El INAH asegura que este hallazgo es un asentamiento muy importante, igual que el de La Ferrería, ubicada al sur de la capital duranguense y que fue la población más significativa del Valle de Guadiana para la cultura de los Chalchihuites.
Ciudad de México (elsemanario.com).- Si hace dos semanas el hallazgo del Tzompantli mayor nos dejaba sorprendidos, esta ocasión la ciudad de Durango es escenario y testigo de un nuevo descubrimiento, esto gracias a los pobladores de la comunidad de Santa Lucía, Canatlán, quienes reportaron pinturas rupestres en la zona.
Resultado de lo anterior, se detectaron más vestigios, pues también se encontraron puntas, vasijas, huesos y petrograbados, además de otros elementos pertenecientes a la cultura Chalchihuite.
Esto fue dado a conocer por Sirley Rojas Rodríguez, delegada del Instituto de Antropología e Historia (INAH), quien también agregó que estos indicios remarcan que lo encontrado es un asentamiento muy importante, igual que el de La Ferrería, ubicada al sur de la capital duranguense y que fue la población más significativa del Valle de Guadiana para la cultura de los Chalchihuites.
La Ferrería combina elementos arquitectónicos referentes a lo ritual y se conforma por una cancha de pelota y pirámides, entre otras cosas.
Marie Areti Hers Stutz, doctora en Arqueología e Historia del Arte, quien desempeña su labor en el Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM, considera que la cultura Chalchihuites se relaciona con los orígenes norteños de los tolteca-chichimeca de Tula y que abarca desde el preclásico superior hasta la mitad del epiclásico.
Pareciera que el país se encuentra en una nueva fase de hallazgos concernientes a nuestro pasado conectado con Mesoamérica. Recordemos que hace poco fuimos testigos del cenote descubierto debajo de la Pirámide de Kukulkán, mismo que abre una carpeta más en lo interesante y apasionante que puede ser el conocimiento sobre la cultura maya.
Y recientemente, se encontraron los vestigios de un Tzompantli justo detrás de la Catedral de la Ciudad de México, hallazgo que data de la sexta etapa constructiva del Templo Mayor, entre 1486 y 1502 y que podría ser considerado como la máxima advertencia mexica en lo que tiene que ver con sus actividades de guerra, pues este descubrimiento contiene cráneos enemigos sacrificados, decapitados y expuestos para exaltar el poderío de esta cultura.