Las cuentas felices son como un viaje en la montaña rusa. La emoción nos dura lo que dura el recorrido, que normalmente es poco. Después de éste, solo nos queda el recuerdo y pagar lo que se deba.
Me puedo imaginar a los genios de la SHCP, liderados por su capital intelectual (tan amplio o escaso como se quiera) y sus doctorados en grandes escuelas, preparando las reformas fiscales y los Criterios Generales de Política Económica que presentaron, junto con el Presidente Nieto, el domingo anterior.
Han de haber estado felices, disfrutando cual muchacho en la montaña rusa. Me puedo imaginar los comentarios en los corredores de Palacio: “súbele al ISR”, “elimina esa deducibilidad”, “no me toques los ingresos petroleros”, “y tu quien eres para decidir eso?”, “lo del IVA no pasó en Presidencia” y la ahora clásica “esto viene del Presidente mismo.”
No quiero ni puedo hacer bromas. Hoy si que estoy sorprendido. ¿Cómo tanto Doctor en Economía reunido en un solo cuartito puede emitir una “reforma fiscal” tan repleta de contradicciones y errores? ¿Tan disparatada?
La verdad, yo mismo reconozco que la respuesta es muy sencilla. Porque pueden y porque saben que si la riegan, lo pueden corregir rápidamente en el Congreso. Es decir, la SHCP puede proponer todo lo que a sus genios se le ocurra, miren que al fin y al cabo los errores se pueden corregir haciendo uso de los diputados.
Es una postura muy cómoda la que tiene la SHCP. Ya que además de su gran influencia en todo el ámbito gubernamental, cuenta con un sistema de corrección y modificaciones posterior a la presentación de sus propuestas de Ley de Ingresos y Presupuesto de Egresos.
Es como si un alumno presenta un examen y tiene oportunidad de ir a corregir sus errores después del tiempo reglamentario, pero antes de que este sea corregido.
Ya recorriendo las propuesta de reforma vemos que los genios tuvieron a bien no aplicar el IVA en todo y para todos. De nuevo la base de recaudación queda en los mismos de siempre. Así cualquiera puede hacer propuestas.
En todo caso, se puede hablar mucho sobre el contenido de la propuesta. Ese no es el afán de esta columna, para eso hay una bola de expertos que en los últimos días han dejado la tinta correr.
Mas bien esta columna esta preocupada por un tema que se ha tocado poco pero que está en la conciencia de muchos: El Gobierno quiere mas recursos ¿para qué? Me sorprendió mucho el ver que la miscelánea fiscal (mal llamada reforma) que presenta el ejecutivo no habla para nada de un mejor control del gasto público.
Pareciera que el Estado considera que gasta bien, que es eficiente, que no despilfarra, que es ahorrador. Pero todos sabemos que esto no es así.
Todos hemos oído del despilfarro que se hace en prácticamente todos los niveles de gobierno, de la corrupción y el robo que los funcionarios públicos llevan a cabo durante sus mandatos.
Sin embargo, la SHCP no plantea nada al respecto. No hay una estrategia que busque reducir el gasto publico, contener su crecimiento y hacerlo mas transparente. No debería sorprendernos, al fin y al cabo, el PRI jamás ha sido un paladín de la transparencia ni la rendición de cuentas.
La recaudación debe ser con un objetivo claro y la ciudadanía debería ser capaz de evaluar el uso de esos recursos. Sin embargo es claro que esto no sucede. Es decir tenemos una imposición de impuestos sin representatividad.
Esta situación fue uno de los pilares de la guerra de independencia de los EUA. En México, jamás se ha hablado sobre este aspecto, pero me parece que deberíamos de iniciar una cruzada para hacer conciencia entre la población.
Veamos la situación que hoy vivimos: El gobierno ya cobra impuestos, los quiere subir y a cambio no ofrece nada claro a cambio. Nada de valor.
Hoy en día, los mexicanos no podemos sino considerar que los impuestos son una pérdida de riqueza. En otros países el pago de impuestos representa una ganancia para sus ciudadanos, porque a cambio reciben educación de gran calidad, servicios de salud modernos y eficientes, seguridad para los ciudadanos y oportunidad de crecimiento para todos aquellos que así lo deseen.
En cambio en México no solo no mejoramos pagando impuestos, sino que la imposición de impuestos se traduce en una pérdida de valor neta para la sociedad. Al aumentar los impuestos, el gobierno mantiene su estructura y la hace crecer. Es decir, es un circulo vicioso en el que el monstro en que se ha convertido mantiene su propia existencia al margen de los objetivos que debe cumplir. Es decir, el gobierno se ha convertido en un fin en si mismo en lugar de ser un elemento de cambio y servicio a la ciudadanía.
No estoy completamente convencido de que el Gobierno requiera mas ingresos. ¿Para que los quiere? ¿Para tener un subejercicio aún mayor al que ya hemos observado en estos meses? ¿Para gastarlo en proyectos que no crean valor? ¿Para dárselo a maestros que no enseñan?
En este sentido me queda claro que no puedo sino pensar que los ciudadanos merecen quedarse con sus recursos e invertirlo como mejor le parezca en lugar de entregarlo al gobierno para que este lo despilfarre y acabe comprando Ferraris a los hijos de los líderes sindicales.
En todo caso, la situación no es optima. Es claro que nunca es un buen momento para subir impuestos, pero hacerlos en la mitad de una recesión y sin un objetivo claro, parece ser una insensatez.
Visto de desde una óptica amplia, la estrategia gubernamental en materia fiscal solo demuestra cuan alejados están los gobernantes de los gobernados.
Un cambio parece ser la mejor opción, pero ¿hacia donde?