Estos son los daños que causa el estrés en el cerebro de los niños

Las experiencias traumáticas en la infancia, como ser testigo de un divorcio, ser intimidado o crecer en la pobreza, podrían conducir a problemas de salud a lo largo de la vida.

El número de niños que podrían estar en riesgo de sufrir daño letal por estrés tóxico está en aumento, advierten los expertos, informa Fox News.

Experiencias traumáticas en la infancia, como ser testigo de un divorcio, ser intimidado o crecer en la pobreza, podrían conducir a problemas de salud a lo largo de la vida. Sin apoyo psicológico, estos problemas podrían conducir a una espiral de estrés en los jóvenes, dejándolos constantemente en modo de ‘lucha o huye’.

Pero este estrés persistente está ampliamente ligado a algunas de las principales causas de muerte y enfermedad en la edad adulta, incluyendo ataques cardíacos y diabetes.

“El daño que le sucede a los niños por la enfermedad infecciosa de estrés tóxico es tan grave como el daño de la meningitis o polio”, dijo la Dra. Tina Hahn, pediatra de Caro rural, Michigan.

Las cifras sugieren que uno de cada cuatro niños experimentan algún tipo de evento traumático que los afecta mentalmente cuando cumplen 16 años. Se estima que casi la mitad de los niños viven en familias que están justo por debajo del nivel de pobreza en México.

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El verdadero peligro está en los cerebros de los niños, que son más vulnerables al daño de la adversidad infantil, afirman los científicos. Debido a que el órgano no se ha desarrollado completamente en los primeros años, tales experiencias pueden tener un efecto duradero en su salud mental.

Se cree que los primeros tres años de vida son los más críticos, y que aquellos que carecen de estrechos lazos con su familia tienen mayor riesgo.

En situaciones estresantes, que para un niño pequeño podría ser recibir una inyección o escuchar una fuerte tormenta eléctrica, la frecuencia cardíaca y los niveles de hormonas del estrés se elevan brevemente.

Pero el estrés persistente hace que estos niveles permanezcan elevados, poniendo a los niños en un modo de “lucha o huida” constante, informa The Globe and Mail.

Estudios recientes sugieren que esto cambia el metabolismo del cuerpo y contribuye a la inflamación, aumentando el riesgo de diabetes y enfermedades del corazón. Para combatir esto, se debe identificar a los niños y las familias afectados y proporcionar servicios para tratar o prevenir el estrés continuo.

Esto puede incluir clases de enseñanza, tratamiento de adicción para padres, programas escolares y psicoterapia.

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