Amigos queridos:
Aún estoy sorprendida, pues la novelita me enganchó. Podría justificarme con el fin de semana lluvioso, el compromiso que sentí con mi amiga, el hecho de estar sola… pero la verdad, no hay pretexto que valga. Lo leí. No soy el tipo de persona que pierda el tiempo con un libro que no me agrade, sé que tengo el derecho inalienable de botarlo sin importar de cuál se trate.
En alguna ocasión leí una anécdota de una alumna del Maestro Borges, quién le comentó con gran pesar, lo imposible que le resultaba la lectura de Hamlet. A lo que él, sabiamente respondió: “Shakespeare aún no escribe Hamlet, para ti”. Recuerdo el alivio que me brindó; por aquél entonces, no había podido con El Quijote. Si soy capaz de dejar a Cervantes cinco veces a lo largo de los años, puedo dejar lo que sea.
Se trata del más grande éxito de ventas a nivel mundial, catalogado como un “libro erótico”, inclusive ha acuñado el nuevo término de porno para mamá. Los estudios de Hollywood pelearon por los derechos de la trilogía. Un libro escrito por una mujer para las mujeres, lo cual resulta altamente sospechoso. Debo confesar que me dio curiosidad saber de qué iba la cosa.
Ana, joven de bajo perfil recién egresada de la Universidad, conoce al señor Grey, magnate, atractivo, inteligente y… soltero. Obvio, queda prendada de él con la plena consciencia de que es una simple fantasía de su imaginario. Sorprendentemente, a él le encanta y la conquista de manera práctica, con un romanticismo muy moderno y poco emocional. Ella, aún virgen; él, con tendencias sexuales poco ortodoxas (y mucha descripción al respecto de los encuentros pasionales). Una historia de amor sencilla que cumple con la finalidad de entretener al lector. Seguro veré las películas, me parece adivinar el derrotero de la historia desde los títulos de las próximas sagas. Ojalá me equivoque.
La redacción es pésima. No sé si se trata del “estilo” de la autora o de una mala traducción, pero hay partes en que no distingues si lo que lees es algo que la protagonista está pensando, o de hecho lo está diciendo. El diálogo interno de ella raya en lo infantil, sosteniendo discusiones entre su yo, su subconsciente y lo que denomina su “diosa interna”.
Encuentro una investigación mediocre que empobrece a los personajes y les resta credibilidad. Una pena sobretodo en el caso de Ana, pues logra un buen equilibrio entre la candidez e inteligencia y permiten al lector identificarse con ella.
Las descripciones sexuales son tan explícitas que, para mi gusto, distan poco de caer en pornografía, perdiendo así todo efecto erótico. Las parafilias van desde el bondage (ataduras con fines eróticos), castigos, sumisión absoluta por parte de ella, dominación de él… en fin, todo un coctelito de sadomasoquismo light y mutuamente consensuado.
La controversia no se ha hecho esperar, y con esto el incremento de las ventas, gracias a la publicidad gratuita y ¿por qué no decirlo? al morbo. Las feministas, molestas con que las mujeres estén encantadas leyendo sobre una heroína sumisa; otras tantas, encantadas con la liberación de las fantasías sexuales de las lectoras reprimidas y muchas críticas a lo que consideran depravado e inmoral.
La verdad, estas posturas resultan exageradas y de miras muy estrechas. Ella prueba en el terreno sexual, pero defiende sus posturas intelectuales en la cotidianidad, así que nunca me pareció una víctima ni una tonta; la parte erotica no me escandalizó, pero tampoco me hizo fantasear, así que por ahí no creo que vaya el quid del asunto; los otros elementos literarios, son tan pobres que me hizo cuestionarme los motivos de la fácil lectura de esta novela palomera y el gran éxito que tiene entre las mujeres, tanto con las que leen, como las que no lo hacen. Al menos en mi caso, encontré dos razones fundamentales.
Por un lado, es La Cenicienta moderna. Me parece que apela al anhelo interno de encontrar al príncipe azul y, en estos tiempos llenos de desolación, no es raro que sea una fantasía común. Al final del día, es una historia de amor, llena de romanticismo y bien salvada de no caer en la cursilería.
La segunda es quizás un poco más sofisticada e inconsciente: un oscuro deseo por ser sumisa. ¿Se imaginan cuán liberador sería que alguien te proteja y tome las riendas de tu vida? Tal vez sea el producto de los nuevos roles femeninos que no acabamos de definir nosotras mismas. Por un lado queremos equidad de género, pero por otro, a un hombre que nos haga sentir protegidas.
En defensa del libro, debo valorar el anhelo de lectura que ha despertado. Conocidas mías que devoraron la trilogía y andan en pos de nuevas novelas. Por algo se empieza y cada quien irá decantando sus propios gustos. Me encanta que las madres jóvenes carguen con su tomo, ¿Qué importa de qué se trate?, es un magnífico ejemplo para los niños.
Dado el final del verano, ahora sí tomaré unas vacaciones, por lo que no habrá columna durante las próximas semanas. Espero compensarlos posteriormente con crónicas interesantes del viaje que emprenderé.
Les mando un fuerte y apretado abrazo,
Claudia