Propuestas del debate

En este breve espacio me gustaría reflexionar sobre algunos aspectos del debate de los candidatos a la Presidencia de la República del pasado domingo.

Lo primero que me gustaría resaltar es que a diferencia de lo que sucedía en meses y años pasados hoy se plantean iniciativas liberales de forma abierta, que además son bien recibidas por la población.

En mi percepción, en el pasado si alguien argumentaba a favor de una mayor participación de la iniciativa privada y un menor rol del gobierno, aunque no como regulador, era denostado como neoliberal, como si eso por si mismo fuera negativo. Hoy, muchas de las iniciativas de tres candidatos van en ese sentido y uno de ellos lo dice claramente y resulta bien aceptado. Me parece que esta situación debe ser bien recibida pues la tolerancia permite la confrontación de ideas y argumentos.

Por cierto, en mi opinión ese ha sido el error del partido en el poder, no hablar abiertamente de su agenda de reforma y sólo hacerlo veladamente. Esta actitud, deduzco por cuestiones políticas, reduce el alcance de sus propuestas, por un lado, y no hace convincente sus argumentos, por el otro.

Como corolario de lo anterior, otro mensaje principal que concluyo del debate es que, con excepción del candidato de las izquierdas, existen muchas coincidencias en las propuestas de los otros tres candidatos. Esto debería permitirnos estar optimistas en el sentido que se llevarán a cabo reformas necesarias por el país. No obstante, la experiencia nos ha enseñado que todavía faltan múltiples obstáculos por superar.

Además de lo anterior, aun si se llevaran a cabo las reformas laboral, energética, fiscal, en mi opinión los dos problemas básicos del país son, por un lado, el bajo capital humano que se traduce en una baja productividad y por el otro, la ausencia de competencia en múltiples sectores.

En este sentido cualquier iniciativa que expanda la cobertura en educación media superior es bienvenida, pero, es fundamental que la educación sea de calidad, desde la primaria. Esta ha sido la pieza fundamental del éxito de Corea del Sur.

En el tema de competencia, que según lo que yo entiendo, no es lo mismo que competitividad, acabar con los monopolios, privados y públicos (empresas públicas, partidos políticos, sindicatos), es fundamental. Las propuestas para cambiar la situación en los primeros están sobre la mesa, ninguno de los candidatos habla abiertamente de los segundos.

La soluciones no son fáciles y requieren de un gobierno más comprometido en este sentido de lo ha sido en el pasado, de corto y de largo plazo. Debemos exigir de los candidatos que nos expliquen cómo le van a hacer en estos dos temas fundamentales.

Finalmente, unas reflexiones en el tema de protección social, pues se ha vuelto una propuesta recurrente. Los candidatos hablan de un sistema de protección social universal, que incluya salud, pensiones, riesgos laborales y seguro de desempleo. Vayamos por partes. Primero, me parece que no se ha entendido en el país que es universal. Las propuestas para el sistema de salud que circulan hablan de un sistema único de salud, digamos unificando, integrando o coordinando, al IMSS, al ISSSTE y al Seguro Popular. La realidad es que el gasto público es sólo 50 % del gasto total en salud; la otra mitad es gasto privado. Las propuestas no abordan cómo articularíamos el sector público con el sector privado de la salud. Un sistema que sólo integre al 50 % del gasto no es universal.

Segundo, existen seguros que no pueden ser universales por naturaleza. Por ejemplo, el seguro de desempleo y el de riesgos de trabajo. El primero es por diseño un seguro para las personas que han tenido un trabajo y han hecho contribuciones a la seguridad social que les permita tener un flujo de efectivo en caso de desempleo. Pueden existir políticas de subsidio al empleo para personas que no han hecho contribuciones a la seguridad social, pero no son seguros de desempleo.

El seguro de desempleo es deseable, lo he comentado varias veces, pero se tiene que reconocer que su administración es compleja y que el tamaño del sector informal acentúa los riesgos de selección adversa y riesgo moral. El diseño debe hacerse con cuidado para minimizar los problemas de uso oportunístico; no puede ser universal.

Rápidamente, en todo el mundo en el seguro de riesgos de trabajo, los empleadores tienen que contribuir con el seguro para incentivarlos a generar ambientes de trabajo más seguros. Un seguro universal, además de que no alinea estos incentivos, no sería capaz de ser supervisado. Finalmente, un sistema de pensiones si puede ser universal siempre y cuando el beneficio que se otorgue no desincentive el trabajo formal.

Hoy los sistemas de protección social que se promueven en el mundo se conceptualizan en tres estratos: un primer estrato financiado con impuestos generales (para algunos beneficios, como pensiones y un paquete mínimo de salud), un segundo estrato de la seguridad social con beneficios que suman sobre los de primer estrato y nuevos seguros, como el de desempleo, maternidad y riesgos laborales; y un tercer estrato, financiado de forma privada pero articulado a los dos beneficios anteriores.

En estos nuevos sistemas el financiamiento de impuestos generales aumenta y las cuotas obrero patronales pueden disminuir pero no desaparecer. En el mundo se sigue valorando el aseguramiento social, creo que hacia allá deberíamos transitar.

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