La entrevista de trabajo es la oportunidad de oro para conocer a fondo a un candidato, por lo que no puedes fallar a la hora de cuestionarlo.
Si bien hay métodos tradicionales de entrevistas laborales, la actualidad exige mayor dinamismo y apertura por parte del entrevistador.
Hay que salir de los límites establecidos y hacer de la entrevista de trabajo, un momento donde el candidato hable con franqueza y demuestre su verdadera faceta.
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La mejor forma de lograrlo es haciendo que hable el aspirante. Hacer preguntas abiertas que lo obliguen a reorganizar sus pensamientos.
Si se utilizan las clásicas preguntas de ¿cuáles son tus fortalezas y habilidades? O ¿cómo te ves dentro de 20 años?, las respuestas ya están preparadas.
Si en cambio la pregunta gira en torno de qué es lo que más disfruta del trabajo o qué momento es el más importante del día, las cosas cambian.
Las respuestas serán muy diferentes y esto abre la posibilidad de conocer más a fondo la forma de pensar y de sentir del candidato.
Y déjalo hablar y romper la tensión, que se sienta cómodo y que se abra de tal forma, que se puedan detectar aspectos requeridos para el puesto vacante.
Escúchalo con atención y formula preguntas cada vez que detectes algo interesante. Esto también ayuda a que mantengas el control y el ritmo de la entrevista.
Evita dar mucha información y detalles del puesto, ya que esto lo puede aprovechar para adecuar sus respuestas.
Igualmente es importante que evites interrupciones durante la entrevista, para que no se rompa la dinámica.
Finalmente, evita tocar temas que puedan ocasionar confusión o incluso disgusto en el candidato, como cuestiones de raza, sexo, religión o hasta política.
Con esta forma de hacer una entrevista de trabajo, conocerás mejor a los candidatos y no solamente la faceta bien estudiada que siempre presentamos cuando vamos a pedir trabajo.