¿Simplemente no puedes ser feliz? ¡Quizás no esta en tu genética!
La felicidad es un camino que elegimos cada día… ¿o no? De acuerdo con los expertos del National Survey of Health and Development, no del todo. Los investigadores realizaron un experimento para determinar lo que hacia que una persona fuera feliz. Encontraron que más allá de la perspectiva que cada uno de nosotros decidamos seguir o la actitud que tengamos ante las problemáticas de la vida, lo que verdaderamente determina si alguien sera feliz o no tiene relación plena con sus rasgos de personalidad.
El proyecto consistió en analizar la personalidad de 4,583 participantes que fueron examinados para analizar los niveles de neurotismo y extroversión que manejaban. Para la muestra se realizo un estudio longitudinal que siguió a los participantes desde sus 16 hasta sus 64 años y exploro su salud mental y satisfacción general.
Los psicólogos encontraron que aquellos participantes que durante su adolescencia denotaron ser extrovertidos como rasgo de personalidad más característico, al llegar a la edad adulta mostraban bienestar y satisfacción general hacia la vida y hacia otras personas. Por otro lado, aquellos cuyo rasgo más característico fue el neurotismo alcanzaron, en la edad adulta, un impacto negativo en cuanto a su percepción de bienestar y satisfacción general.
Esto se debe a que el neurotismo vuelve a las personas mas susceptibles a la ansiedad, depresión y los problemas de salud. En cambio, la extroversión esta ligada a una mayor actividad social, vitalidad y dinamismo. Es por ello que las personas extrovertidas logran integrarse a una vida social, llena de redes de apoyo y actividades físicas que benefician su salud. Mientras tanto, las personas con altos niveles de neurotismo tienden a cortar lazos con el ambiente social y sufren mas posibilidades de padecer trastornos mentales y físicos que, indudablemente, repercuten en el grado de felicidad que manejan.
De esta forma los expertos lograron identificar que, al final, la razón para que alguien sea feliz -o no lo sea-, poco tiene que ver con el ambiente, la disciplina o la propia capacidad para mirar al panorama. Por el contrario, la genética juega un papel fundamental en la forma que conducimos nuestra vida y los factores que elegimos adoptar para ella.

Por Diana Caballero