Amigos queridos:
Una de las cosas que más valoro en mi vida es el arte, pese a lo subjetivo que pueda resultar el gusto de cada quien. El efecto siempre es el mismo: subleva el espíritu; es una de esas experiencias que te hace sentir no sólo más vivo, sino más humano.
Durante el proceso educativo, prestamos mucha atención al desarrollo del intelecto y la motricidad; pero descuidamos las emociones. Buenamente aprendemos a lidiar con ellas como lo hacen los adultos que nos rodean y difícilmente nos enseñan a generar emociones conscientes.
Creo que una maravillosa forma de hacerlo es a través del arte, inculcar a los niños el gusto por la estética debería ser obligatorio en toda sociedad; lo primero es el ejemplo. En varias ocasiones he escuchado a amigas quejarse porque a sus hijos no les gusta leer. A lo que les respondo: “es sorprendente, con la cantidad de veces que te ha visto a ti haciéndolo.” Ya no les pido que traigan El Quijote, aunque sea una de esas novelitas rosas, pero que las vean con un libro en mano y no sólo como un objeto decorativo.
Por otro lado, es importante hacer un contacto pertinente, ahora están de moda clásicos editados para niños. Me parece terrible, cuando hay tantos libros escritos para su edad. Conforme van madurando lo irán haciendo sus gustos. Lo verdaderamente importante es ayudarles a desarrollar su propia escala de preferencias, brindándoles un abanico amplio donde puedan seleccionar lo que les guste y les haga vibrar.
En lo personal me fascina el teatro. En inglés a las obras se les llama play, que quiere decir juego, nada más adecuado. Lo encuentro como un momento mágico en que me permito jugar con los actores. Me platicó mi querida Rosamartha sobre una función de Blancanieves, en la que un pequeño le advertía a todas voces a la princesa: “no la comas, esta envenenada” y cuando la necia cayó al suelo tras morder la manzana, sentenció: “te lo dije, eso te pasa por tontita.”
El teatro posee esta cualidad pese a las convenciones, o tal vez gracias a ellas, te envuelve y te conecta. Dicha conexión se da no sólo con lo que pasa arriba del escenario, sino contigo mismo. Tiene un efecto catártico, sales más ligero.
En México existen maravillosas y bastas propuestas de teatro infantil; pero no ocurre así para el público adolescente, aquí la oferta existe, pero es restringida. La SEP tiene un programa de teatro escolar para secundaria y preparatoria. De lo poco que he visto, se trata de obras burdas que tratan de enseñar algo. Cuando el teatro tiene como finalidad ser didáctico, pierde su esencia y ocurre el efecto contrario. Decía el Maestro Héctor Azar, que era vacunarlos contra el teatro.
El INBA acaba de organizar un festival denominado #Jóvenes Al Teatro, que cuenta con tres obras: Los días de Carlitos, Pacamambo y Siglo XX que estás en los cielos…La entrada es gratuita con la credencial de secundaria o preparatoria y la admisión general cuesta $45.
La semana pasada fui con Beto Juárez a ver la primera, cuyo autor, director y actor es Adrián Vázquez. Se trata de un unipersonal en el que Carlos nos va narrando los hechos que han marcado su vida. Problemáticas comunes para todos los adolescentes, pero pese a lo traumática de la vivencia, nunca pierde la inocencia y la frescura en el modo en que cuenta sus historias, tergiversando todo a su conveniencia. Dejando de ser víctima, para convertirse en héroe. Una obra divertida que te hace pensar, la energía que se despliega en el escenario es bárbara. Para mi gusto, algunos personajes son un poco exagerados y quizás la recortaría un poco; aunque creo que al final se justifica. La propuesta me gustó.
Pacamambo es un texto de Wajdi Mouawad bajo la dirección del Maestro Hugo Arrevillaga, de quienes tanto les he comentado. No la he visto; lo haré este fin de semana, pero conociendo el trabajo de los dos y por los comentarios de Beto, sin duda será una grata experiencia.
La última es de David Desola, bajo la dirección de Fernando Bonilla y aquí sí, no puedo opinar. Esperemos que el festival mantenga una calidad homogénea.
Una de las etapas más complicadas de mi vida, si no es que la más, fue la adolescencia. Pese a que fui una rebelde muy tranquila, recuerdo que había confusión de pensamientos y sobretodo de sentimientos; en una época en que el contacto humano aún era vigente. No puedo imaginar lo qué es ser adolescente en estos tiempos en que el contacto se da preponderantemente a través de los sistemas tecnológicos. Por eso creo que hoy, es tan vigente volver los ojos al teatro, en donde alguien a tu escala está parado frente a ti para contarte una historia, para invitarte a jugar….
Teatro Orientación en el Centro Cultural del Bosque, ubicado en Reforma y Campo Marte (detrás del Auditorio Nacional) Jueves y viernes 20:00 hrs; Sábados 19:00 hrs y Domingos 18:00 hrs.
Los días de Carlitos mayo 4,6,18,19,20,26,27 y 31 junio 1,2 y 3
Pacamambo mayo 10,11,12 y 25 Siglo XX qué estás en los cielos…. mayo 3.13.17 y 24 junio 7,8,9 y 10.
Les mando un largo y apretado abrazo,
Claudia