La conjunción de los avances tecnológicos, redes sociales y las cámaras fotográficas por doquier, tienen una consecuencia: selfies.
Ciudad de México.- Vivimos en un mundo distorsionado, en donde nuestra vida virtual va de la mano con la real, se fusionan. Las selfies dan cuenta de ello, ya que en redes sociales podemos observar a personas exponer a otras en su autorretrato para “diversión” de todo aquel que, con un sentido del humor muy retorcido pueda gozar de la desgracia ajena.
Usuarios de las redes sociales han optado por tener nula intimidad, retratando todo lo que sus ojos miran, todo lo que sus manos tocan, todo lo posible para poder atraer likes y llenar un poco el vacío interno. En este mundo virtual (como en el real), pareciera que no hay límites, las personas abusan de otras y es motivo de foto para el “Face”, todo para tener una aceptación o bien un reconocimiento de personas, a veces desconocidas.
“Los selfies son consecuencia de la cultura y el sistema socioeconómico en que vivimos. Hemos sido educados para consumir estética, ocio y espectáculo porque son elementos axiales de una sociedad que tiende a la enajenación de las personas y a la normativización de ciertos criterios sobre la belleza y la diversión. Indudablemente, el interés de estas dinámicas de alienación-consumo constituyen un negocio muy rentable”, señaló el psicólogo Jonathan García-Allen.
Es tan grave la situación que esta fiebre por las selfies ha llevado a los investigadores de la Sony Book University de Nueva York a concluir que el uso excesivo de esta moda puede provocar una predisposición a desarrollar un trastorno de ansiedad y depresión.
El David Veale, psiquiatra en el Hospital de Maudsley de Londres señala ”tomarse selfies no es una adicción, es un síntoma de Trastornos Dismórfico Corporal, que implica restar constantemente pendiente de su apariencia”.
Si, en definitiva, nos estamos volviendo locos.
Ya no somos capaces de discernir entre lo gracioso y lo incorrecto, en el caso de las selfies esto también es una realidad. Las redes sociales son invadidas por autorretratos de personas haciendo un sinfín de locuras, pero, ¿qué pasa cuando este límite es cruzado por la apatía y la ignorancia?
Fácil, el resultado es tener una estudiante de la Facultad de Medicina de la UVM en Reynosa, fotografiándose con una señora agonizando, o algunos más con un indigente, un incendio, en segundo plano.
Las selfies no son sólo un reflejo de nuestro físico, también refleja la capacidad intelectual y humana que una persona pueda tener. Si bien hay algunas personas (por muy molestas que sean) ansiosas por compartir cada segundo de su vida, es muy respetable. Por otro lado, el segmento que expone a otras personas en la desgracia, no es nada de lo cual la humanidad pueda estar orgullosa.
Por María Navarro