En la colaboración presente, mi tema se enfoca a algunos de los nombres de matadores de toros que, por diferentes motivos, poco actúan en las plazas de toros y me pareció importante sacarlo a colación en el inicio del año taurino en nuestro país y en Europa.
Sin embargo, es imposible no reflexionar en lo que aconteció en Valencia con Enrique Ponce, cuando cayó herido en la Feria de Fallas por una cornada y lesiones en la rodilla izquierda, preocupantes ambas, la segunda requiere más tiempo en el dique seco y demuestra que en el toreo por más que se afirme lo contrario, el riesgo es omnipresente y he ahí una prueba contundente de que ni los privilegiados se escapan de sufrir percances.

Esperemos que Enrique se recupere lo más rápido posible y regrese a la brega de la cual no parece querer irse nunca, como lo es para cualquier apasionado de su oficio, más allá de otros temas como el económico que, en ocasiones, es el motor de algunos para dedicarse a una profesión tan gloriosa y a la par de dura.
Si para Enrique será desesperante la etapa de recuperación, tanto lo es para aquellos que por impulsar sus carreras, no tienen de su parte llevar gente a los tendidos y, por lo tanto, ellos o sus representantes, como dirían en España, se la ven “canutas” (pasársela muy mal por hallarse en una situación difícil) en la ruta de no perderse en el camino de algún día convertirse en figuras del toreo.
Y si para José Tomás torear es vivir, no a todos les da para vivir y muchos matadores de toros con menos de una docena de actuaciones, después de que han nacido con los valores de la profesión, siempre con la mente puesta en que algún día serán capaces de cortar el bacalao.

Horas, días, semanas, meses y años, entrenando tarde y mañana, más las noches sin dormir por no saber si quiera cuándo van a volver a ponerse el vestido de luces.
Hace poco supimos la noticia de que en la bella Plaza de El Pinar en Teziutlán en Puebla, se iba a celebrar una corrida de toros de El Vergel con tres toreros que caben en la categoría de los que poco torean y me surgió la intención por escribir estas líneas.
Desafortunadamente, el tiempo no siempre es un aliado y no pude desplazarme para ser testigo en vivo de saborear las ilusiones desbordantes de tres matadores de toros que poco actúan y que, por lo tanto, cada tarde es un clavo ardiente para una más y no mucho más allá.
Bueno, hasta que llega la tarde en que puedan colarse a una plaza importante y como consecuencia les sucede positivamente, lo que le sucedió a Calita, que después de una gran actuación en La México, con los toros de Rancho Seco, ahora lo vemos programado con mayor frecuencia en carteles más rotundos.
Y me parece que ése es el principio básico de la Feria de Texcoco, sus carteles (salvo excepciones) acuden en gran medida a toreros que se pelan por superar el sitio que ocupan actualmente en el escalafón taurino; ya veremos que ocurre.
Pero regreso a Teziutlán donde Eduardo Gallo, Héctor Gabriel y Luis Ignacio Escobedo se enfrentaron a los toros de El Vergel, y de acuerdo a las crónicas pudieron paladear la miel de sentir la emoción de saberse anunciados, luego de vestir el traje de luces y posteriormente escuchar el pasodoble que les acompañó en el paseíllo, para luego con la ilusión por delante, torear para obtener algún trofeo; uno se llevó Luis Ignacio; dos le correspondieron a Héctor Gabriel, quien salió en hombros, “Gloria bendita”, el hispano Gallo no tuvo suerte con su lote.

Y ahora a seguir remando contra corriente, con la ilusión puesta en la siguiente que esperemos pronto les llegue, Luis Ignacio el 21 de abril en Jerez, Zacatecas, con Joselito Adame y Sergio Flores en el cartel ante los toros de Manuel Sescosse de Boquilla del Carmen.
Así las cosas, son los contrastes de la vida y del toreo, esperemos que el toro que es la mejor fiel balanza, sea el que a cada uno le ponga en el sitio que merece cuando la oportunidad de oro se les presente, se los deseamos a todos y a Enrique que mejore lo más pronto posible.