Los medicamentos “convencionales” que son entidades químicas de origen natural, semisintético o sintético han sido el pilar fundamental de la farmacoterapia de las enfermedades por siglos. Ahora, en la era de la ingenieria genética los medicamentos conocidos como biológicos ó recombinantes, están ocupando un papel cada vez más importante en la medicina. Estos medicamentos son producidos en células vivientes (bacterias, hongos, etc) a las cuales se les introduce una secuencia de ADN que es “activada” dentro de la célula y ésta dirige la producción de la proteina biológica activa o producto recombinante. La insulina humana fue la primera medicina producida a través de tecnología delADN recombinante en ser aprobada por la FDA (Federal Drug Administration) en los Estados Unidos. Otros productos de este tipo ampliamente utilizados son por ejemplo los interferones, la eritropoyetina, la hormona del crecimiento, entre otros. En la actualidad, se estima que los medicamentos biológicos o recombinantes representan alrededor del 20% del mercado mundial de las medicinas. Para el cáncer, algunos productos de este tipo son el trastuzumab utilizado en el cáncer de mama y el bevacizumab para otras neoplasias.
Cuando la patente de los medicamentos expira lleva a la introducción de los medicamentos genéricos, que tienen un precio por lo general de una pequeña fracción del costo del medicamento de marca o innovador. Para los medicamentos no biológicos o convencionales, las versiones genéricas se consideran terapéuticamente equivalentes una vez que se establece que la sustancia activa del genérico es idéntica a la del original y que muestra una farmacocinética (comportamiento del medicamento en el organismo) comparable a la del original. Por lo tanto, las autoridades regulatorias de los países no requieren estudios clínicos de eficacia y seguridad.
¿Qué pasa con los medicamentos biológicos o recombinantes? La barrera a la entrada de la versión genérica de estos medicamentos (biogenéricos) es significativamente mayor que para las medicinas convencionales, debido a los costos de producción más altos y más requerimentos reglamentarios.
Existen muchos paradigmas sobre los medicamentos biogenéricos. Algunos son:
1. La sustancia activa de un biofarmacéutica es una colección de grandes isomorfas de la proteína y no una única entidad molecular, que es generalmente el caso con fármacos convencionales. Por lo tanto, es muy poco probable que las sustancias activas sean idénticas entre dos productos biotecnológicos.
2. Los pequeños cambios en, o las diferencias entre, los procesos de fabricación pueden tener un impacto significativo en la calidad, la pureza, las características biológicas y la actividad clínica del producto final. Incluso cuando los biogenéricos se producen a partir de la misma construcción genética, utilizando la misma técnica, formulación y envasado como el producto innovador, no hay garantía de que van a ser comparables con el producto de referencia. Las diferencias estructurales entre las proteínas pueden surgir por una serie de razones, incluyendo oligomerización, la modificación de la secuencia primaria de la proteína, los patrones de glucosilación o el estado conformacional.
Sin embargo, existen hechos que derrumban esos paradigmas:
1. Muchos productos biológicos, entre ellos la casi totalidad de los productos biotecnológicos, pueden ser ahora definidos por atributos químicos y físicos. Este hecho se puede atribuir a dos avances científicos. El aumento de la pureza de los productos biotecnológicos como resultado de mejorías en las técnicas recombinantes y de producción.
2. Los avance en la creciente sofisticación de la tecnología analítica que permite una caracterización muy detallada de estos productos. Aunque las células que se utilizan para producir productos biofarmacéuticos son organismos vivos complejos, todos los productos biofarmacéuticos terminados utilizados para tratar pacientes son altamente purificados y que se producen constantemente utilizando tecnologías avanzadas de fabricación. La amplia gama de herramientas analíticas sofisticadas que existen en la actualidad ya permite la caracterización de biofármacos para garantizar la seguridad y la eficacia.De hecho, y esto es un punto de importancia crítica, la FDA reconoce que la prueba analítica es mucho más sensible en la capacidad para detectar cambios de productos que un ensayo clínico típico. Durante los últimos 15 años, los fabricantes de productos biològicos o recombinantes han sido capaces de hacer cambios en la fabricación sin necesidad de repetir los ensayos clínicos, si demuestran que el producto fabricado después del cambio de producción es comparable al producto fabricado antes del cambio.
Hasta el momento, hay varias versiones de biogenéricos aprobados o en ensayos clínicos. Estos incluyen un número de epoyetinas y factores estimulantes de colonias de granulocitos, interferones, el factor VII activado, y hormona de crecimiento humana. Contra todas las preocupaciones, todos estos productos han demostrado seguridad y eficacia sin efectos adversos inesperados, comparable con el producto biológico de referencia.Por ello es por lo menos sorprendente que ahora, las empresas de marca de los medicamentos biotecnológicos, apuntan a la necesidad de llevar a cabo ensayos clínicos con los biogenéricos para demostrar la eficacia y seguridad.
En México, a diferencia de las versiones genéricas de los fármacos convencionales que se introducen en el mercado sin hacer ensayos clínicos, las autoridades regulatorias requieren de estudios clínicos para asegurar eficacia y toxicidad comparables. La cuestión principal, por lo tanto, es si existe un interés genuino basado en argumentos científicos para regular la entrada de biogenéricos ó si ésto defiende únicamente el interés económico de las grandes farmacéuticas para mantener a los competidores fuera elevando los requerimentos y costos para la entrada en el mercado de los biogenéricos. Los argumentos científicos deben prevalecer sobre otros intereses si es que queremos una industria farmacéutica nacional competiva.