¿Miedo al compromiso?

¿Para cuando la boda? Una pregunta que cierra tu garganta, te hace sudar frío y evoca tus más profundos deseos de correr ¡Claro que no es miedo! simplemente lo consideras antinatural. 

Cuando se defiende la fidelidad y el compromiso, con mayor frecuencia, salen a la luz argumentos ideológicos, religiosos y moralistas. La ciencia, por otro lado, mantiene abundantes teorías que cuestionan la condición de infidelidad social vs sexualidad que manejamos.

Aunque en algún momento el compromiso sirvió como principal contribuyente a la preservación de la raza humana, actualmente, en una sociedad como la nuestra, apenas se vislumbran sus ventajas evolutivas… entonces ¿por qué seguimos comprometiéndonos?

Todo comenzó en las sociedades más antiguas -en las que por desgracia ya estaba instaurado el género-, de acuerdo con diferentes antropólogos, la monogamia surgió en nuestros primeros ancestros como parte de un pacto tácito en el que los hombres compraban fidelidad por parte de las mujeres a cambio de comida y evitaban invertir recursos en el hijo de otro hombre. Siguiendo a John Hawkes -antropólogo de la Universidad de Wisconsin– la monogamia surgió a partir de ‘negociaciones  entre hombres’ acerca del acceso a las hembras, dichas negociaciones buscaban reducir los altos riesgos de lucha directa entre ellos.

En algún momento el compromiso que se mantenía con las personas respondía a un orden simple: dar para obtener. Los roles de género contribuían al sostenimiento de esta regla pero con el tiempo y la liberacion de algunos limitantes sociales, las normas cambiaron hasta el punto en que las mujeres no necesitaron de un proveedor para ayudar a su subsistencia o al a de su descendencia y el concepto de compromiso se modifico para siempre.

¿Qué sostiene el compromiso en pleno siglo XXI?

El compromiso, entendido por Caryl Rusbult -psicóloga de la Vrije Universiteit, en Amsterdam- es la dependencia mutua que existe entre dos individuos. Forma parte de una dinámica en la cual, un sujeto, logra un acercamiento con la relación para entender las necesidades importantes de la misma. También lo define como el grado en el que la pareja cuenta el uno con el otro como único medio para satisfacer resultados importantes, en otras palabras, el compromiso es la experiencia subjetiva de la dependencia que se tenga hacia una otro.

La monogamia surgió en nuestros primeros ancestros como parte de un pacto tácito en el que los hombres compraban fidelidad por parte de las mujeres a cambio de comida/Imagen: Tumblr

Como las psicólogas Torres Gonzáles y Ojeda García proponen en El compromiso y la estabilidad de pareja, existen por lo general dos polos dicotómicos que manejamos. Ambos responden a la patología del compromiso que vivimos actualmente, por un lado está la actitud hipercompromisaria -característica de todas aquellas personas para las cuales el mero acto de compromiso se antepone a cualquier otro atributo de la unión en pareja (como el cariño, intimidad o la comunicación)-, por el otro lado se encuentra la actitud anticompromisaria – dentro de la cual la preservación de la intimidad individual sobrepasa el proyecto de vida en pareja y se mantiene a expensas del compromiso-.

El psicólog0 estadounidense George Levinger expresa tres fundamentos como claves en el mantenimiento del compromiso en pareja, todos permeados por la concepción de ventajas superiores y mas amplias que las desventajas de dicha relación, son:

  • Satisfacción, entendida como el efecto positivo vs negativo experimentado en una relación, se ve influenciado y afectado en la medida que la pareja llene las necesidades más importantes del sujeto.
  • Calidad de alternativas a la actual relación, esto hace referencia al grado en que las necesidades del sujeto puedan ser cubiertas fuera de la relación actual.
  • Inversiones, se refiere a la magnitud e importancia de los recursos sujetos a la relación; recursos que perderían valor o se anularían por completo si la relación terminara.

