Hace poco salió al aire un nuevo programa de Natgeo, canal de TV que se ha venido caracterizando por mantener una programación interesante, particularmente en el campo de losreality shows. El programa se llama Hierba American y su trama gira en torno a los éxitos y dificultades del clan De Noue, una familia propietaria del North Boulder Wellness Center, un dispensario de marihuana medicinal. La sinopsis del programa puntualiza:..una familia que está luchando por poder obtener ganancias en la nueva y pujante industria de la marihuana medicinal.
La aparición de este programa, y otros similares, no vienen más que a reafirmar el alto nivel de aceptación social que la marihuana actualmente tiene en los Estados Unidos; síntoma claro del rotundo fracaso de las políticas prohibicionistas de ese país. Esta afirmación se encuentra fundamentada no sólo por la cifra de consumidores, altísima y en constante aumento, sino también por las múltiples manifestaciones culturales y sociales que van contracorriente a la satanización oficial de la marihuana; un discurso diametralmente opuesto al del gobierno, donde el consumo de esta droga es visto como un acto cotidiano y baladí, inmerso ya en el imaginario social como parte más de la normalidad. Incluso en las películas más comerciales, y dirigidas a muy amplios públicos, es común atestiguar alguna referencia a la droga en mención, cuando no su abierta presencia o consumo por parte de algún personaje. Menciono el cine comercial como caso paradigmático, toda vez que éste siempre se ha caracterizado por ser el portavoz oficial de los valores comúnmente compartidos por la sociedad norteamericana.
Si Estados Unidos fuera un paciente psiquiátrico el diagnóstico sería devastador, en vista del agudo cuadro esquizofrénico que sus acciones manifiestan. Mientras a nivel federal el Gobierno se empeña en implementar políticas de carácter punitivo para inhibir el consumo de la marihuana, con un costo anual de 10 billones de dólares, a nivel local el uso medicinal de esta hierba gana cada día más terreno; hoy 17 estados de la unión americana consideran legales los dispensarios de marihuana medicinal. Esta postura oficial ambivalente, enmarcada por una absoluta negación de la realidad, y propia de una clara disociación de personalidad (de acuerdo a nuestra metáfora del paciente psiquiátrico), ha demostrado tener graves consecuencias sociales: más de 800,000 estadounidenses fueron arrestados el año pasado por cargos relacionados con la marihuana, contabilizando más de 5 millones en la década pasada; casi 90% de estos arrestos fueron simplemente por posesión de la droga, no por distribución o tráfico. Datos alarmantes, sin lugar a dudas.
En una realidad donde la marihuana es considerada la tercera droga de recreación más popular, sólo detrás del alcohol y el tabaco, con 100 millones de estadounidenses aceptando haber probado esta droga aunque sea una vez en su vida, y 14 millones de personas confesándose consumidores consuetudinarios, la familia De Noue trata de ganarse la vida honradamente vendiendo marihuana. Ante un mercado de consumo de estas magnitudes no resulta temerario afirmar que esta linda empresa familiar prosperará sin problema alguno, plasmando además las vicisitudes de tan curiosa actividad en las pantallas de millones de espectadores. Buen contenido genera buenos ratings, buenos ratings generan buenas ventas de publicidad, buenas ventas de publicidad generan mucho dinero. Bien por Natgeo. Sin embargo, al sur del Río Bravo, la situación no puede ser apreciada con la misma benevolencia.
Y es que en México contamos también con muchas familias emprendedoras, ávidas de continuar incursionando en el mismo mercado: la familia Beltrán Leyva, la familia Cárdenas Guillén, la familia Carrillo Fuentes, la familia Arellano Félix y un largo, un larguísimo etcétera. Su objetivo es sin duda el mismo, participar de las ventas millonarias que un mercado tan grande significa, solamente que sus métodos varían dramáticamente.
