Comenzar una empresa —y no perecer en el intento- es el sueño de un gran número de jóvenes mexicanos, sobre todo ante el difícil panorama que se presenta día a día en un país en el que los empleos no son suficientes para todos. Sin embargo, son varios los obstáculos, tanto ideológicos como del entorno, que hay que vencer antes de poder autodenominarse “empresario”.
Hell Yeah Tees (HY) es un proyecto mexicano de diseño que, como miles de microempresas en México, surgió de la inquietud de su fundador Roberto Centeno, de no seguir el camino habitual de contratar sus servicios profesionales en una empresa y, en lugar de eso, comenzar un proyecto propio.
Así, lo que comenzó como su tema de tesis —una marca de playeras que toma como inspiración para sus diseños la música, especficamente las letras del rock en inglés- se convirtió al transcurso de un par de años en su modo de vida, lo cual le ha dejado tanto momentos de tensión y preocupación como múltiples satisfacciones.
En entrevista con El Semanario Sin Límites, Roberto fundador de Hell Yeah Tees, afirmó que los primeros obstáculos en su camino empresarial fueron: por un lado, la cuestión económica, la cual superó endeudándose prácticamente con todos sus amigos y conocidos. “Durante la elaboración del plan de negocios, llegué a considerar un financiamiento formal como un gran escape, pero fue algo que no se dio. Sin embargo, es algo que no descarto como una opción en el futuro, sobre todo si fuera para lograr un crecimiento significativo de la empresa, llevarla a un plano más formal, en el aspecto legal por así decirlo”.
El segundo, “tuvo que ver con la interdisciplina, es decir, el hecho de desconocer muchas cosas de administración, o de contabilidad, inclusive dentro del mismo ámbito del diseño, como la impresión. Desconocía muchas áreas que intervienen en el proyecto”.
Queda claro que cuando uno es el director, el administrador, el contador, el vendedor, el RRPP, el diseñador, el distribuidor, todo al mismo tiempo, las cosas pueden volverse un verdadero martirio. Una opción es buscar capacitación en los rubros en los que vaya siendo necesario, o como lo hizo Rob —que así lo conocen sus amigos- ir aprendiendo sobre la marcha, pero también reconocer cuando algo escapa de sus capacidades, y recurrir a la gente correcta. Así, HY al contar con la colaboración externa de diversos profesionistas, que han hecho que cada vez se afine su funcionamiento como unidad administrativa.
El obstáculo más grande que ha afrontado esta microempresa es la reñida competencia, así como la falta de espacios para promover sus productos. Cierto es que internet y las redes sociales, han hecho que esta marca cuente con más de 1,500 seguidores en Facebook, pero ¿qué pasa con las plazas físicas para llegar a su público del modo tradicional?
La opción obvia sería conseguir una tienda en la cual se puedan exhibir las mercancías producidas; sin embargo, para las microempresas, el contar con un espacio fijo puede llegar a ser más perjudicial que benéfico, pues al comprometerse con el pago de una renta fija, se está comprometiendo gran parte de las ganancias del negocio. Cierto es que contar con este tipo de espacios ayuda mucho al posicionamiento y a la conservación de clientes cautivos, pero definitivamente es un paso de gran cuidado, que se tiene que dar sólo después de haber analizado muy bien el nivel de rentabilidad que tiene la marca.
HY, no cuenta con una tienda propia, aunque eso no quita que tenga espacios para comercializarse. Gracias al esfuerzo de Roberto y su equipo, han logrado participar en diversos tianguis culturales, que se han convertido en los últimos años en un buen espacio de difusión de centenares de proyectos nuevos, gestionados por jóvenes diseñadores, artesanos y productores de marcas muy diversas. Por ejemplo, Tráfico Bazar (facebook.com/BAZAR.TRAFICO), que desde 2009 ha sido una plataforma itinerante en la que el público puede conocer—y sobre todo adquirir-, ropa, accesorios, libretas, comida, zapatos, ornamentos, decoraciones, y una gran variedad que sólo está limitada por la imaginación de los participantes.
Sin embargo, a pesar de que estos espacios realmente significan muy buenas ganancias para muchos proyectos, incluido HY, a la hora de intentar ingresar “a las ligas mayores”, son varias las limitantes que se encuentran. Una de las más importantes, es que las microempresas suelen operar en la informalidad. Según palabras del propio Roberto, “no conozco a ningún empresario que no se queje de Hacienda. Sobre todo con todo este rollo de las reformas, de los nuevos regímenes para nuevos contribuyentes, es un tema que se ha estigmatizado bastante” comentó Roberto.
De cualquier modo, también reconoce la importancia de estar dentro de la legalidad, sobre todo por las cuestiones de facturación, que a veces pueden significar la colaboración o el rechazo de nuevos socios o inversionistas. “Al inicio del proyecto, tuvimos la oportunidad de entrar en un negocio muy grande, pero por estas cuestiones de la capacidad de producción y de los detalles fiscales, de no poder facturar, pues sí, nos quedamos fuera de la jugada”.
