Es improbable que se apruebe la reforma a la Ley de Inmigración de Estados Unidos en lo que resta del año. En la estrategia para impulsar un esquema integral carecemos de logros concretos, sostuvo en la UNAM Oscar Chacón, director ejecutivo de la Alianza Nacional de Comunidades de América Latina y el Caribe.
Ciudad de México.- Acompañado de Silvia Núñez, directora de esa entidad universitaria, el activista subrayó que ante la complejidad del tema migratorio y las actitudes de xenofobia y racismo en la Unión Americana se requiere una estrategia que combine los poderes local, estatal y federal.
Como alternativa al esquema de impulsar grandes propuestas de ley es necesaria una maniobra legislativa basada en avances graduales de alcance limitado y logros progresivos, estableció.
Chacón recordó que en 2013 el Senado de EU votó una propuesta de modificaciones a la norma referida que sufrió cambios en la última semana de debates, como la adición de más de 40 mil millones de dólares para reforzar la frontera sur e impedir la entrada de indocumentados.
En este proceso no se logró convencer a los legisladores republicanos para someter los cambios migratorios a consideración de la Cámara Baja. Ahí, los demócratas presentaron un recurso parlamentario para omitir el proceso regular en la consideración de la proposición de ley y someterla al pleno.
Es una maniobra inusual y poco fructífera, sostuvo en la conferencia magistral Revisión crítica de las causas del fracaso de la reforma migratoria en Estados Unidos. La urgencia de explorar una nueva teoría de cambio y caminos que nos permitan avanzar.
“En los grandes temas que desafían a la sociedad estadounidense no existe un liderazgo innovador del Partido Demócrata, lo que pesa en el debate de la reforma”, criticó.
En su arquitectura básica, la Ley de Inmigración de EU es la misma desde su aprobación en 1965. En 1986, se instrumentó un esquema legal para establecer contenciones físicas en la frontera sur y restricciones al empleo de extranjeros. Estos conceptos se han convertido en criterios centrales de la política migratoria.
En 1996 sufrió el cambio más dramático en su historia para instaurar una lógica retrógrada al endurecer las sanciones para los inmigrantes sin documentos y militarizar esa frontera.
Si aspiramos a logros contundentes debemos otorgar a los migrantes un papel protagónico en las movilizaciones y negociaciones. En paralelo a los cambios legislativos potenciales debe entenderse que este fenómeno no es un problema doméstico. La solución no es detener a más de 30 mil ilegales por noche y deportar a más de mil personas cada día, concluyó.