Bajo la dirección de José Areán, la agrupación sorprendió al Coloso de Paseo de Reforma con un repertorio de “Danzas Sinfónicas”, en el que los bailarines se hicieron presentes
Ciudad de México .- Obras de compositores de la talla de Richard Strauss, Leonard Bernstein, Arturo Márquez, Carl Orff y Dimitri Shostakovich lucieron anoche durante el cuarto concierto de la Orquesta Sinfónica de Minería (OSM) en el Auditorio Nacional.
Bajo la dirección de José Areán, la agrupación fundada en 1978 y considerada como una de las más importantes en el mundo, sorprendió al Coloso de Paseo de Reforma con un repertorio de “Danzas Sinfónicas”, en el que los bailarines se hicieron presentes.
Con un gran despliegue coreográfico, a cargo de la bailarina Ruby Tagle, los sinfónicos concluyeron de esta manera su temporada de conciertos invernales, llevándose al final prolongados aplausos.
La presentación estuvo marcada por distintas formas tradicionales de danza, tanto antiguas como un poco más modernas, como mambo, danzón, vals y tangos, los cuales atraparon las miradas de chicos y grandes.
El doble atractivo del concierto en el que se incluyeron un total de 13 piezas figuró en la parte dancística, además de que la orquesta ocupó un lugar protagónico en el escenario.
La velada arrancó con Zarabanda de la Suite para clave número nueve de George Friedrich Händel (1685-1759), una obra elegante, fina, una de las obras más famosas del compositor de origen alemán.
Es de mencionar que la Zarabanada es una danza de ritmo ternario, lenta y majestuosa, de origen español, donde nació como un baile rápido y provocativo acompañado por castañuelas y guitarra. En Francia se convirtió en una danza más lenta y de gran expresividad, con múltiples ornamentos en las melodías y en los pasos del bailarín.
Enseguida, el vals y la primera pareja de baile se hicieron presentes con la obra de Shostakovich (1906-1975), titulada “Vals de la suite de jazz número 2″, una pieza integrada por tres movimientos musicales y que presume de gran armonía.
“Polka pizzicato” y “Por el bello Danubio azul”, de Johann Strauss Jr (1825-1899) y Josef Strauss (1870-1938), gustaron al auditorio al igual que “Danzón número 2”, del mexicano Arturo Márquez (1950), una obra que ya se considera un segundo Himno Nacional, pero bailable.
El espectáculo continuó con “Danza ritual del fuego”, de “El amor brujo”, de Manuel de Falla (1876-1946); “Hoedown”, de “Rodeo”, de Aaron Copland (1900-1990); “La danza de los siete velos”, de “Salome”, de Richard Strauss (1864-1949) y “La cumparsita”, de Gerardo Matos Rodríguez (1897-1948).
“Ronda y danza” de “Carmina Burana”, de Carl Orff (1895-1982); “Xylophone de tres versiones sinfónicas”, de Julián Orbón (1925-1991); “Mambo, de west side story” de Leonard Bernstein (1918-1990), y “Malambo, de Estancia”, de Alberto Ginastera (1916-1983), fueron parte complementaria del repertorio que le valió fuerte ovación a los músicos.