No hay seguro social, no hay aguinaldos y menos repartos de utilidades. Estos maestros aspiran a festejos, que más parecen dádivas, en fechas específicas: un convivio navideño o un festejo el 15 de mayo, donde les darán una taquiza o una comida, a la que podrán ir, siempre y cuando no se interpongan con sus horas de clase, porque de lo contrario, no cobran.
Según datos del INEGI, cada año egresan de las universidades casi 500 mil alumnos que intentan ingresar al mercado laboral. También en cifras oficiales, poco más de la mitad encuentra trabajo, pero hay un importante porcentaje de profesionales que se encuentran en trabajos que no son sobre lo que estudiaron… o casi. ¿Cuáles son las opciones que hay? En México existe una última actividad, que suele verse como “lo último que hay” en lo que se trata a opciones sobre “trabajar en lo que estudiaste” ser maestro.
Pero el estudiar una licenciatura, o maestría, no te hace profesor, ni las ofertas que aparecen en los distintos medios de búsqueda de trabajos te van a tratar como un profesor. Para ellos eres sólo un profesionista.
Enmarcados en aquella calidad de “profesionales sin ingreso fijo” o freelance, estos maestros navegan coleccionando horarios en distintas universidades pequeñas. Cobran horas a destajo e incluso lidian con problemas que no conocen: Planes de Estudios, Corrientes pedagógicas, estrategias educativas o planeación de actividades.
Estos maestros son educadores por destajo. Cobran por horas cien pesos o menos por hora en frente de clase. No importan los traslados, no hay derecho a faltas o derecho a antigüedad, ellos firman contrato cada semestre, trimestre o cuatrimestre. No hay pago de vacaciones, ellos piden que no haya puentes o días festivos, porque no hay lana, la lógica de estas escuelas es simple: no hay clases, no pagas.
Entonces ¿por qué aceptan estos trabajos los profesionistas? Porque se cierran las puertas, tal vez creen que es temporal, pero al final se ven metidos en una peligrosa zona de confort: juntan horas en la mañana en una escuela en Polanco y luego por la tarde van a otra en Iztapalapa y tal vez junten un poco más en otra escuela por la noche y los sábados en la colonia Del Valle.
No hay rigor de investigación, no hay ascensos porque no hay escalafón. Lo único que puede salvarlos es encontrar algún otro trabajo, tal vez de planta, en alguna empresa que valore lo que se tiene, si se cuenta con alguna curricula previa, pero si no, el camino será ser siempre de estos maestros, los otros, los que no tienen sindicato.
No hay seguro social, no hay aguinaldos y menos repartos de utilidades. Ellos aspiran a festejos en fechas específicas: un convivio navideño o un festejo el 15 de mayo, donde les darán una taquiza o una comida, a la que podrán ir, siempre y cuando no se interpongan con sus horas de clase, porque de lo contrario, no cobran.