Las protestas en Brasil en la copa del mundo

Una encuesta de Unicarioca publicada la semana pasada reveló que solo el 55% de la población de Río de Janeiro apoyará a la selección brasileña durante el Mundial: al 23% no le gusta el fútbol, y el 22% restante no quiere que Brasil gane. En febrero, la revista Veja publicó una encuesta realizada a 4.350 brasileños, según la cual solo un 11% considera que la Copa del Mundo dejará una imagen positiva de su país.

 

Río de Janeiro vive momentos de tensión a pocas horas de que inicie la Copa del Mundo. Ante la eventualidad de que estallen nuevos focos de violencia, 20.000 agentes patrullarán las calles, desde la turística y famosa ‘Copacabana’ hasta las peligrosas favelas del correoso Complejo do Alemão, en la periferia de Río. El aeropuerto internacional Antonio Carlos Jobim no llegará a la cita mundialista con su reforma culminada y los índices de criminalidad han incrementado de manera alarmante en los últimos meses, según el Instituto de Seguridad Pública de Río.

 

Por si fuese poco, el estadio Arena de Sao Paulo, sede del partido inicial (dentro de diez días) y objeto de maxima preocupación para las autoridades por sus enorme retraso, parece haber dejado de ser un problema: miembros del Comité Local Organizador confirmaron el lunes que solo requiere algunos retoques “estéticos” y que “estará listo al 100%”, a pesar de que la precaución aconsejó no llenar todas sus gradas provisionales en el Corinthians-Botafogo celebrado el domingo como prueba definitiva de la aptitud del recinto.

 

La presidenta de Brasil Dilma Rousseff,  quien es la más interesada en que se lleve a cabo la copa, reafirmó que  todos los brasileños y todo el turismo que va llegando al país, vivirán un Mundial tranquilo y sin disturbios por los manifestantes; aseguró que “la estructura de seguridad va a proporcionar a todos la tranquilidad necesaria para conocer nuestra belleza”. La mandataria volvió a destacar el respeto de la diversidad y a pedir que sea “una Copa sin racismo”.

 

La población no vive con especial entusiasmo la llegada del Mundial y la mayoría de los cariocas se muestran en desacuerdo con la forma en que las autoridades han manejado la organización del evento y la manera en que se ha invertido el capital. Un sondeo reveló que un 71% de la población brasileña apoya que la Copa sea un éxito, a pesar de que un 39% dice todavía sentirse “frío, muy frío o helado” respecto al mayor espectáculo deportivo del planeta.

 

Desde las protestas que comenzaron en julio del año pasado  a causa del aumento de los billetes del transporte público, el Movimiento de los Sin Techo ha seguido organizando protestas en las calles contra los gastos del evento. Creen que el Gobierno debería invertir en educación, salud y vivienda de la misma forma que ha invertido en las infraestructuras del Mundial.

 

La estrategia de los movimientos a realizar, es elaborar una agenda de movilizaciones en base al calendario de los partidos. Contra los gastos excesivos por el Mundial, por la demarcación de tierras indígenas y aumento de salario de funcionarios públicos, miles de personas han protestado en algún punto del país. 

 

Brasil se blinda en este Mundial

 

Nunca un evento deportivo tuvo tanta custodia policial. Más de 150.000 efectivos trabajarán para mantener la paz en las doce sedes del Mundial de Brasil. Las autoridades brasileñas, en el momento de máxima exposición internacional del país, dicen que han aprovechado la Copa del Mundo para integrar sus diferentes cuerpos de seguridad y modernizar sus equipos de mantenimiento del orden público. El objetivo es que ni las protestas sociales ni cualquier otro incidente impidan el funcionamiento normal del Mundial de Fútbol.

 

Además de los 70 mil soldados y 60mil policías de los diferentes cuerpos movilizados, 20 mil agentes de seguridad privada estarán presentes en los estadios. Las autoridades confirmaron que el presupuesto en adquisición de armamento y despliegue de las diferentes fuerzas se aproxima a los 2.000 millones de reales (900 millones de dólares), que quedarán como “legado para el país” una vez concluya la Copa.

Dilma y las Protestas le hacen los favores

Dilma Rousseff, ha asegurado que Brasil está “lista dentro y fuera del campo” a un día del inicio de la Copa del Mundo en un discurso de radio y televisión. Ha añadido también que la séptima economía del mundo ha superado los “principales obstáculos”. El jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas brasileñas, general José Carlos de Nardi, tambien manifestó que “la seguridad está lista para atender cualquier tipo de problema. Estamos tranquilos”. El inicio del mundial tendrá lugar en el estadio Arena Corinthians de Sao Paulo a las 17:00 hora local y enfrentará a la selección local contra croata ante 61.600 hinchas y 12 jefes de Estado y de Gobierno.

Rousseff anunció que no asistirá a la inauguración del Mundial que se llevará a cabo en el Arena Corinthians de San Paolo el día de mañana; con la intención de evitar posibles disturbios o que su presencia motive silbatinas del público en la fiesta inaugural y en el primer partido entre Brasil y Croacia. En su lugar hará acto de presencia el ministro de Deportes Aldo Rebelo.

¿Por qué Brasil y a un día de que inicie la copa del Mundo?

Las docenas de protestan han puesto en aprietos a Brasil, generando controversias entre el gobierno y los miles de manifestantes, generando perplejidad, dentro y fuera del país, la crisis creada repentinamente en Brasil  primero en las ricas urbes de São Paulo y Río, y ahora extendiéndose a todo el país e incluso a los brasileños en el exterior.

Por el momento son más las preguntas para entender lo que está aconteciendo que las respuestas a las mismas. Existe solo un cierto consenso en que Brasil, envidiado hasta ahora internacionalmente, vive una especie de esquizofrenia o paradoja que aún debe ser analizada y explicada.

  • ¿Por qué salen a la calle a protestar por la subida de precios de los transportes públicos jóvenes que normalmente no usan esos medios porque ya tienen coche, algo impensable hace diez años?
  • ¿Por qué protestan estudiantes de familias que hasta hace poco no hubiesen soñado con ver a sus hijos pisar una universidad?
  • ¿Por qué Brasil, siempre orgulloso de su fútbol, parece estar ahora contra el Mundial, llegando a empañar la inauguración de la Copa de las Confederaciones con una manifestación que produjo heridos, detenciones y miedo en los aficionados que acudían al estadio?
  • ¿Por qué esas protestas, incluso violentas, en un país envidiado hasta por Europa y Estados Unidos por su casi nulo desempleo?
  • ¿Por qué se protesta en las favelas donde sus habitantes han visto duplicada su renta y recobrada la paz que les había robado el narcotráfico?

Las respuestas a todas esas preguntas que producen en tantos, empezando por los políticos, una especie de perplejidad y asombro, podrían resumirse en pocas cuestiones; se podría decir que, paradójicamente, la culpa es de quien les dio a los pobres un mínimo de dignidad: una renta no miserable, la posibilidad de tener una cuenta en el banco y acceso al crédito para poder adquirir lo que fue siempre un sueño para ellos. 

 

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