Revisando la experiencia de Corea

Corea ha sido un país modelo por su desempeño económico en las últimas décadas. En esta breve nota mencionaré algunos de los puntos clave que han hecho de Corea un caso de éxito, con especial énfasis en el mercado laboral.

Quizá lo primero que se tiene que reconocer es que Corea es un país modelo por buenas razones. Mientras que su PIB per cápita en 1960 se ubicaba en 155 dólares, menos de la mitad del de México, y sólo poco más de 10% del de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE); hoy su PIB per cápita se ubica en 20,757 dólares, poco más de dos veces el de México y equivalente a 60% del promedio de los países de la OCDE. Además los niveles de desigualdad del ingreso en Corea son uno de los más bajos de los países en desarrollo.

En términos de empleo, la tasa de desocupación de Corea ha sido una de las más bajas de los últimos años de los países de la OCDE. No solo eso, durante la reciente crisis global que inició en 2008, Corea no solo fue de los países, entre los miembros de la OCDE, que registró las menores pérdidas de empleo sino que además ya prácticamente recuperó los niveles de empleo registrados antes de la crisis, situación que no ha ocurrido en la mayoría de los países de la OCDE, y mucho menos en varios países europeos.

La pregunta que sigue es ¿qué ha hecho tan bien Corea en las últimas décadas?

Corea ha seguido desde 1960 una estrategia de crecimiento económico acompañada de crecimiento del empleo. No es de extrañar entonces que uno de sus pilares fundamentales ha sido mejorar las capacidades de las personas al invertir en educación e implementar -especialmente desde la fuerte crisis que sufrió en 1997- políticas pro mercado.

Respecto al primer punto, basta con decir que hoy los estudiantes coreanos obtienen de las notas más altas en las pruebas estandarizadas (de matemáticas, lectura y ciencias) del Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes (PISA) y que 98% de su población entre 25 y 34 años se ha graduado de la preparatoria, mucho más que el 80% de los países de la OCDE.

México, por su parte ocupa uno de los peores lugares en la prueba PISA y sólo 40% de su población entre 25 y 34 años se ha graduado de preparatoria; este último dato ubica a México también en los peores lugares entre los países de la OCDE.

A raíz de la fuerte crisis que sufrió Corea en 1997, el gobierno instrumentó una serie de reformas estructurales que tuvieron siempre como último objetivo crecer generando empleos. Las reformas se pueden agrupar en financiera, a las empresas, laboral y del sector público. Discutir cada una es imposible en este breve espacio, pero nos enfocaremos en la reforma laboral.

La amplia reforma laboral tuvo tres objetivos, flexibilizar el mercado de trabajo, extender el sistema de protección social y garantizar derechos básicos a los trabajadores. Cada una de estas grandes líneas de acción ha estado acompañada de múltiples cambios regulatorios y se ha llevado a cabo paulatinamente desde 1998.

Al tiempo se ha flexibilizado el mercado laboral, la estructura impositiva ha estado también enfocada a la generación de empleo. Hoy en Corea los impuestos al trabajo (incluyendo los de la seguridad social), los impuestos corporativos y el IVA, son de los más bajos entre los países de la OCDE.

Los datos de empleo que se mencionaron arriba dan cuenta del éxito de estas reformas. No obstante, Corea no está exento de problemas y su reforma laboral no está libre de críticas. El mercado laboral coreano todavía tiene rasgos de los mercados laborales de los países en desarrollo. En Corea por ejemplo, todavía existe un mercado laboral informal grande, de 36% (en México se calcula en poco más del 50%), con su consecuente falta de cobertura de los riesgos asociados al trabajo, pensiones, salud, seguro de riesgos laborales, etc.; y persiste la desigualdad en el acceso a oportunidades de educación y empleo. Corea además todavía no registra los niveles de igualdad del ingreso de los países desarrollados.

Revisar el caso de Corea es útil a la luz de las múltiples reformas laborales, al sistema de protección social, y al marco impositivo que están circulando en el país. Corea parece haber encontrado un mejor balance que México entre las herramientas que los Estados tienen para fomentar el empleo con equidad: i) impuestos -al trabajo, corporativos y al consumo- que desincentivan el empleo formal-, ii) sistema de protección social, que en el caso de Corea no es totalmente universal y que otorga menos beneficios que los sistemas de protección social europeos; y iii) la flexibilización del mercado laboral.

Corea nos enseña que la política de Estado a seguir debe ser la de generación de empleos y que se deben articular todas las herramientas públicas con que cuenta para ese fin y que la mejor forma de lograr los objetivos de crecimiento y empleo es a través de llevar a cabo reformas pro mercado. Además, nos vuelve a recordar la importancia que tiene la inversión en el capital humano y lo imperativo que resulta mejorar a la brevedad el sistema educativo del país.

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