A partir de que en México se dio inicio a la guerra contra el narcotráfico, declarada por el Presidente Calderón a pocos días de tomar posesión, sin nunca compartir, por cierto, sus intenciones al electorado durante la campaña, se ha venido propagando la idea de que vale la pena tener al ejército en las calles Para que la droga no llegue a tus hijos,como reza el slogan oficial del gobierno. Es decir, se combatirá a muerte a aquellos que osen introducir a tus hijos en las drogas. Muy bien, sólo que hay un problema; basta preguntar a cualquier experto en prevención del uso de estupefacientes para comprender que el consumo no se inhibe a balazos. Siempre va a haber marihuana, ilegal o no. Para prevenir el consumo de drogas, especialmente en la edad temprana, se debe articular un esfuerzo integral de educación, donde el Estado participe activamente con campañas de concientización, involucrando a los maestros y los padres de familia; incentivando actividades deportivas y artísticas; orientando un mayor gasto social para la creación de centros recreativos; promoviendo esquemas de participación que alienten la corresponsabilidad de los jóvenes en su propio futuro.
Tratar de combatir el consumo de droga en los jóvenes, especialmente de la marihuana, con tanquetas y metralletas, sólo podía arrojar como resultado la tragedia nacional que actualmente atravesamos. A nadie puede sorprender que los cárteles, al ver menguados sus ingresos provenientes del tráfico de marihuana, destinado al mercado estadounidense, migren a otras actividades delincuenciales de mayor impacto. La lógica gubernamental no podría estar más alejada de la lógica ciudadana: ¿Qué carajos le importa a un restaurantero del Puerto de Veracruz que en la televisión anuncien el decomiso de 10 toneladas de marihuana en Reynosa, cuando su verdadero problema es que los Zetas lo visitan cada semana, exigiéndole cuotas altísimas bajo amenazas de asesinarlo a él o a su familia? ¿Por qué diablos un joven en Torreón debería sentirse más tranquilo cuando el gobierno pregona en los medios que acaban de encontrar y destruir el plantío de marihuana más grande del mundo, cuando su tragedia es no poder ir a un bar en la noche sin correr el riesgo de ser asesinado, junto a todos los demás clientes del lugar?
La actual estrategia de seguridad del Gobierno Federal es errónea. Ha fallado, desde un inicio, por enfocarse en objetivos equivocados; atacar el trasiego de droga, acuciados por la presión de Estados Unidos, sólo ha logrado direccionar las manifestaciones delincuenciales de los carteles hacia la población civil. La famosa Guerra no tenía por que habérsele declarado a las drogas, sino al secuestro, la extorsión y el asesinato; delitos que si impactan en la vida de los mexicanos, situándonos en un escenario de abyecta indefensión.
Mientras allá en Estados Unidos, a pesar de la ceguera gubernamental, se empiezan a explorar canales legales de distribución de marihuana, acá se combate su tráfico con toda la fuerza del estado, exacerbando los niveles de violencia a extremos nunca antes vistos. Mientras allá se encuentra el mercado de consumidores de marihuana más grande del mundo, con un consumo que lejos de reducirse sigue aumentando, acá se presumen los decomisos como muestra irrefutable que vamos ganándole la guerra al narco. Mientras allá la marihuana es parte ya de la cotidianeidad, inspirando inclusoreality shows, series y películas,acá hay miles de individuos altamente motivados y dispuestos a destrozarse mutuamente por el derecho de venderles la mentada yerba. Es claro que existe una grave divergencia conceptual entre los dos países, un diálogo entre sordos.
Seguir orientando los esfuerzos, y cuantiosos presupuestos, de las fuerzas armadas y la Policía Federal al decomiso de droga significa permanecer atados a una inercia que en los hechos sólo beneficia a los Estados Unidos. La pregunta que nos deberíamos hacer es que gana México deteniendo el flujo de marihuana hacia el norte; por qué nos casamos con la idea de cuidarle las espaldas a una sociedad que paulatinamente ha ido aceptando el consumo de esta droga como algo relativamente normal, aunque su gobierno no lo quiera reconocer. La marihuana será legalizada en Estados Unidos, más pronto que tarde. La administración en turno tendrá que ceder en algún momento, inevitablemente, a la evolución del cuerpo social, encontrando además alicientes de carácter administrativo; las cárceles están llenas y las políticas contra la marihuana son altamente onerosas. México debe actuar en consecuencia. El problema no es si la marihuana es mala o no; la marihuana simplemente es, y siempre será. La cuestión fundamental radica en elegir entre dos esquemas de comercio u oferta: uno siendo ejemplificado por la familia De Noue, y el otro, muy conocido por todos nosotros, al más puro estilo de la Familia Michoacana. Yo por lo pronto me quedo con los primeros, y es que sus formas me parecen un tanto cuanto más civilizadas. Pues eso.