familia funcione adecuadamente, cumpla las reglas y obedezca sus mandatos, impuestos sobre una implacable base de moralidad y deber ser.

**Las descripciones y argumentos aquí tratados no se relacionan exclusivamente con el papel que juegan los individuos en la familia, puede existir un padre devorador tanto como puede existir una madre-ley ya que depende del tipo de interacción y no del rol familiar o del género.

Por Diana Caballero

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Andrés Garcia

Es muy interesante conocer las opiniones de los que intervienen en esta tripartita relación. No.cree

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