Con cifras en mano, la conclusión de la migración en el mundo y en México es que su predominancia masculina está alterando la formación de familias, el incremento de la población femenina y el papel de la mujer en una sociedad donde tienen solo dos oportunidades, la de empoderarse o ser controladas.
Ciudad de México.- Ser hombre y migrar ha menguado el número de población masculina en México, pues de acuerdo al INEGI, factores como la migración internacional han hecho que la población de mujeres sea predominante a partir de los 25 años y hasta los 29.
La Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica de 2014 estimaba que 18.5% de la población residente en el país es migrante absoluta, lo que significa que vive en un lugar distinto al de su nacimiento.
De agosto de 2009 a septiembre de 2014 salieron de México hacia otro país 719 mil personas; tres de cada cuatro son hombres. Los principales destinos de quienes deciden irse al extranjero son Estados Unidos (86.3%), Canadá (2.2%) y España (2.1%); mientras que 9.2% se dirigieron a algún país del resto del mundo., ya sea para trabajar o buscar trabajo (67.8%), reunirse con su familia (14.4%) o estudiar (12.4%).
La realidad en México y que datos del INEGI muestran, es que la migración masculina es un fenómeno replicado a nivel internacional y es de los principales factores que inciden en una familia con jefatura femenina.
Tan solo en México, de cada 100 hogares, 25 están a cargo de una mujer de acuerdo al Censo de Población y Vivienda 2010 de INEGI.
Ante estas cifras y resultado de la migración es necesario señalar que el fenómeno ha impuesto nuevos roles para la mujer.
“Vemos que en algunas partes rurales del país o pueblos, donde muchísimos hombres migran, tenemos desproporción de mujeres y visualmente se ve en estos pueblos”, explica Gretchen Kuhner, directora del Instituto para las Mujeres en la Migración (IMUMI).
En entrevista para EL SEMANARIO, la activista refiere que la mujer mexicana cuyo esposo migra a EU, se convierte en madre y padre para tomar decisiones sobre educación o salud de los hijos.
“Si el padre deja de mandar remesas, muchas veces las mujeres trabajan, si vemos estos cambios de la mujer que sale del sector privado al público y hay mucho debate si esto es empoderamiento o de qué se trata”, explica y detalla: “muchas veces en comunidades pequeñas, hay un control sobre las mujeres que se quedan, por ejemplo, a través del chisme de la comunidad, porque se dan casos en que el esposo le habla de Estados Unidos y le dice ‘hable con mi compadre y me dijo que fuiste a una fiesta’ y también ha habido estudios que demuestran que muchas veces el hombre, que manda las remesas, condiciona el gasto de estas, ‘aquí te va este dinero, pero va para levantar la casa’ o algunos hombres mandan la remesa a su mamá, entonces es la suegra quien decide en qué gastar el dinero”.
Ante estos contextos, Kuhner advierte que en México se viven todo tipo de formas de control a distancia, que pueden tener un impacto en las mujeres, por lo que concluye: “está el potencial del empoderamiento y también el del control”.
En este tenor, de acuerdo a datos del INEGI, los ingresos promedio de los hogares con jefatura femenina son menores que los de hogares con jefe de familia varón, siendo el Distrito Federal la entidad del país que presenta los índices más elevados de jefatura femenina, seguido por Guerrero, Morelos y Veracruz.
“Hay lugares como en la Ciudad de México, donde hay mucha migración a EU y creo que no notamos esta migración, entonces el impacto depende también de la intensidad de la migración en el lugar en el que estemos”, explica Kuhner al hablar de la salida de hombres de una región y su impacto que por las dimensiones del DF, no es perceptible.
Durante toda la semana El Semanario buscará explicar la problemática de la migración nacional e internacional, así que no te pierdas el resto de las entregas que hemos preparado para ti.
Por Octavio N. Cervantes.