Uno de los problemas sociales que más aquejan a México, y particularmente a sus jóvenes, es la falta de oportunidades. Cada año, una gran parte de las nuevas generaciones dejan truncados sus estudios por diversos motivos, lo que los lleva a unirse, en el mejor de los casos, a las filas del fenómeno social conocido como ninis, personas que no estudian ni trabajan.
En el peor de los casos, esta problemática tiene relación directa con otras como la pobreza, el hacinamiento y el delito, que resultan caminos fáciles para aquellos ciudadanos noveles que parecen haber sido olvidados por la sociedad.
Ante esta situación, en el municipio de Zapopan se lleva a cabo desde hace un par de años la iniciativa Jóvenes con Porvenir, la cual busca encauzar la energía y el potencial de jóvenes, y que ya ha sido reconocida por varias instituciones educativas a nivel mundial.
Para conocer más sobre este programa, su estrategia y sus perspectivas, El Semanario sin Límites conversó con Héctor Serrano, presidente municipal de Zapopan.
El Semanario sin Límites: ¿De qué trata el programa Jóvenes con Porvenir?
Héctor Robles: Existe una problemática que se encuentra en todo el país, particularmente en las zonas metropolitanas, en el que un gran número de jóvenes entre los 15 y 30 años de edad que no han tenido oportunidad de entrar al sistema educativo formal, como preparatoria, técnica o profesional, y que tampoco han encontrado un trabajo. Son los que se les ha denominado ninis.
Es una problemática que en la zona metropolitana de Guadalajara, afecta a más de 450 mil jóvenes. En el municipio de Zapopan tenemos a 350 mil jóvenes en total, de los cuales el 45%, es decir, alrededor de 150 mil, se encuentran en esta situación. Son muchachos que en el mejor de los casos se encuentran en sus casas ayudando a sus padres de familia, y en el peor se han estado vinculando a actividades ilícitas como crimen organizado o vandalismo. Lo que el programa está buscando es atender esta problemática.
Para esto, el municipio firmó convenios con más de 34 universidades, centros educativos y de capacitación, y lo que hacemos es aprovechar la infraestructura existente en estos sitios. Nos prestan salones, profesores y pagamos los insumos que utilizan los maestros.
A través de estos convenios tenemos una oferta educativa de 130 cursos de capacitación, que van desde cocina, costura, electricidad, fontanería, plomería y mecánica, hasta cosas más sofisticadas como programar, idiomas, cursos básicos de negocios, música, baile, entre otros.
El programa atiende a más de 12 mil jóvenes con miras a atender a 18 mil por lo menos, y uno de cada tres ya tiene trabajo.
ESSL: ¿Cuáles son los puntos focales en la estrategia para ayudar a los jóvenes?
HR: Son tres realidades las que ellos viven. Una de ellas es la falta de oportunidades; para defenderse en el mercado laboral, en el curso de capacitación salen con un diplomado avalado por la institución que la ofrece, como el Tec Milenio, la Universidad de Valle de México, los Conalep y Cecati, o la Universidad Autónoma de Guadalajara; ellos avalan con el título o certificado. Éste es el primer punto, las oportunidades laborales, y por consiguiente su ingreso.
El segundo punto tiene que ver con sus expectativas sobre ellos mismos. A raíz de estos cursos, algunos han optado por pensar en poner un negocio, mientras que otros regresar a las aulas e intentar entrar a la educación formal o buscar alternativas de educación técnica.
El tercero comienza a modificar todo su entorno familiar y personal, porque hay muchachos que se vuelven a motivar, luego de esperar a que se les abriera una puerta. En lugar de que algunos de ellos vaguen por la calle o perdiendo el tiempo, a la hora que toman estos cursos que ellos mismos escogen de acuerdo a lo que quieren o les gusta, hace que su entorno familiar se modifique, en la relación con sus padres y con otros jóvenes, además de que tiene un impacto favorable en sus comunidades. Sus sueños se reactivan.
Éste es un programa, que más allá de dar una capacitación que está funcionando bastante bien, también reconstruye el tejido social y modifica su relación con su propia familia y otros.
