El viaje de Óscar Iván Hernández

Óscar Iván Hernández tiene la rara capacidad de poner en palabras sencillas conceptos complicados. En un plano, su último libro es la historia de dos niñas, separadas por el tiempo y el espacio, que tienen en su ADN las llaves que abren el portal hacia universos alternos. Aleut nació siglos atrás en un pueblo de pescadores. Lo más valioso para ellos eran los sueños, nos cuenta el autor: “Pensaban que mientras dormían, su espíritu se elevaba entre la noche y, en ese viaje, podían conocer lugares lejanos y a los seres que habitaban aquellas tierras distantes.” Renata nace en el presente, donde los sueños no suelen jugar un papel primordial. Sin embargo, tiene la suerte de que sus padres formen parte de los seres privilegiados que nunca pierden el don de asombrarse ante la magia que nos rodea. La otra lectura de El viaje de Cynthia y Renata entrelaza ciencia y filosofía sin que en ningún momento se pierda el interés por saber qué sucederá con las protagonistas.

“¿En qué momento dentro de nuestras madres tenemos el primer sueño? ¿Cuáles son esas imágenes en nuestra mente, cuando apenas la consciencia se enciende en la cálida marea amniótica? Bajo los párpados traslúcidos, tal vez, fluctúan paisajes del lugar de donde proviene nuestro verdadero ser”, escribe el padre de Renata después de sentirla moverse en el vientre de su madre. Poco a poco, las páginas del cuaderno se van llenando de reflexiones acerca de las cuerdas, ligadas también con los sueños, que nos permitirían conectarnos con el infinito. Y entonces nos acordamos de observar a nuestro alrededor y vemos partículas de estrella en el polvo que gira en un rayo de luz; comparamos el remolino de las huellas dactilares con los de las constelaciones; nos damos cuenta de la similitud entre la formación de nuestro planeta y el de un bebé en el vientre materno; nos conmovemos ante el surgimiento de una flor colorida en lo que ayer era un pequeño botón verde…  El viaje de Renata y Cynthia nos invita a observar como lo hacíamos de niños.

“El universo pudo haber sido confeccionado por un gran artista, labrado en las facciones del espacio tiempo, para que surgieran las facciones del cosmos. Imagino un cincel inconcebible para rebajar, agudizar y modelar la superficie de los átomos; un artefacto para modelar sus órbitas y hacerlas girar por primera vez; unas manos que encadenaron los elementos en las entrañas de la oscuridad para encender los hornos incandescentes de las estrellas. Tal vez, las herramientas de ese artista están esperando que la ciencia las detecte, las encuentre”. Tal vez, nos dice el autor de El viaje de Renata y Cynthia, porque uno de los aciertos de la novela es que no pretende tener las respuestas a las inquietudes que han acechado a los humanos desde los inicios de su historia. A diferencia de otros libros, éste no jala al lector de la mano para que comparta las teorías de su autor: lo que hace es despertar la curiosidad por encontrar un hilo que nos lleve hacia lo que, quizás, aguarda, pacientemente, ser descubierto.

El viaje de Renata y Cynthia

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