Recordámos al padre del psicoanálisis estudiando algunos de los planteamientos que más polémica generaron cuando Freud lanzó a sociedad su teoría pulsional.
“A la labor por medio de la cual hacemos llegar lo reprimido a la conciencia del enfermo le hemos dado el nombre de psicoanálisis. ¿Por qué análisis? (término que significa descomposición y disociación) Porque los síntomas y las manifestaciones patológicas del enfermo son, como todas sus actividades anímicas, de naturaleza compuesta. Los elementos de esta composición, son, en último término, mociones o impulsos pulsionales. Pero el enfermo no sabe nada, o sólo muy poco, de esos motivos elementales. Somos nosotros los que le descubrimos la composición de estos complicadísimos productos psíquicos; referimos los síntomas a las tendencias pulsionales que los motivan, y le revelamos en sus síntomas la existencia de tales motivos pulsionales, que hasta entonces desconocía. Hemos analizado al enfermo, esto es, hemos descompuesto su actividad anímica en sus componentes elementales, y hemos mostrado en él, estos elementos pulsionales. Lo inmediato será pedirnos que le ayudemos también a conseguir una síntesis nueva y mejor de los mismos. Cuando llegamos a descomponer un síntoma, a liberar una moción pulsional de un conjunto de relaciones, aquél no permanece aislado, sino que entra inmediatamente a formar parte de un nuevo conjunto.[…..]También en el sujeto que se halla bajo tratamiento analítico, la psicosíntesis se realiza sin nuestra intervención, en forma automática, es inevitable.”
Cuando el padre del psicoanalis, Sigmund Freud, lanzó su teoría por primera vez en 1896, ésta, no fue ampliamente aceptada, mucho menos era considerada una técnica analítica seria pues, implicaba una serie de afirmaciones que sonaban demasiado revolucionarias para la época. Surgió como una forma de teorizar aquello que hacia funcionar al individuo, sus motivaciones más oscuras y cómo la cultura permeaba al sujeto. Fue una de las primeras teorías sociales.

Entre algunas de sus ideas más descabelladas podemos encontrar planteamientos como:
No todo lo que en el sujeto sucede, ocurre de forma consciente…
La primera tópica de Freud indica que en las personas existen tres estadios: consciente, preconsciente e inconsciente. Mientras que la consciencia es una cualidad momentánea dentro del conjunto de fenómenos psíquicos, la mayor parte del trabajo se realiza en el área inconsciente del sujeto, ésta se encuentra construida a partir de contenidos reprimidos que buscan regresar a la consciencia o que nunca fueron conscientes y por lo tanto mantienen una cualidad incompatible con la consciencia. El preconsciente es un estado en el cual se puede acceder fácilmente a contenidos inconscientes cuando son necesarios – por ejemplo fechas de cumpleaños o números telefónicos-.
Existe dentro de cada uno de nosotros una parte instintiva, prácticamente animal, que luchamos por dominar cada día
La segunda tópica nos habla del ello, el yo y el superyo. Básicamente estas tres son una representación de las batallas que libra el sujeto cada día por pertenecer a un orden social, aún cuando claramente desea ser llevado por sus instintos. El ello representado por nuestra parte más animal se encuentra constituido por todas aquellas pulsiones o deseos de cualquier índole; el super yo es el encargado de reprimir ese deseo -constituido a siempre a partir del entorno social- son las normas sociales o el protocolo de civilización que se maneje, mientras que el yo es aquel en el que ambos convergen, el yo se encarga de conjuntar ello y super yo para formar una adaptación individual de ambas y construir a partir de eso a una persona.

Existe un aparato psíquico y este funciona con la energía de la libido
Más allá del cerebro biológico existen pensamientos y sensaciones, un aparato psíquico capaz de trabajar como el mejor software jamás conocido. Se encarga de regular todo en el sujeto desde su personalidad, miedos, comportamiento hasta controlar sus vínculos, objetos primarios y deseos más inconscientes. El aparato psíquico trabaja con la energía libidinal, energía erótica o de creación, que funciona a través de las pulsiones del individuo, es decir, de las necesidades del ello. No obstante, el aparato psíquico busca mantener la estructura y siempre encontrara la forma de descargar o encontrar un punto medio entre lo que el ello desea hacer y lo que el superyo realmente tiene permitido realizar.

Las personas trabajan con mecanismos de defensa
Mecanismos que los protegen de sí mismos, de culpas, rencores, carencias, afiliaciones y cuanta cosa más haya logrado desestabilizar la estructura psíquica del individuo -o cualquier cosa que signifique un potencial peligro para lograrlo-. Los mecanismos de defensa son una forma de rechazar y mantener alejado de la consciencia aquellos elementos que resultan demasiado dolorosos o inaceptables para el yo.
El desarrollo sexual comienza desde el útero
A diferencia de las creencias populares del momento, Freud determino que los niños nacían siendo perfectos polimorfos que serán encaminados hacia una dirección u otra dependiendo de las exigencias sociales para su género pero que, sin duda, los niños nacían ya como seres sexuados que se desarrollaban en diferentes etapas -alcanzando diferentes niveles de placer- con el tiempo. Partiendo de la idea en que todos nacemos como seres libidinales, Freud determinó que a lo largo de la vida lo único que en verdad hacemos es buscar los medios para descargar ese impulso, el cual puede hallar su encause en un sin numero de diferentes aspectos, apegos o vínculos de la vida del sujeto.
