Amigos queridos:
El martes asistí con mi querido Jorge Arturo a ver Mujeres Soñaron Caballos de Daniel Veronese; una propuesta de teatro alternativo, lo que en realidad me tenía un poco nerviosa, puesto que yo la sugerí y no estaba segura si iba a ser una maravilla o una de estas fumadas vanguardistas que nadie entiende y los que creen que lo hacen, terminan explicándote tu falta de acervo cultural. O peor aún, cuando tienes oportunidad de conocer lo que deseaba plantear el autor, te das cuenta que necesitabas un manual antes de ver la obra. Afortunadamente no fue el caso y a ambos nos gusto.
Se preguntarán ¿por qué escogí esta obra? En primer lugar porque hará tres años, me la recomendó mi amigo Beto Juárez; en segundo, porque en aquél entonces, se armó gran revuelo en torno al autor. El argentino no estaba dispuesto a que nadie más dirigiera su obra, exacerbando así los ánimos patrioteros, dados los nombres que se barajearon.
Dicho evento me pareció altamente sospechoso. Podía tratarse de una cosa tan rara, que sólo él podía entender; el guión era tan malo, que sólo él era capaz de trazarlo… o simplemente era un ególatra desmedido, fenómeno frecuente en el medio.
Me pareció una propuesta innovadora, elaborada con elementos sencillos muy bien articulados. La trama gira en torno a una comida familiar en la que se dan cita tres hermanos con sus respectivas parejas, convocados por uno de ellos quién tiene “algo” que confesar. La inspiración del autor, según él mismo comenta, provino de un extraño evento que leyó en la prensa argentina sobre un suicidio colectivo de mamíferos cuadrúpedos, sin saber bien a bien de qué animal se trataba.
La historia como tal no me encantó, sin embargo hay logros fascinantes. La obra se desarrolla en un desvencijado y pequeño espacio iluminado crudamente, esto logra transmitir una sensación de hacinamiento que nunca había experimentado. Además entraña un enorme reto para los actores que están, todos, muy bien.
Encuentro a los personajes un poco fuera de balance. Algunos, incluso, me parecen muy mal delineados; pero hay otros estupendos, con perfiles tan familiares que te da la sensación de conocer a alguien así. Los diálogos son verosímiles y graciosos, pese a la brutalidad de la ambientación y la dificultad por denotar un diálogo interno, aparentemente desarticulado.
Más allá del pretexto escénico, creado para transmitir la violencia en que nos encontramos inmersos como sociedad, reflejada desde una de sus células. En mí, el impacto me llevó a las células de la familia, cada uno de sus miembros, quienes pese a las diferentes historias y personalidades, acaban reflejando un drama común de desolación que logró estremecerme. No estoy segura si se da intencional o accidentalmente, pero tampoco importa. En términos generales creo que vale la pena verla, aunque no me haya encantado. Si sus gustos son muy convencionales no es una buena opción.
Amén de la obra, reflexioné sobre nuestra sociedad y los temas que nos aquejan, alcanzando una conclusión tan obvia que parece hasta boba. Estamos inmersos en una sociedad holográfica, es decir, toda la sociedad está en cada uno de los individuos, así como todos los individuos están en la sociedad. Lo que me llenó de esperanza, es que temas tan complejos, que parecen irresolubles, pueden arreglarse si los segmentamos y curamos cada una de sus partes por separado, lo que parece una meta más viable.
Foro Shakespeare ubicado en Zamora 7.
Funciones lunes y martes 20:30 (últimas tres semanas)
Les mando un largo y apretado abrazo,
Claudia