ESSL: ¿A qué segmento población o área enfocan los esfuerzos del programa?
HR: Está orientado fundamentalmente a 29 colonias de alta marginación, pero principalmente con los mayores índices de violencia aquí en Zapopan, y estas colonias concentran cerca del 50% de hechos violentos e incidencia delictiva.
Son zonas marginadas populares, que no solamente viven violencia, sino que son exportadoras y generadoras de violencia que ocurren en zonas residenciales. Hay estadísticas que indican que los jóvenes que están cometiendo ilícitos son de estas colonias. No obstante, también tenemos muchachos de clase media, pero el programa originalmente está orientado a las zonas populares y marginadas. También hemos recibido a jóvenes de Tlaquepaque o de toda la zona conurbada de Guadalajara.
ESSL: Además de la falta de oportunidades, ¿a qué atribuye que muchos jóvenes decidan unirse a las filas del crimen organizado?
HR: Son varios factores. Nuestros jóvenes, particularmente en zonas urbanas, están expuestos al uso de droga, la facilidad con la que se puede conseguir estas sustancias en Zapopan.
En segundo lugar está la desesperación; la desesperanza; la frustración; la ociosidad; el no estar involucrados en ninguna actividad recreacional, laboral o de educación, está haciendo que estos muchachos encuentren aun más riesgo y que estén más expuestos, precisamente porque el tiempo está completamente disponible para este tipo de situaciones negativas.
Y el tercer lugar es su propio entorno. El ejemplo más claro que tenemos es el de los muchachos que participaban en una pandilla, entran a los cursos y la propia pandilla los incita a que se salgan porque se están volviendo fresas. También estamos luchando contra un entorno en estas zonas y colonias que jala a la juventud hacia estas actividades que no son las mejores para ella.
A esto le aunamos el clima que hemos estado viviendo a nivel nacional, toda la problemática de seguridad pública en las zonas urbanas; el problema federal vinculado con el tráfico de estupefacientes, y la falta de oportunidades, van haciendo un caldo de cultivo muy propicio para que los jóvenes se vean en otras actividades ilegales un camino fácil.
Se conjuntan muchos factores, pero sobre todo creo que se debe a la falta de oportunidades. Si un joven no puede estudiar y no puede conseguir trabajo, esto los lleva a buscar otras alternativas.
ESSL: ¿Qué perspectiva tienen para los próximos años con Jóvenes con Porvenir?
HR: Estamos muy entusiasmados porque estamos cerrando el círculo que habíamos empezado. Estamos llegando a la comunidad, y ahora lo que estamos haciendo es ir con empresas grandes que tengan la necesidad de contratar un número concreto de personas, preguntarles cuál es el perfil que requieren, como por ejemplo una mano de obra no calificada.
Posteriormente vamos con la universidad o centro de capacitación de acuerdo al giro de la empresa, de tal manera que el joven que entre a dicho programa en automático tenga garantizado un empleo. Si nosotros podemos replicar este modelo en 20 ó 30 empresas, sería una manera muy inmediata de generar 4 mil empleos, lo que tendría un impacto impresionante en el programa y sobre los propios muchachos.
Estamos llegando a eso, y actualmente haciendo convenios con organizaciones empresariales. Comenzaremos a partir de enero, y la intención es que la administración que concluya en 2015 haya tenido por lo menos a 30 mil jóvenes, y dejarlo como algo institucionalizado. Residir no tanto en el gobierno municipal, sino en las propias universidades, los padres de familia y las empresas.
También estamos entusiasmados porque el programa ha tenido mucha atención a nivel nacional e internacional. Acabamos de ganar un premio de políticas públicas a nivel nacional que otorga el CIDE, y esto nos está dando mucha difusión.
Ya la Universidad de Stanford firmó un convenio con nosotros porque están evaluando de manera puntual el impacto del programa, y dándoles seguimiento a 6 mil jóvenes afiliados durante tres años, y compararlo contra aquellos jóvenes que no están tomando los cursos.
Por Gustavo E. Pérez Ramírez.