Lágrimas amargas

Un importante empresario me citó en su oficina para consultarme la manera de detener en frontera el desenfrenado ingreso de productos chinos al mercado nacional y después de oír la historia del asunto, francamente, no supe si reír o llorar.

Al igual que un sinnúmero de empresas nacionales, la industria de este  pro-hombre de los negocios, está pasando por momentos difíciles, provocados en gran medida, por el despiadado ataque de los productos asiáticos importados legal e ilegalmente al país.

El susodicho empresario lloró en mi hombro la terrible tragedia griega que estaba viviendo; estaba a punto de tomar la difícil decisión de reducir considerablemente su plantilla laboral.

No solamente las ventas habían estado a la baja en los últimos trimestres; sino que también la cobranza estaba del asco.

Los obreros estaban en pie de guerra, porque se acercaba el tiempo de renegociar el contrato colectivo de trabajo y con el pago de impuestos en puerta, todo parecía indicar que la empresa quedaría totalmente desprovista del flujo de efectivo necesario para continuar con sus operaciones y para cumplir con sus compromisos financieros, laborales y fiscales.

Mientras más me platicaba el empresario, más le notaba que la expresión de su cara se endurecía; cuando el color de sus mejillas comenzó a alcanzar tonalidades purpúreas, la verdad, me espanté, especialmente cuando de sus desorbitados ojitos rojos, comenzaron a escurrir algunas lágrimas.

La fábrica que con el sudor de su frente, había fundado su abuelo, estaba al borde del colapso financiero y todo, provocado por la inclusión de mercancía pirata proveniente de los tigres asiáticos.

¡Méndigos!, pensé para mis adentros; ¿cómo es posible que los productos de China se vendan en México por debajo del costo de los productos nacionales.

¡Claro!, el gobierno chino se hace rosca cuando solapa que la mano de obra sea prácticamente a costo de esclavo, siendo imposible que nobles empresarios, como mi interlocutor, compitan con miles de millones de chinos produciendo como enajenados las 24 horas del día, 365 días del año.

Rasgándose las vestiduras, el empresario me relató que los mercados informales del país también habían contribuido con su granito de arena en la debacle de su empresa.

Con la voz entrecortada, me dijo: ¡Los piratas no pagan nada!; evaden al fisco, porque no pagan impuestos; no pagan seguro social, porque tienen seguro popular; no pagan la luz, porque tienen diablito; no pagan regalías al dueño de la marca, ni invierten en tecnología, porque descaradamente se la fusilan. Lo único que tienen que pagar, son las mochadas a las autoridades que permiten el ambulantaje. El resto, es para su bolsa.

En tono pausado, el empresario me dijo, que la economía informal es la punta de lanza de la comercialización de productos piratas. Los importadores venden directo a los comerciantes ambulantes y al momento de entregarles el producto, cobran en efectivo, dejándole a los ambulantes las broncas con el IMPI y demás autoridades encargadas de corretear “de oficio” a los corzos del nuevo milenio.

Me convenció que si bien es cierto que la economía informal como medio de arranque de un negocio, es buena y positiva para países como el nuestro, a la larga es un suicidio económico, porque es predatoria de la actividad económica formal.

Me dio muchísimos ejemplos de prosperas industrias que habían empezado en la informalidad, hasta que su propia actividad los había lanzado como catapulta hacia la formalidad.

Fue en ese momento, que en un acto totalmente patriótico y espontáneo de mi parte, estuve a punto de proponerle una sustancial reducción en mis honorarios para defenderlo a él y a toda la industria nacional en su conjunto en contra de los ojeras asiáticos (¡no faltaba más!); pero antes de comprometerme, afortunadamente, alcancé a oír que con la rabia reflejada en la voz, me decía: “¿Qué éstas gentes no ven el daño que sus actividades le causan a la industria nacional? ¿Cómo es posible que ahora se arrojen a las manos de los chinos, si antes me compraban a mí toda la producción de los productos pirata, orgullosamente manufacturados en México?

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