La aviación no es lo que solía ser

Es curioso cómo una industria que sólo tiene escasos cien años y un piquito ha pasado por tantos cambios y cómo hoy en día se ha convertido en un fuerte indicador del desarrollo de las naciones, de sus más graves problemas y de las dificultades para gestionar el crecimiento y el acceso de los bienes para todos.

En sus primeros años, el transporte aéreo era sólo un campo experimental de los más intrépidos aventureros (y aventureras, pues hay un buen número de mujeres que han incursionado en esta actividad, pese a que mayoritariamente ha sido un campo masculino).

En el período entre guerras se suscitaron algunos de los cambios más interesantes del sector. Iniciaron los vuelos comerciales y la búsqueda de una buena combinación entre seguridad y confort, así como racionalidad económica, que le permitiera a esta industria convertirse en un sector verdaderamente interesante.

Las guerras le dieron el soporte tecnológico más importante a la tecnología aplicada a la aviación pero fue después de la II Guerra Mundial que se logró darle estabilidad y solidez. De modo que tenemos escasos 50 años de verdadero desarrollo del sector y en ellos hemos visto un crecimiento exponencial y varias fases que van del glamour y el elitismo a la accesibilidad.

No obstante, después de los ataques terroristas del 11 de Septiembre del 2001, la aviación dejó de ser ese ámbito de glamour y encanto donde iniciaba la experiencia del turista o del hombre de negocios, para ser hoy en día casi un mal necesario si queremos ir más allá de cierta distancia.

Los aeropuertos, otrora la puerta de entrada al mundo del descanso, son hoy verdaderas pesadillas que nadie sabe cómo diablos llegaron a convertirse en campos de concentración con todo y nazis que torturan hasta donde les es posible a los resignados y asustados pasajeros que sólo desean cruzar la puerta entre el mundo de lo normal y el “área estéril” en el menor tiempo posible, con el menor roce posible con estos sujetos y tratando de dar el trago amargo sin dolor.

Y es este paso el que describe con crudeza un retrato de lo peor que tiene la burocracia como mal total, sin distingos de nacionalidad o de sexo, de credo político o religioso, ni de edad o raza: en un espacio ridículamente pequeño encontraremos a un puñado de hombres y mujeres que no saben para qué están ahí pero que tienen un inmenso poder y pueden hacerlo valer hasta reducir al mínimo la dignidad de los demás.

Esos “demás” son los pasajeros que regularmente tienen más poder adquisitivo que los “guardianes del orden” pero que están a merced de éstos durante esos breves minutos en los que, sin embargo, actúan como dueños y señores de un escenario donde son absolutamente impunes.

Es curioso cómo en un mismo aeropuerto (y a la misma hora, casi en el mismo lugar) uno de los encargados de la vigilancia puede impedir que un pasajero viaje con dos bolsitas con pequeños contenedores de líquido de menos de 100 mililitros, mientras otro apenas se percata de que ese u otro viajero trae dos o tres de ellas con contenedores del mismo género. ¿Quién decide qué y por qué? Ellos mismos, a su arbitrio.

Estas actitudes no son privativas de México (el compartir estos defectos es un consuelo de tontos, pero los compartimos, sin duda).

Hay aeropuertos, como Lutton en Londres, donde un vigilante puede detener durante 40 minutos a un anciano porque sus zapatos “suenan” extraño al pasar el arco de detección, e ignorar paladinamente que un chico de 20 trae estoperoles y piercings por toda su anatomía y ropa que hacen vibrar las alarmas.

Otros aeropuertos que están conectados por uno o dos vuelos de bajo costo (tipo Ryan Air o Easy Jet, pero también por British e Iberia) y que supuestamente siguen las indicaciones de estas aerolíneas y por lo tanto tienen políticas similares, pueden diferir de una manera absoluta: mientras en es Stansted se le impide al pasajero llevar más de un bolso en la zona estéril, Santiago o Asturias puede permitir –de vuelta- hasta tres.

¿Quién los entiende? Los viajeros europeos se pueden volver locos porque British les ponga restricciones de peso y dimensiones mientras Ryan Air no lo haga.

Pero lo peor es que al pasar este filtro donde impera el autoritarismo de la discrecionalidad (ya dijimos que en cualquier país, aunque se supone que sea democrático y respetuoso de los derechos ciudadanos) y donde se impide la entrada de casi cualquier cosa como líquido, gel o crema, existen farmacias y tiendas de cosméticos y licores que no sólo venden todo lo que el pasajero quiera llevar sino que lo entregan sin más a los viajeros para que lo suban en sus bolsos o maletas en las cantidades que deseen (incluso otra maleta por si se requiere).

Parecería que hay una especie de contubernio entre las empresas de vigilancia y las tiendas que venden estos productos. Acá afuera yo impido que los pasajeros pasen con productos que tú les vendes impunemente del otro lado. Yo me hago la fama de autoridad inflexible que cuida la seguridad, tú haces negocio.

¿Quién regula esto? ¿Las autoridades de aeronáutica, las de seguridad, las de comercio, las de transporte?.

En fin, ya en Europa se habla de que a más tardar en 2013 se revisarán estas políticas porque nadie se traga el cuento de que la seguridad puede ser un pretexto para seguir atropellando a los viajeros.

Y ya para terminar, apenas faltan 80 días para que este gobierno se vaya, pero las autoridades del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México dejarán huella profunda de sus atropellos para un buen rato. Ahora que están reencarpetando una de las pistas han logrado que todas las aerolíneas se unan ¡en su contra! Los retrasos, la falta de indicaciones e información y la prepotencia están a todo lo que dan.

Para colmo, la Secretaría de la Función Pública acaba de sancionar a siete funcionarios del AICM por diversas irregularidades.

El récord lo tiene no este personal inhabilitado, sino el director de esa dependencia pública, a quien en sus narices le pasa de todo (hasta droga que transportan personas que son detenidas en otros aeropuertos), balaceras y un sinfín de irregularidades y nadie lo molesta ni con preguntas. ¿Pues de qué privilegios gozará?

E-mail: raviles_2@prodigy.net.mx; twitter: @charoaviles

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