Otra gran área de oportunidad de las micro y pequeñas empresas, y que también tiene qué ver con la informalidad, es el hecho de no “creérsela”. Para Roberto, este es un factor fundamental, y es lo que le ha ayudado a alcanzar el segundo aniversario de su marca, que celebrará dentro de pocos días con una fiesta y un diseño conmemorativo —recordemos que son pocas las mypymes que alcanzan los 18 meses de antigüedad, así que esta fecha tiene doble significado-.
Pero volvamos a qué significa “creérsela”. Quiere decir que, quien aspire a ser microempresario, tiene que venderse a sí mismo su negocio para después poder vendérselo a los demás. “Muchas veces no creemos en lo que estamos haciendo (…). Y no hablo en un sentido metafísico de ‘si crees lo puedes materializar’, sino más bien es, en que tú crees que lo quieres hacer en verdad va a ser”.
Y para esto, es primordial enfocarse en la calidad de lo que sea que vaya a producirse u ofrecerse. “A mí me funciona” —señala el director de HY- “pensar como si fuera alemán o japonés. No quiere decir que sea malinchista, sino más bien me pregunto: ‘Si mi marca se fuera a otro país, por ejemplo, a Inglaterra, ¿podría competir con las marcas de allá, en cuanto a diseño, acabado, precio?’. Que la gente de allá vean las playeras y digan ‘Esto está muy chido, ¿de dónde es? Ah, es mexicano’. Esto es tomar en serio tu marca”.
Y es que suele pasar que, como la mayoría de las microempresas son administradas por gente muy joven, suelen perderse en la desorganización. “Es muy fácil excusarse en el hecho de que uno es joven” —Roberto tiene 28 años-“pero hay que estar bien consciente de que, aunque uno sea informal en su vida personal, a la hora de hablar del trabajo tenemos que ser las personas más puntuales, las más precisas, y eso es parte de creértela. Si no haces las cosas en el tiempo que dices, si no llegas temprano a tus citas, si no entregas una calidad buena, ¿entonces cuándo te lo van a creer?”.
Precisamente, ese es el cambio de ideas que plantea el hecho de decidirse a ser empresario. Desde el inicio, hay que hacer las cosas bien. Roberto considera como una gran ventaja del tamaño de su empresa es que tiene el control sobre todo lo que se hace, porque no hay una cadena enorme entre lo que se manda y lo que se termina haciendo. También, considera que a veces, entre tanto protocolo y planeación, las empresas grandes pierden mucho en cuanto a capacidad creativa.
Aún así, considera que justo esa gran capacidad de organización y de división del trabajo con la que cuentan las empresas grandes es su principal ventaja ante los pequeños competidores. “Aquí, tú prácticamente tienes que hacer todo, entonces quieras o no terminas cayendo en la desorganización, porque le terminas dando prioridad a otra cosa. En nuestro caso, por ejemplo, la prioridad termina siendo la calidad del producto, o el área de ventas, dejando de lado un poco lo administrativo o lo estratégico”.
Para contrarrestar un poco esta situación, Roberto recomienda llevar un registro puntual de todas las actividades del negocio. “Hay que anotar todo, desde la mínima tontería, porque eso al final del día te va a ayudar a saber cómo están saliendo las cosas y para tratar con las personas, a veces por ejemplo no se escriben contratos, pero puedes llevar registro de lo que se habla y lo que se planea, pues ya tienes con qué ampararte, tal vez monetariamente hablando, para tener noción sobre todo de tus deudas y compromisos”.
Esta empresa que ha llegado a facturar hasta 40,000 pesos en un mes, ha encontrado en el comercio electrónico y en las redes sociales un importante aliado para su penetración, crecimiento y posicionamiento en el mercado. “En el caso particular, creo que las redes sociales son el génesis de la marca, en particular Facebook (/HellYeahTees) ha sido fundamental para darse a conocer, para promocionar, para vender. Digo, hay muchas redes, lo sé, hemos probado en varias, pero el caso particular de Facebook nos ha ayudado muchísimo”.
Al preguntarle si cree que el comercio electrónico está lo suficientemente desarrollado en México para sustentar comercialmente a una marca, señaló que aunque existen herramientas buenísimas como Paypal o los pagos diferidos en 7-eleven, existe aún un gran nivel de desconocimiento y de miedo al fraude por parte de los usuarios. Sin embargo, es una actividad que se encuentra en crecimiento, por lo que confía que con el tiempo esea problemática podrá superarse.
El caso de Hell Yeah, es insipirador y forma pate de los cientos de pequeños empresarios que se encuentran dando batalla en el mercado mexicano, son, pues un aliciente para cualquier joven que tenga una idea de negocio; lo importante, como dice Rob, es “creérsela y comprometerse con uno mismo”.
Por: Mariana Vega.