A pesar del creciente costo de la extracción de recursos fósiles (aumento estimado entre 27 por ciento y 61 por ciento para el 2050) o la utilización indiscriminada de recursos naturales como el agua para atender esta demanda y que crecerá más que la producción obtenida de combustibles, la transición a una economía baja en carbono es necesaria pero lenta en México.
Ciudad de México.- A pesar del creciente costo de la extracción de recursos fósiles (estimado entre 27 por ciento y 61 por ciento para el 2050) o la utilización indiscriminada de recursos naturales como el agua, que crecerá más que la producción obtenida de combustibles, la transición a una economía baja en carbono es necesaria pero lenta en México, al menos si se compara ante otros países de América Latina.
Y es que mientras en Latam más del 50 por ciento de la energía eléctrica proviene de fuentes renovales, en México sólo representan apenas entre el 18 por ciento y el 22 por ciento.
De acuerdo al estudio Energías Renovables para la Competitividad de México, elaborado por el Tec de Monterrey, señala que solamente en la última década, mientras el consumo de energía en el país creció a un promedio anual de 2.08 por ciento, tasa superior a la que presentó el Producto Interno Bruto (PIB), cuyo crecimiento anual fue de 1.82 por ciento, las reservas probadas de petróleo en México entre 2003 y 2012 disminuyeron en 31.2 por ciento en tanto las reservas probables disminuyeron en 27.2 por ciento.
En este mismo periodo, la producción nacional de gas natural creció anualmente en 2.2 por ciento, al tiempo que la demanda aumentó en 4.2 por ciento y las importaciones crecieron en 11.3 por ciento anual y aportaron 31.9 por ciento del consumo nacional.
“En este contexto de escasez de reservas fósiles en México, no sorprende que la Ley de Aprovechamiento de las Energías Renovables y el Financiamiento de la Transición Energética (2008), y luego la Ley General de Cambio Climático (2012), estableciera como meta, para el 2024, la generación de al menos el 35% de la electricidad nacional a partir de energías no fósiles”, señala el estudio.
De acuerdo al documento, a pesar de las metas establecidas en las leyes y en las estrategias y programas gubernamentales, hoy, la participación de las renovables en la matriz energética de México sigue siendo muy limitada, pues en el 2012 representó alrededor del trece por ciento del total de la generación eléctrica, que fue de 260.49 TWh, y apenas 2.9 por ciento si se excluye la participación de la hidroelectricidad (2.23 por ciento para la geotermia y 0.67 por ciento para la eólica), “las grandes hidroeléctricas no son fuentes intermitentes de electricidad y pueden tener afectaciones ambientales importantes, por lo que con frecuencia se excluyen como fuentes renovables”.
De la generación mediante fuentes renovables, 39,931 GWh, en el 2013, el 75 por ciento provenía de la hidroelectricidad, 14 por ciento de la geotermia y el ocho por ciento de fuentes eólicas.
En particular, la eólica ha mostrado importantes avances pues llegó a este porcentaje en tan solo diez años.
Mientras en 2003 su participación fue de apenas 0.02%, y se espera que para finales del 2014 sea similar a la de la geotermia.
Rezago superado por la velocidad de la luz
Si la teoría dice que la velocidad de la luz es de 300 mil kilómetros por hora, hablar de la velocidad con que la infraestructura nacional para el abasto eléctrico se desarrolla resultaría una broma de mal gusto.
Y es que según el estudio presentado por el Tec de Monterrey, la falta de infraestructura de transmisión eléctrica ha sido un obstáculo para el suministro de electricidad producida a partir de energías renovables debido a que los grandes proyectos de fuentes renovables de energía tienen una ubicación alejada de la red.
“Hoy más del 30 por ciento de la capacidad (eléctrica) instalada tiene una antigüedad de 25 o más años de operación. Según algunas estimaciones, para atender estas necesidades se requieren inversiones por más de mil 350 billones de pesos, lo cuál sólo podrá lograrse con la participación del sector privado, como bien apunta la Reforma Energética”, cita el documento.