Amigos queridos:
La semana pasada fui a teatro en jueves… y lo increíble: encontré lugar; dado el precio del boleto los jueves, que en las obras de teatro UNAM es de $30 pesos. Invité a mis amigos Beto y Rosamaría, siempre una maravillosa compañía.
Asistimos a ver Tom en la granja del dramaturgo Michel Marc Bouchard, bajo la magnífica dirección de Boris Schoemann quién, además de ser un reconocido director y actor, realiza una gran labor de traducción de dramaturgia contemporánea.
Me encantó la puesta en escena, lo más destacable para mi gusto, es la escenografía de Jorge Ballina. Con unos trozos de madera ingeniosamente colocados y un poco de paja, te sientes dentro de una granja. El ambiente es muy íntimo, te envuelve; los actores cuentan con una condición física maravillosa y realizan los cambios de mobiliario en unos segundos, convirtiendo el lugar en comedor, recámara, pesebre y hasta cajuela.
El texto me parece maravilloso y tristemente muy actual. Pese a lo trágico de la historia, gracias al juego teatral y al humor negro con que se da el tratamiento, al menos nosotros no paramos de reír. Esto para mí es el máximo logro de la obra.
Tom viaja al campo, a la granja de su familia política, para el funeral de su recién fallecido amado; para encontrarse rodeado de desconocidos, para encontrar las mentiras que entretejió su amante para ocultar su homosexualidad.
“Antes de aprender a amar, los homosexuales aprenden a mentir. Somos unos mitómanos valientes” M.M. Bouchard. Creo que esta frase expresa de manera contundente el espíritu de la obra, pero más allá de eso, nos muestra lo intolerantes que somos aún como sociedad.
La homosexualidad existe desde el principio de los tiempos, tenemos datos históricos en la antigua Grecia. Se da tanto entre hombres como entre animales; existen estudios que comprueban la naturaleza genética de esta preferencia sexual y no fue sino hasta 1973 que la comunidad científica la dejó de considerar una enfermedad. A últimas fechas se han efectuado cambios legislativos para homologar los derechos, pero aún hay países en los que se considera ilegal.
Sin embargo, creo que la peor intolerancia radica en la sociedad y no me refiero a los terribles actos de homofobia como la discriminación laboral o la violencia. Hablo de esos pequeños actos que parecen naturales y van permeando en la psique colectiva, como es dar por sentado que todos los niños* son heterosexuales, creemos que es lo “normal” cuando las estadísticas nos arrojan otros resultados.
No sé si recuerden su adolescencia, es una etapa difícil llena de confusión. Físicamente se despiertan las gónadas y las suprarrenales; psicológicamente es el momento de romper con todo para redefinirte, aunque emocionalmente sigues siendo un niño. Si a esto le sumamos que lo que estás deseando no es considerado natural o peor aún, que es un pecado. ¿Se pueden imaginar el infierno que los hacemos padecer? y se lo hacemos padecer no a un niño “X”; se lo hacemos pasar a nuestro hijo, nieto o sobrino. A seres a los que amamos y no querríamos hacer sufrir; y sin embargo por ignorancia lo hacemos.
¿Por qué no desde la infancia les damos la opción de que les gusten personas de su mismo género, como algo tan natural como es el gusto por el opuesto? La identidad de género nos es dada por los genitales con los que nacemos, salvo los transgénero. Pero la orientación sexual la debemos definir íntimamente con toda libertad. ¿No sería maravilloso saber que somos unos padres, una familia, una sociedad amorosa, que brinda contención, apoyo y respeto en esta definición?
La palabra gay significa alegre y ciertamente, a mí me dan una alegría enorme. Cuento con la bendición de tener varios en mi vida. Gracias por Ser.
*Con niños me refiero tanto al género femenino como al masculino. Así me enseñaron en la escuela y así es como dice la Real Academia de la Lengua Española en el trato de géneros. Todos quedan incluidos en la voz masculina salvo algunas excepciones. Realmente me choca la moda que impuso el presidente Fox y que ha permeado tantos medios, me parece un modo pueril para tratar de ser incluyente.
Tom en la granja se presenta en el Teatro Santa Catarina ubicado en la Plaza del mismo nombre en Coyoacán, hasta el próximo 13 de mayo. Los jueves y viernes a las 19:30 horas, los sábados a las 19:00 y domingos a las 18:00. El boleto cuesta $150 y los jueves $30. La taquilla se abre dos horas antes de cada función y hay preventa con una semana de anticipación.
Les mando un largo y apretado abrazo,
Claudia