¿No aprendes de tus errores?

Tropezar una y otra vez con la misma piedra pudiera no ser coincidencia, incluso, podría llegar a tratarse de una condición de tu estructura cerebral. 

Cuando tomas una decisión, ésta, no solo responde a tu estado de animo. Tampoco depende de la hora del día ni de la presión que creas tener antes de tomarla.

Nuestro cerebro, trabaja a través de una serie de operaciones en las que intervienen los lóbulos frontales y el cerebro límbio (o emocional). Lo cual significa que para tomar una decisión, numerosos proceso cognitivos entran en juego: procesar estímulos, recordar experiencias anteriores, estimar las posibles consecuencias y las diferentes opciones…

¿Realmente podemos aprender de la consecuencias de nuestros actos? Si es así ¿Por qué existen personas que comenten los mismos errores una y otra vez? ¿Por qué buscamos gratificación inmediata en lugar del bienestar posterior?

De acuerdo con el psicólogo Wlater Mischel, de la Universidad de Columbia, el factor impulsividad influye enormemente en cómo un sujeto se maneja por la vida -tomando decisiones, planteándose problemas y soluciones-. La impulsividad de alguien queda regulada gracias a las experiencias vitales que la persona ha tenido, los aprendizajes que ha podido realizar y, especialmente, a la red de conexión cerebral que su genética le haya otorgado.

Todo esto determinará la forma en que el individuo reaccione y elija; por ello encontramos personas que tienden a ser indecisos, soportar peor el estrés e inclinarse por los golpes y las peleas mientras que otros logran aceptar mejor las frustraciones de la vida, responsabilizarse y demorar la gratificación en orden a perseguir sus objetivos.

Aprender de la experiencia es importante y no hace falta ser un niño para hacerlo. De acuerdo con Mischel, las personas logran entrenar estas habilidades poco desarrolladas inicialmente y llegan -poco a poco- a adquirir mejores estrategias para la toma de decisiones.

Para las personas impulsivas el equilibrio que debería existir entre: experiencias pasadas, contexto de la decisión y la alternativa más gratificante, no existe. La impulsividad se caracteriza por la prevalencia (y búsqueda activa) de una gratificación inmediata mientras que la información acerca de las consecuencias de dichas decisiones se desvanece.

Aunque todos somos impulsivos en mayor o menor rango, lo que la hace diferentes de una impulsividad patológica tiene que ver con nuestra capacidad para aprender de la experiencia. Este aprendizaje consiste en la aceptación de uno mismo y los propios limites, así como de formas más adaptativas para relacionarse con la realidad que nos rodea.

¿Para tomar decisiones menos impulsivas? Es necesario un entrenamiento mental capaz de trabajar con el auto control y la flexibilidad (en orden a evitar la frustración). A través de la práctica constante, el cerebro logra cambiar químicamente su composición y estructura, haciendo de la impulsividad un problema del pasado.

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