Para los expertos, las relaciones tienden a perdurar cuando los resultados de las mismas son benéficos y satisfacen a los individuos. Las recompensas recibidas a partir de la relación se comparan con los costos incurridos para determinar si esta es buena o mala. Como explica Erich Fromm en El arte de amar 

hay en la cultura contemporánea un rasgo característico, estrechamente vinculado con ese factor. Toda nuestra cultura está basada en el deseo de comprar, en la idea de un intercambio mutuamente favorable (…) la sensación de enamorarse sólo se desarrolla con respecto a las mercaderías humanas que están dentro de nuestras posibilidades de intercambio (…) De ese modo, dos personas se enamoran cuando sienten que han encontrado el mejor objeto disponible en el mercado, dentro de los límites impuestos por sus propios valores de intercambio (…) en una cultura en la que prevalece la orientación mercantil y en la que el éxito material constituye el valor predominante, no hay en realidad motivos para sorprenderse de que las relaciones amorosas humanas sigan el mismo esquema de intercambio que gobierna el mercado de bienes y de trabajo.”
El compromiso es la dependencia mutua que existe entre dos individuos/Imagen: Tumblr

La fidelidad y el compromiso no son aspectos que nuestra herencia mamífera pueda sostener, de hecho, no ha logrado todavía asimilar la norma monogámica que nuestro modelo de convivencia social exige y cuya falta castiga; la actividad extra marital, la falta de lealtad a la pareja, la insatisfacción emocional y la búsqueda de independencia, son eventos que justifican, aun hoy en día, la venganza por parte del “afectado” hacia su pareja.

Respecto a identificar  lo que es y no importante en una relación interpersonal de vinculación afectiva, el investigador estadounidense Stemberg logró establecer que si y que no cuando de parejas hablamos.

Bajo una muestra de 80 adultos cuyas edades oscilaban entre los 17 y los 69 años, Stenberg, identificó diez factores significativos para la construcción del compromiso y de la relación de pareja: comunicación íntima, apoyo-comprensión, tolerancia-aceptación, flexibilidad-valoración, valores y capacidades, quehaceres domésticos, atracción física, romance apasionado, agrado-amistad y fidelidad.

Sin embargo, cuatro fueron los atributos más determinantes para relacionarse y todos mantenían una fuerte relación con el trinomio fidelidad-compromiso-monogamia. De acuerdo con el experto, las bases para consolidar el compromiso son tres: compartir valores, voluntad para cambiar como respuesta mutua y  tolerar los defectos de la pareja.

El compromiso es la experiencia subjetiva de la dependencia que se tenga hacia una otro/Imagen: Tumblr

De acuerdo con los autores, son dos los caminos a elegir: ya sea que decidas cambiar en orden a adaptarte mejor a las características de tu pareja -en cuyo caso lograrás llegar rápidamente al punto de compromiso- o: por el lado, puedes esperar a que ésta acepte determinados rasgos de tu conducta como “tu forma especial de ser” y lo vea como algo imposible de modificar – lo que significa que libraste la batalla del compromiso vs separatividad-. 

De acuerdo con Alejandra Llamas -autora del libro El arte de la pareja– es importante reconocernos como seres completos antes de formar cualquier compromiso afectivo; cuando un sujeto mantiene creencias pobres o carentes de su propia persona y no se siente merecedor de una pareja es fácil que caiga en conductas vinculativas perjudiciales como no poner limites ni exigir respeto, y esto – a diferencia de las creencias populares- nada tiene que ver con el compromiso.

Siempre estamos comprometidos, a una cosa u otra, me comprometo a mi y a mi persona o estoy comprometido a tener una pareja o un determinado estilo de vida. No es que desaparezca el compromiso, ya que a partir de este creamos nuestro futuro, lo que llega a pasar es que los compromisos están enfocados en otros intereses pero entonces esa persona esta comprometida a estar soltera, a ser solteros o a poner su interés en otras cosas pero esto no quiere decir que tengan miedo a comprometerse sino únicamente que el compromiso esta puesto en otros intereses”.

El amor en los tiempos modernos consiste en parejas que logran darse suficiente espacio para que cada uno pueda desarrollarse individualmente en todos los aspectos de su persona, de esta forma, la relación logrará florecer y no se formarán alianzas que eviten u obstaculicen las metas del otro. Al final del día, el compromiso es un acuerdo con uno mismo, y es hasta que estamos de acuerdo con nuestros propios compromisos que logramos extender eso hacia otros por medio de peticiones que se vuelven promesas y acuerdos. Como explica Fromm:

 todos sus intentos de amar están condenados al fracaso, a menos que procure, del modo más activo, desarrollar su personalidad total, en forma de alcanzar una orientación productiva; y de que la satisfacción en el amor individual no puede lograrse sin la capacidad de amar al prójimo, sin humildad, coraje, fe y disciplina. En una cultura en la cual esas cualidades son raras, también ha de ser rara la capacidad de amar”.
Al final del día, el compromiso es un acuerdo con uno mismo/Imagen: Tumblr

 

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