La semana pasada se vivió un “jueves negro” en los mercados financieros mundiales. La sobrerreacción al anuncio de la Reserva Federal de EU provocó una ola de nerviosismo e incertidumbre.
México no fue la excepción y el peso se desplomó 3.4 por ciento. La volatilidad seguirá y de ahí la necesidad de prepararnos para la tormenta y acelerar el proceso de reformas estructurales, mantener la solidez financiera y fiscal y aprovechar el mayor impulso de la economía estadounidense.
El presidente de la FED, Ben Bernanke, dijo que el banco central podría empezar a reducir su programa de compra de bonos este año e incluso concluirlo a mediados de 2014 si la economía de EU sigue su buena marcha ascendente. Su comentario desató la venta en los mercados de bonos, que disparó las tasas de interés a largo plazo y acciones, pese a los intentos del propio Bernanke por calmar a los inversionistas.
Atrás de la estrategia de la FED para desmantelar su programa de estímulo financiero hay un diagnóstico optimista de la economía estadounidense para el próximo año. Bernanke presentó un plan para reducir el programa de compra de bonos que pone a prueba si la economía y los mercados financieros pueden sostenerse por sí mismos.
En el fondo, el anuncio de dejar de inyectar liquidez a los mercados genera incertidumbre porque no hay antecedentes y aunque significa que la economía más grande del mundo empieza a recuperarse, se anticipan tiempos de inestabilidad y volatilidad financiera. Se estima que han salido casi 20 mil millones de dólares de mercados emergentes hacia EU en las últimas tres semanas.
Ante ese escenario, el gobierno mexicano debe prepararse para resistir los embates de la volatilidad de los mercados financieros mundiales. Esto explica por qué durante la primera mitad del año, la Secretaría de Hacienda ha retirado liquidez del mercado nacional con un gasto público contraído, para mantener la solidez de las variables financieras y fiscales. Esta situación podría generar un crecimiento de la economía de alrededor de 3 por ciento este año.
Al mismo tiempo, a partir del mes de julio (después de la veda electoral) se acelerará la obra pública (el presupuesto para infraestructura este año sumará 310 mil millones de pesos; de los cuales 187 mil millones se ejercerán en el segundo semestre) y se liberarán recursos a tasas blandas para dinamizar el mercado interno y aprovechar el mayor impulso que tendrá el próximo año la economía de EU, con tasas del PIB nacional superiores ya al 3 por ciento anual.
Y el tercer aspecto que debe atender el gobierno encabezado por el presidente Enrique Peña Nieto es acelerar el proceso de reformas estructurales en el marco del Pacto por México. Por esta razón, en los dos periodos extraordinarios del Congreso de la Unión (a partir del 15 de julio) se espera que se aprueben las leyes secundarias de las reformas educativa y de telecomunicaciones, así como la reforma financiera y se envíen al Congreso las reformas energética y hacendaria para su discusión y eventual aprobación.
En este contexto, una reforma fundamental para México es la energética porque podría atraer casi 40 mil millones de dólares de inversión en los próximos 5 años. La idea del gobierno mexicano es modernizar a Petróleos Mexicanos sin privatizarlo. En Londres, el presidente Peña Nieto dijo que a través del Pacto por México se evalúa si la reforma en materia petrolera será de alcance constitucional o sólo a las leyes secundarias. Incluso, el secretario de Gobernación, Miguel Angel Osorio Chong, reafirmó que la reforma energética se construirá con el consenso de las fuerzas políticas en la mesa del Pacto por México.
Aunque todavía no hay una propuesta formal, el debate sobre el petróleo ya está abierto en México. Dirigentes de los partidos de izquierda se reunirán esta semana para analizar el tema, mientras que dirigentes del PAN anunciaron que apoyarán una reforma energética a fondo. En cualquier caso, es urgente la modernización del sector de energía (petróleo y gas) para elevar la productividad y competitividad global del país. Lo que en 1938 fue un acto de soberanía, hoy puede ser pura demagogia y oportunismo político-electoral.